lunes, 7 de mayo de 2018

LA COSA DEL PANTANO: GÉNESIS OSCURA, LOS PERROS DUROS NO BAILAN y PITOPAUSIA: OTOÑO EN LOS PANTALONES (reseñas)

Por fin he tenido la posibilidad de leer el origen de La cosa del pantano, uno de esos míticos personajes clásicos de DC del que hasta ahora había leído poca cosa (de hecho este comic, en su edición por parte de Planeta, lo encontré por pura casualidad al dejar pasear los ojos por las estanterias de la biblioteca) El origen de este tan peculiar personaje se remonta la década de los años setenta, cuando Marvel y DC intentaban propuestas dentro del género del terror, de la que surgió La cosa del pantano (entre otras)

En el número 92 de House of secrets vio la luz inicialmente este personaje, en un relato de Len Wein con apartado gráfico de Berni Wrightson, de apenas ocho páginas y muy al estilo de las historias homónimas que habian surgido de EC o Creepy. En el mismo se desarrolla de forma modélica un relato donde la rivalidad entre dos científicos por una mujer se lleva hasta más allá de los límites, con repercusiones para todos los miembros de dicho trio. En apenas unas pocas páginas quedaba todo bien resuelto, por lo que era absurdo estirarlo más... ¿o no?

Los mismos autores que en inicio no quisieron para no perder la esencia conseguida en el relato inicial, al final claudicaron con una historia diferente en sus personajes pero en la que permanece el espíritu del origen narrado en un principio. He de admitir que el mismo me hizo recordar la película Darkman de Sam Raimi (que probablemente se inspiró para la misma en comics como el aqui reseñado) ya que coincide en esencia, cambiando tan solo la "particularidad" del protagonista tras ese fatal incidente que lo cambia para siempre. En este tomo se recopilan tanto ese origen antes citado como los 10 primeros números de su serie regular en la que estuvieron ambos artistas, ya que para el 11 abandonó Berni Wrightson el dibujo, mientras que Len Wein haría lo mismo tres números después, decayendo a partir de ahi su notable calidad inicial.
Cuando ví en la biblioteca Los perros duros no bailan de Arturo Pérez-Reverte lo que me llamó antes la atención fue lo escueto que era: apenas 160 páginas. Ante tal concisión me decanté por él, sobretodo también por mi aprecio hacia los animales, ya que la historia nos es narrada desde el punto de vista de un perro. Ya sé que tampoco es algo original eso de que un escritor se ponga en la cabeza de algún animal para relatarnos algo, pero lo conciso de esta novela me hizo pensar que si tenía alguna crítica (que la tiene) sería lo suficientemente evidente dado lo escueto de la historia, aunque lo que me asombró fue el parecido parcial entre esta y la de Espartaco, ¡y ojo que la misma novela lo admite, si bien yo encontré este parecido antes de dicha mención!

El protagonista de la historia es Negro, un perro mezcla de mastín español y fila brasileño, el cual nos introduce en el mundo de los canes relatando lo que les preocupa, les entretiene o como ellos sienten conceptos como el honor, la justicia, la amistad o el odio en una historia donde la crítica está centrada en el cruel mundo de las peleas ilegales de perros, en donde nuestro protagonista tendrá que introducirse a la búsqueda de unos amigos perrunos suyos desaparecidos. Poco más se puede citar sin desvelar ningún spoiler pero es cierto que en algunos momentos puede parecer un relato infantil (¡cuantas fábulas pueden servir de ejemplo!) aunque sería la dureza hacia las peleas de perros lo que lo aleja, aunque sea de forma leve, de esa historia apta para los más pequeños (lo que no le priva de ser una lectura más que recomendable para el público general)

Aparte de que en cierto momento de la novela me recordó a Espartaco (tal y como he citado antes, hecho que al continuar leyendo la propia obra me confirmó) no sería la única referencia cinematográfica ya que hay también para películas como Gladiator e incluso se compara la belleza perruna de cierta perra como el equivalente a la humana Charlize Theron. Más que evidente sería el uso de tópicos para las diferentes nacionalidades de algunos de los canes que se pasean por aqui, así como ciertas dudas sobre como está compuesto este mundo de perros (que se balancea por momentos entre lo humano y lo perruno) pero nada de ello es obstáculo para una novela notable en su concisión y que lleva implícito el muy loable mensaje de que tengamos algo más de respeto y consideración hacia los perros, muchas veces maltratados injustificamente.
Cuando fuí al más reciente Salón del Comic de Barcelona, en mi afan por lograr alguna firma tuve dudas sobre lo de Ralf König ya que como gran cantidad de sus comics los he leido de la biblioteca, pensé que lo mejor era comprar algo (de momento) inédito en las mismas. Tuve dudas entre la edición integral de ¡Oh, genio! que si me compré y el de Pitopausia: Otoño en los pantalones, pero al final me decanté por el primero con total acierto porque el segundo entró hace pocos días como novedad en la biblioteca.

Este comic sería la más reciente aportación que ha hecho el autor a sus dos personajes más comunes en multitud de obras: la pareja gay encarnada por Konrad y Paul. Ese fue el motivo de que me decantara por la otra obra (pero ¡cuidado! no me entendais mal, no es para nada por homofobia; tan solo porque estos simpáticos personajes ya tenian un recorrido previo del que era absurdo tener tan solo su ¿epílogo?) Y es que los años no pasan en balde, por lo que este comic bien podría ser el último de esta simpática pareja.

Pitopausia: Otoño en los pantalones comienza con Paul cerca del medio siglo de vida y con pequeños saltos temporales abarca hasta que él y Konrad están en una residencia geriátrica. Entre esos dos extremos tenemos un relato estructurado por capítulos entre los cuales pasan dos o tres años, logrando que en un primer momento el lector no se percate pero que luego sirve para que recapacite sobre lo rápido que pasa el tiempo... al igual que ocurre en la vida real. El humor de esta historia viene dado en la mayoria de las situaciones por parte de Paul, al que le cuesta asumir que ya no es el joven que era (sobretodo en lo que al sexo se refiere) mientras que Konrad asume mejor eso de envejecer. Como curiosidad esta obra utiliza un coro griego para la introducción de cada capítulo porque König plantea la historia de hacerse mayor cual si de una tragedía griega se tratara (aunque, como es evidente, con mucho humor e ironia) Sin duda alguna un comic muy entretenido que no decepcionará a los seguidores de este autor.
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