lunes, 20 de noviembre de 2006

Relato: UNIVERSO MARVEL SIMIO (con ilustraciones a cargo de Mike Wieringo)

PRÓLOGO

Aprovechando que en la web de Mike Wieringo he visto su particular versión en simio de Daredevil y Bullseye, aprovecho ambas imágenes para decorar un relato que escribí hace un tiempo y que rescato para aquellos que en su momento no lo vieran.

UNIVERSO MARVEL SIMIO

EPISODIO 1 (de 2)


Reed Richards se encontraba trabajando en uno de sus múltiples experimentos. En esta ocasión se trataba de un puente interdimensional que le permitiría comunicarse con universos paralelos, ya que estaba buscando divergencias en las líneas espacio-temporales, cosa que a él siempre le había llamado la atención. Partiendo de que la realidad donde él vivía era la 616, había descubierto otras, pero aún había gran cantidad por descubrir.

Richards había construido un visor temporal en el que podía ver algunos (que no todos) de esos mundos paralelos. Si bien la mayoría se basaban en los mismos conceptos que ya existían en el universo 616, había sonadas variaciones, como un universo cercano donde Richards vio que todos los habitantes eran muertos vivientes. Pero por una razón indeterminada, los universos más lejanos (a partir del 850) le eran muy difíciles de sintonizar con su aparato. Entonces fue cuando se le ocurrió crear un vínculo entre el visor temporal y la puerta que comunicaba con la Zona Negativa.

Tras la conexión, el visor temporal empezó a emitir un brillo bastante fuerte, obligando a Reed a taparse los ojos con la mano ante el fulgor repentino del aparato. Reed sintonizó el mando a distancia que tenía del visor en el universo 869, para que si funcionaba, a partir de ahí intentar sintonizar con los universos más lejanos.

Pero algo pasó. De pronto el brillo se hizo más y más intenso, hasta que Reed tuvo que cerrar los ojos por completo. Sorprendido por la reacción que había tenido el aparato, Mr.Fantástico no pudo volver a abrir los ojos hasta al cabo de unos minutos, y cuando los abrió se encontró sorprendido ante lo que estaba viendo.

Se encontraba en su mismo laboratorio, pero ahora había cambiado sustancialmente. Estaba todo lleno de plantas, como si se hubiera transformado todo en una jungla en apenas unos instantes. No le fue difícil deducir lo ocurrido. Se había producido un agujero de gusano entre los universos 616 (donde él estaba), el 869 (donde estaba ahora) y el puente de unión entre ambos que había hecho Reed con el portal hacia la Zona Negativa. La potencia de ese agujero de gusano lo había absorbido, transportándolo a la fuerza hacía el universo que él había puesto como destino. La cuestión es que si un simple visor de universos se había convertido en un transportador... ¿cómo lo haría él ahora para volver a su universo de origen? Reed tenía en su mano sólo el mando a distancia del visor, ya que éste se había quedado en el universo 616 de donde él provenía.

De repente un gigantesco orangután de piedra se acercó a donde él estaba. A su lado vio a un joven chimpancé que de repente estalló en llamas. Detrás había una pareja de simios. A Reed no le costó mucho deducir lo que significaba aquello:

- ¡Dios Mío, sois los Cuatro Fantásticos!

- Efectivamente, ¿y se puede saber quien eres tú? –dijo el gigantesco orangután tallado en piedra- Contesta algo que me guste porque sino empezará la hora de las tortas.

- Me llamo Reed Richards. Soy Mr.Fantástico en el universo 616

- Eso es imposible –dijo el simio- Yo soy Mr.Fantástico.

- No, no, a ver, escucharme. Yo pertenezco a un universo donde los superhéroes somos seres humanos. En este mundo parece que lo que ha ocurrido es que los que evolucionaron fueron los simios, pero eso no ha importado para que surgieran los mismos personajes superpoderosos que hay en mi mundo. De donde yo vengo también existen los Cuatro Fantásticos.

El Reed Richards simio dudó, pero al final contestó:

- No existen universos paralelos. No hay más realidad que esta. De todas maneras, si te concedo el beneficio de la duda, porque es verdad que hay hechos asombrosos, como los que nos concedieron habilidades especiales a nosotros y a nuestros otros compañeros. Pero te quedarás aquí para que te investiguemos, porque eres un humano evolucionado y con superpoderes, y eso si que no lo había visto nunca.

- ¿No existen seres humanos aquí?

- Si, acompáñame y te lo mostraré.

Reed Richards se fue con los Cuatro Fantásticos simios. La Cosa simia no dejaba de mirarlo con cara de muy malas pulgas, pero Reed se concentró en las explicaciones que le daba el simio Reed.

Parece ser que lo que había ocurrido era que, por un cambio en la teoría de la evolución, habían sido los simios y demás primates los que habían evolucionado, mientras que los seres humanos habían quedado en un estado semianimal. Los simios habían evolucionado creando una sociedad muy parecida a la que Reed conocía de su universo, pero había ciertos conceptos que, o bien no conocían, o bien no se habían desarrollado. Así, por ejemplo, los simios no creían que hubiera más realidad que la que ellos conocían (aunque había algunos como Reed Richards, Hank Pym o Stephen Extraño que buscaban respuestas a ciertos hechos extraordinarios que habían pasado). Eso sí, conceptos como los de la energía eléctrica, la solar o la radioactiva si habían evolucionado hasta donde Richards conocía (lo cual era lógico si, como él pensaba, en ese universo también existían las versiones en simio de los mismos héroes que él conocía).

A Reed le sorprendió saber que en ese universo no sabían nada de cosas como la Zona Negativa o cualquier otra cosa que ellos no hubieran visto. Por lo demás el mundo parecía idéntico al que había dejado atrás:

- Me gustaría conocer más cosas de este mundo.

- Eres muy curioso Reed humano, pero me gustaría saber que pretendes, porque me parece muy poco creíble tu historia. No existen otros mundos.

- ¿Entonces que os pasó a vosotros para convertiros en los Cuatro Fantásticos?

- Fuimos castigados por el Gran Dios Simio.

- ¿Cómo?

- Estaba yo intentando demostrar lo que tú dices, que existen otros mundos. Yo pensaba como tú, y pensaba que había descubierto una puerta a uno de esos mundos. Me llevé conmigo a mi novia, a su hermano y a mi amigo Ben Grimm.

- ¿Y...?

- No existe nada más que esto. El experimento explotó. Pensaron que habíamos muerto pero sólo quedamos... cambiados. Para siempre. Desde entonces he intentado buscar una curación para nuestra diferencia, pero no la he encontrado.

- ¿Pero porqué decías lo del Gran Dios Simio?

- Creemos en una divinidad que nos creó, y que nos hizo evolucionar por encima de los humanos. Esa divinidad nos castigó por nuestra osadía, haciéndonos los que somos. Y nuestra afrenta creó al resto.

- ¿Qué quieres decir?

- Spider-Ape, Hulk, Iron-Ape, Daredevil,...

- ¿Todos ellos existen aquí?

- Sí.

- ¿Y los conoces a todos? ¿Incluso sus identidades secretas?

- ¿Identidades secretas?

- Claro, donde yo vivo existe por ejemplo un Spiderman que es un ser humano que mantiene en secreto su identidad bajo la máscara, para que así sus enemigos no ataquen a sus seres queridos.

- Somos simios. Una máscara no serviría de nada, ya que para nosotros el olfato es una pieza fundamental y nos permite encontrarnos y distinguirnos. Aparte de que con todo el pelo que tenemos, sólo faltaría ir cubiertos por un disfraz que nos tapara todo el cuerpo. Los superhéroes son aquí personajes públicos.

- ¿Cuántos hay? ¿Qué les pasó? ¿Cómo viven?...

- ¡Ep, ep! Eso son muchas preguntas. Brevemente: Peter Parker era un mono del montón, pero le picó una araña radioactiva que le dio poderes arácnidos. Por así decirlo se transformó en un simio-araña. Sus padres murieron en una explosión, y él vive en la mansión de los Vengadores junto con sus tíos y su esposa e hija, que heredó los poderes del padre y es la Mona-Araña.

- ¿Los Vengadores?

- Sólo existen dos grupos de superhéroes, los Cuatro Fantásticos y los Vengadores. Ambos grupos combatimos a los malvados.

- ¿Y quien forma los Vengadores?

- Actualmente Spider-Ape (Peter Parker), Iron-Ape (Tony Stark), el Capitán Simio (Steve Rogers), Hulk (Bruce Banner), el Mono-Hormiga (Hank Pym), el Doctor Stephen Extraño y Daredevil (Matt Murdock). Ha habido otros, pero ahora... no estan.

- ¿Han muerto?

- No estan. De eso no quiero hablar más.

El Reed simio le contó al Reed humano la historia de todos los superhéroes. Todos tenían identidades públicas, pero debido a los accidentes que les habían otorgado poderes especiales, se dedicaban a luchar para mantener la ley y el orden, generalmente alterado por un grupo de villanos llamado el Sindicato Siniestro, formado por las versiones simias del Duende Verde, el Duende, el Doctor Muerte, el Doctor Octopus, Cráneo Rojo, el Hombre Púrpura y unos cuantos más.

En ese momento Reed notó que había algunos a los que había echado en falta: los mutantes. ¿Acaso no existía en ese universo las versiones simias de Lobezno, el Profesor Xavier, Tormenta y el resto de los X-Men? Le preguntó al Reed simio sobre ello:

- Las aberraciones.

- ¿Aberraciones?

- Si todos los héroes y villanos que existimos vimos como nacieron nuestros poderes por culpa de accidentes de diferente índole, ¿cómo vamos a tolerar que nos digan que algunos nacen con estos poderes de nacimiento? Eso es intolerable e inaceptable. Tanto héroes como villanos estamos en guerra con ellos.

- Ya lo entiendo, por eso hay algunos héroes que ya no estan. Se refería a que murieron luchando con los mutantes.

- Algunas de esas aberraciones tienen poderes increíbles. Daredevil vio morir a Elektra a manos del mutante llamado Lobezno, que también mató delante de mis propios ojos a mi amigo Pantera Negra. Lobezno es el peor de todos.

- Pero de donde yo vengo los mutantes son perseguidos aunque son héroes que ayudan cuando...

- Aquí no. Estos tienen habilidades especiales, pero ninguno ha evolucionado racionalmente. Se comportan como animales, y viven como tales a las afueras de la ciudad. Pero son carnívoros y asesinos, y cada vez hay más. Por eso los héroes que quedamos nos hemos juntado en estos dos grupos (tres cuando el Sindicato Siniestro se digna ayudarnos) para intentar sobrevivir el máximo de tiempo que podamos.

- Entonces, ¿todos los demás héroes han muerto?

- Todos. Los que le he citado antes son los únicos que quedan. Temo que como esto continúe así será la extinción del simio racional. Sólo espero que actúe el veneno...

- ¿Qué veneno?

- He creado una enzima que se transmite por el aire. Ataca al cerebro de los simios sin desarrollar. Es una opción peligrosa, porque lógicamente mataremos también a toda una generación de bebés recién nacidos. Pero si la existencia de nuestro mundo peligra, estoy dispuesto a hacerlo.

- ¡Pero eso sería una masacre!

- ¿Se te ocurre algo mejor?

- Puede que sí...

UNIVERSO MARVEL SIMIO

EPISODIO 2 (de 2)


Reed Richards estaba en el universo 869. Haciendo pruebas en su laboratorio había abierto una brecha interdimensional que le había trasladado a ese mundo, donde los que habían evolucionado eran los simios, pero todo lo demás era igual, habiendo versiones simias de los superhéroes más famosos.

El problema radicaba que la evolución había dado inteligencia a los simios-superhéroes (y a los que no lo eran), pero no así a las versiones simias de los mutantes de la Patrulla X, convirtiéndolos en unas bestias asesinas que además se aprovechaban de sus poderes para causar más daño.

Los Cuatro Fantásticos simios mostraron a Reed Richards el resultado de esa guerra que mantenían los dos grupos, y donde ya había habido las suficientes bajas como para que los simios superhéroes temieran por su futuro. Por ello la versión de Reed Richards en ese universo había creado un virus que mataría a todos aquellos simios no evolucionados... lo cual eliminaría también a toda una generación de los pequeños monos recién nacidos, que aunque luego se comportarían como los adultos (es decir, con raciocinio) al nacer eran tan poco evolucionados como los monos que el humano Reed Richards conocía de su universo.

- Yo tengo una posible solución. Ese virus podía ser manipulado para que sólo afectase a los simios con el gen mutante en sus venas. Para eso necesitaría sangre o fibras de algún simio mutante, ya que de ahí puedo extraer el material necesario para crear la variante del virus –dijo el Reed Richards humano a su versión en simio.

- Esas aberraciones cuando son atrapadas, las sacrificamos y las quemamos. No tenemos nada de eso. –dijo el simio Richards.

- Pues es la única solución que veo yo. Habrá, entonces, que capturar a uno. –dijo el Reed humano.

- Eso es ponernos en un riesgo innecesario. –dijo la simia Sue.

- Yo lo haré, pero necesitaré la ayuda del Chimpancé Antorcha y de Spider-Ape. –dijo el Reed Richards humano.

Aceptaron a regañadientes, pero cuando les explicó el plan que tenía previsto, se confiaron un poco más. Esa noche durmieron poco, levantándose justo al alba. Salieron los tres en el Fantastic Car. Durante el viaje hacía las afueras de la ciudad, Reed Richards se asombró de todo lo que veía.

La evolución había sido casi tan completa como en su universo de origen. Las ciudades eran tal y como uno de las podía imaginar, con sus rascacielos, sus carreteras, sus vehículos,... La única diferencia eran los altísimos muros que cubrían la ciudad, mostrando el panorama desolado que se escondía tras aquellas murallas, y que era adonde se dirigían. A la caza de un mutante...

Durante un rato guardaron silencio, como si la gran importancia de la misión que tenían entre manos fuese tal peso para ellos que les impidiese articular palabra alguna. De repente el Chimpancé Johnny Storm anunció que habían llegado a su destino. Se trataba de una cumbre rocosa, en la base de la cual se veían varias cuevas. Johnny dijo que allí era donde vivían los simios mutantes.

Tras un aterrizaje lo más silencioso posible, los tres héroes (los dos monos y el humano) bajaron hacía la primera de las grutas y se introdujeron dentro. Johnny incendió su cola para que les sirviera de luz en la oscuridad. No se oía ningún ruido, lo cual no ayudaba a dar tranquilidad al pequeño grupo. Un golpeteo como de metal empezó a escucharse al final del pasillo de roca que estaban recorriendo, hasta que llegaron al borde del mismo y pudieron ver lo que lo ocasionaba.

Como si se tratara de robots sin voluntad propia, los simios-mutantes estaban construyendo una estructura que enseguida identificó Reed Richards como una versión prehistórica de Cerebro, el aparato que tenía el Profesor Charles Xavier, líder de la Patrulla-X en su universo. Quien los dirigía era un misterioso individuo que estaba entre sombras, pero al que los simios reverenciaban como si se tratara de un dios.

- Ese de ahí es quien los dirige –dijo Spider-Ape- Cacémosle a él.

En ese momento un rugido surgido de la nada hizo girarse a los tres héroes. Sin mediar palabra, un gorila de pequeño tamaño pero gesto salvaje se había lanzado al ataque contra ellos, desenvainando las garras de adamantium que cubrían sus peludas manos.

- ¡¡¡Es Lobezno!!! –gritó el Chimpancé Antorcha, lanzándole un rayo de fuego. Éste impactó contra él, quemándole, pero al instante empezó a regenerarse. Lo que pasa que el follón había hecho que los demás se percataran de su presencia, y enseguida todos los mutantes salieron contra ellos.

Spider-Ape lanzó una telaraña contra el techo de la gruta y agarrando a los otros dos compañeros de viaje, se lanzó contra el misterioso individuo que parecía controlarlos. Al llegar a la base donde estaba lo cubrió de telaraña antes de que pudiera escapar, mientras que el Chimpancé-Antorcha lanzaba rayos de fuego contra el Cerebro en construcción, destruyéndolo. Por su parte Reed utilizaba la elasticidad de su cuerpo para contener, en la medida de lo posible, el ataque de los primeros mutantes que llegaba a donde estaban ellos:

- ¡Tenemos que salir de aquí y el camino por donde hemos entrado está lleno de mutantes! –dijo el Chimpancé-Antorcha un momento antes de ser congelado por un simio que se dirigía hasta ellos deslizándose por un tobogán de hielo. No le fue difícil a Reed Richards discernir que se trataba de la versión del Hombre de Hielo de ese universo de simios. De pronto el Juggernautt orangután atacó a Spider-Ape, dejándolo tendido y aparentemente muerto contra el suelo.

Reed Richards, pensando que había llegado su hora, se sorprendió cuando escuchó al líder de los mutantes decir:

- Quietos, no lo toquéis.

Los simios mutantes obedecieron, retirándose ordenadamente. Reed Richards se giró, encontrándose con un rostro conocido pero al que nunca hubiera pensado en ver en esas circunstancias:

- ¿¡Kraven?!

- Sí.

- Pero... ¡eres humano!

- Efectivamente, lo soy.

- Pero, ¿porqué haces esto?

- Existe una raza humana que está evolucionando, pero la tiranía de los simios no nos deja desarrollarnos. Yo nací con el poder mutante de controlar a las bestias inferiores, y cuando me di cuenta del mismo pensé que podía usarlo para acabar con los simios superhéroes, porque una vez que hubiera acabado con ellos, los humanos podrían evolucionar. Por eso soy el líder de estos bichos. Ellos me estan ayudando para que el ser humano pueda tomar el mando de este planeta.

Kraven explicó a Reed toda la problemática de la raza humana, así como la versión de los hechos que no le había dado su homónimo simio. Tras ello Reed se dio cuenta de que la mejor opción era no inmiscuirse, ya que si por un lado la evolución simia le parecía curiosa y digna de estudio, la posibilidad de una evolución humana que le planteó Kraven también le pareció digna de mención. Pero, ¿cómo volver a su universo? Reed apretó el botón del mando a distancia del visor con el que había empezado ese viaje.

De pronto un agujero de gusano se formó en el techo de la gruta. Una fortísima corriente de aire empujó a Reed hacía el agujero, mientras que no parecía afectar para nada al resto de cosas y personas que había a su alrededor. Esa corriente transportó a Reed Richards de nuevo a su universo, encontrándose otra vez en el laboratorio donde había empezado todo.

Había acabado ese viaje al Universo Marvel Simio, pero Reed tomó buena nota de todo lo acontecido. Igual dentro de un tiempo volvería para ver como iban las cosas.

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