martes, 26 de noviembre de 2024

LA CANCIÓN DEL SUPERVIVIENTE, un rabioso amor de madre (reseña)

Admito que descubrí al autor Paul Tremblay por la película Llaman a la puerta de M.Night Shyamalan, que está basada en su novela La cabaña del fin del mundo. Eso me animó a leer más obras de dicho autor, con lo cual El club de los portaféretros, Desaparición en la roca del diablo y Una cabeza llena de fantasmas fueron detrás, pero desde entonces no había vuelto a recordarme de él, hasta que con mi reciente lectura de Los vigilantes vi anunciada esta La canción del superviviente, y entonces hice memoria de quien era su autor.
 
No voy a negarlo, la temática zombi en la que se engloba esta obra me hizo pensar en una enésima revisión del arquetípico apocalipsis que devuelve a la vida a los muertos, pero esta novela tiene unos matices sobre eso que ya se ha visto hasta la extenuación, que la hacen algo diferente. Se trata de un virus que afecta a personas y animales, pero centrado en una zona bastante específica de los Estados Unidos, (Massachusetts) y que se transmite por mordiscos y por la saliva, pero no por vía aérea (al menos según los datos que provienen de fuentes más o menos fiables, y no de negacionistas y conspiranoicos... aunque también se asomarán por estas páginas)
 
Se decreta confinamiento para su contención, en el cual presentan a Natalie, embarazada de 38 semanas (a puntito a puntito para ya parir) y que se encuentra inquieta mientras espera el regreso de Paul, su pareja, del supermercado. Las autoridades han repartido cebos para los animales, y están intentando controlar a una población aterrorizada que colapsa los centros médicos pensando estar contagiados por cualquier lametón o similar de sus mascotas. Cuando te infectas el virus se desarrolla en un tiempo muy breve (apenas horas) y te conviertes en una bestia rabiosa que ataca a todo lo que se menea, y Paul tiene la mala suerte de toparse con uno así que lo mata, y muerde a Natalie
 
Pero nada de esto sería spoiler, porque apenas se trata del prefacio de una obra que, a partir de ahí, establece una carrera contrarreloj, en la que la protagonista intentará conseguir la ayuda de una amiga suya doctora, y entre ambas se verán inmersas en un drama frenético de supervivencia que en total debe durar unas cuatro horas, pero en la que todo gira en intentar salvar a Natalie y a su bebé. Con la experiencia de haber leído tanto apocalipsis zombi uno se imagina que ya sabe como acabará todo, pero el autor desarrolla tan bien a las dos protagonistas de la historia que aunque puedas pensar que se hace evidente lo que va a suceder, te embarguen sentimientos de angustia y pesar por su destino, y sobretodo por el de ese bebé nonato que en otra realidad hubiera venido al mundo con menos tensión.
 
Antes de empezar hay una nota del autor, avisando a los lectores de ciertos espacios en blanco (en algunos casos incluso páginas) los cuales tienen su razón de ser, sobretodo en su tramo final. Con ellos quiere reflejar la angustia y la indecisión antes de emprender una resolución que puede ser eficaz (o no), pero que entraña unos riesgos evidentes, de esos que te dejan traumatizado. Y esos momentos están muy bien expresados con ese recurso, forzando al lector a sentir esa misma incertidumbre hacia lo que se tiene que hacer (lo que se debe de hacer) y las consecuencias que ello comporte. Porque por encima de todo esta novela se ciñe sobre dos conceptos básicos en un panorama apocalíptico: la profunda amistad entre dos personas, y el eterno amor que una madre siente por el hijo que lleva en su seno.

CALIFICACIÓN: Entretenida (3,5/5)

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