La puerta del consultorio se abrió de golpe, despertando al Doctor House, que estaba durmiendo en su silla y con los pies sobre la mesa:
- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?
- Si, pero ahora estaba ocupado.
El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:
- Ya, vale, todo lo que tú quieras. Venga, no te hagas el remolón.
- ¡Jo, papaíto, deja de darme la murga! –dijo House en tono infantiloide.
En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:
- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.
- Vaya, ¿y ahora a quien se supone que me he cargado?
Cuddy y House se dirigieron hasta el despacho de ella. Al entrar la Doctora Cuddy le dijo a House que cerrara la puerta:
- ¡Ui!, ¿lo crees oportuno? A ver si se van a pensar que me quieres acosar sexualmente.
- House, por favor, ya está bien de tantos cachondeitos. Necesito que hagas una cosa...
- ¿Ves? Lo que yo decía, acoso sexual.
- Necesito que hagas un viaje a Latveria. –dijo Cuddy, ignorando el último comentario de House.
- ¿Latveria? ¿Y eso donde está, en el Tercer Mundo?
- Nuestro hospital participa dentro de una campaña de ayuda a países subdesarrollados, entre los cuales está Latveria. En dicha ayuda está contemplado la visita de un médico por hospital para que ayude a las autoridades sanitarias del país a desarrollarse, y por parte nuestra he pensado que tú eras el más indicado.
- Vamos, ¡no me metas excusas! ¡Tú lo que quieres es perderme de vista!
- House, no negaré que eres bastante irritante y en ocasiones (bueno, no, ¡qué digo en ocasiones!: ¡¡¡casi siempre!!!) vas a tu aire sin seguir los criterios oficiales. Pero eres mi mejor médico, y el viaje sólo te llevará un fin de semana.
- No quiero, ¿porqué no va Wilson, o Foreman, o tú?
- House, por favor, por una vez en tu vida, ¿podrías colaborar en una buena causa?
- ¿Y que tendré a cambio?
- ¿La satisfacción de conocer nuevos horizontes? –dijo la doctora Cuddy en tono irónico.
- Uhmm –dijo House con el ceño fruncido, sabiendo que por mucho que le vacilase a la Doctora Cuddy, al final le tocaría ir a ese viaje, fuera por las buenas o por las malas.
El viaje hasta Latveria fue bastante rápido. Durante el viaje en avión, House se permitió pensar en Stacy, su exmujer, y en la Doctora Cameron, su ayudante. Ambas mujeres, pese a su carácter borde y desagradable, le habian dado recientemente una oportunidad... y él las había rechazado a las dos. ¿Habría hecho bien? Con esos pensamientos se durmió en su asiento del avión.
Una vez llegó a Latveria fue llevado hasta un hotel donde las autoridades habían concentrado a todos los médicos que habian venido (un total de 58). House estaba interesado en ver quienes eran los asistentes, por si conocía a alguno. Al mirar en la lista de los nombres se dio cuenta de que efectivamente iba a tener suerte. Entre los médicos asistentes estaba el doctor Donald Blake, que había ido con él a la universidad, aunque luego sus vidas tomaron caminos separados. Miró el número de habitación en el que estaba y se dirigió hacia allí:
- ¿Quién es? –dijo una voz bastante floja cuando House hizo sonar el timbre.
- Una sorpresa –dijo House, añadiendo en voz baja- y que conste que no soy una tia en pelotas, que igual te gustaría más que yo.
Se abrió la puerta y House vio a un hombre de unos treinta y pocos años, que se apoyaba en un trozo de madera que utilizaba a modo de bastón, debido a la cojera de su pierna.
- ¿Quién es usted?
- Donald, ¿no te acuerdas de mí? Soy Gregory House.
- ¿House? Ese nombre me suena bastante…
- ¡Claro! De la Universidad, íbamos juntos a la misma clase cuando estudiábamos medicina. Lo que pasa que luego elegimos especialidades diferentes y nos distanciamos.
- ¡Es cierto, ahora me acuerdo! Lo que pasa que también me recuerdo que eras bastante gamberro por aquel entonces y viéndote –dijo el Doctor Blake mirando la camiseta con un dibujo infantil y los pantalones tejanos que vestía House- me parece que sigues igual. Pero pasa, pasa, y charlaremos un rato.
House entró en la habitación del Doctor Blake. Estuvieron conversando durante un rato sobre sus recuerdos universitarios, pero principalmente sobre lo que la vida les había deparado para que se diera la casualidad de que ambos eran médicos, y ambos eran cojos. House, poco dado a tratar con la gente, reconoció que el puesto de confianza que tenía para él el Doctor Wilson posiblemente lo hubiera tenido Blake si hubieran continuado juntos. Pero toda la conversación fue animándose mientras que iban bebiendo del minibar que había en la habitación, y claro, llegó un punto en que uno está ya lo suficientemente achispado para decir incoherencias. A House no le importaba, se conocía a si mismo en esas situaciones, pero le sorprendió lo que le dijo Blake:
- ¿Qué tú eres un superhéroe? ¡Vamos, tío, a ti te ha sentado muy mal la bebida!
- Que no, que no, que es verdad. Este bastón mio, que has visto tú que parece un cacho de palo como los que llevaban los profetas bíblicos, es en verdad un objeto mágico. Al golpear con él contra el suelo se convierte en Mjolnir, el martillo del Dios del Trueno Thor. Y yo me convierto en Thor.
- Más vale que te tumbes y te pongas a dormir, yo me voy a mi habitación a hacer lo mismo, y mañana procura que no te afecte mucho la resaca.
- Tienes razón, pero te he dicho la verdad.
Tras decir estas palabras Donald Blake se tumbó en el sofá y empezó a roncar, ya que se había quedado instantáneamente dormido. Profundamente dormido.
House iba a salir por la puerta cuando escuchó un estruendo en el exterior. Al asomarse por la ventana vio a una especie de robot gigante que se dirigía hacía el hotel, destrozando todo lo que había a su paso. House nunca se había sentido un héroe, y tenía muy claro que aquello, fuera lo que fuese, iba a embestir contra el hotel donde estaban todos, provocando una catástrofe. Siendo ya de noche aún muchos estarían dormidos y otros (como Blake) estarían tan dormidos que no se enterarían de nada. ¿Qué hacer?
Entonces se acordó de las divagaciones de borracho de Blake. Todo eso del martillo de Thor y esas chuminadas. Pero... ¿y si fuera cierto? House cogió el trozó de madera, que verdaderamente parecía más el bastón de un profeta bíblico que el de un doctor del siglo XXI y lo golpeó contra el suelo. No ocurrió nada en un primer momento.
- ¡Mira que soy idiota! ¿Cómo he podido creerme esas tonterías de borracho?
De pronto un brillo cegador le impidió ver nada más. Cuando la fuerte luz fue menguando, vio que lo que tenía en la mano ya no era un trozo de madera, sino un impresionante martillo de considerables proporciones. Entonces se percató de que él también había cambiado. Pese a seguir teniendo el mismo rostro y el mismo cuerpo, ahora tenía un aspecto como el de Schwarzennegger (es decir, fuerte y musculoso), no cojeaba, y encima estaba vestido con una indumentaria como la de un vikingo.
- ¡Vaya! Mira tú por donde que Donald me decía la verdad.
Un nuevo estruendo desde el exterior rompió sus pensamientos acerca de su nuevo aspecto. Mucha gente en el hotel ya se había despertado y se oían voces por los pasillos, pero House sabía que no llegarían todos a tiempo de escapar. Pero, ¿cómo se supone que funcionaban esos poderes?
Abrió la ventana de la habitación y se tiró por ella. Había leído cómics de Superman y pensó que probablemente saldría volando, pero no fue así porque cayó pesadamente hasta el suelo. Lógicamente habría muerto de ser un hombre normal, pero ser Thor le dio la resistencia suficiente para que no le pasara nada. Aún así la caída le hizo exclamar:
- ¿Porqué no ha funcionado? ¿No se supone que todos los superhéroes vuelan?
- Tienes que usar el martillo.
- ¿Quién ha dicho eso?
- Soy el espíritu de Asgard, tu tierra natal. Thor vuela volteando y lanzando a Mjolnir.
- ¡Bueno, lo que faltaba! Sólo unas copas de mas y ahora tengo alucinaciones como si me hubiera fumado un porro. Yo lo flipo...
El robot gigante estaba cada vez más cerca, y ya en el exterior, House (como Thor) pensó que le lanzaría el martillo a ver si con eso lo detenía. La impresionante maza salió volando e impactó contra el robot, tumbándolo, pero como si se tratara de un boomerang, volvió otra vez hacia House:
- ¡Ala, ¿pero que hace el martillo?! ¿Está volviendo solo? ¡¿Y ahora como lo paro?!
Como si se tratara de un jugador de rugby parando un balón, House paró el martillo que se dirigía hacia él agarrándolo con las manos contra su pecho, lo cual no evitó que debido al impacto se cayera nuevamente de espaldas:
- ¡Por Dios, debo de ser el superhéroe más patético que se ha visto nunca! Menos mal que creo que no me ha visto nadie.
House había dejado el martillo de Thor sobre el suelo mientras él se ponía de pie y miraba hacia donde estaba tumbado ahora el robot gigante, aparentemente inmóvil y sin representar un peligro. Eso provocó que pasaran más de sesenta segundos, el tiempo tras el cual (si el martillo no está en las manos de Thor) este vuelve a transformarse en un simple trozo de madera, y su poseedor en un simple mortal. Cuando House vio que volvía a ser él y no una especie de variante vikinga, cogió el trozo de madera del suelo y se dirigió de nuevo a la habitación de Blake.
Pero como ésta estaba cerrada con llave (ya que House había salido por la ventana cuando se transformó en Thor) y Blake estaba lo suficientemente borracho como para no enterarse del timbre de la puerta, volvió a su habitación y se propuso devolvérselo al día siguiente. Por el camino se enteró de que el robot parecía ser que era un ataque suicida que habian emprendido el movimiento revolucionario contrario al dirigente del país (un tal Doctor Muerte, ¡anda, que vaya nombrecito tenía ese también! –pensó House). Parece ser que pensaban que el tal Muerte estaría en el hotel, y esperaban destruirlo, a él y a todos los que se encontraran por el camino, pero el robot había sido destruido por las tropas del país sin ningún percance para el hotel y la gente que había dentro (¡vaya morro, si había sido él de un súper martillazo que había tumbado al robot! Pero pensó que más le valía callarse...). Al llegar a su habitación dejó el bastón de Blake a un lado y se tumbó en la cama, quedándose dormido rapidamente.
La puerta del consultorio se abrió de golpe, despertando al Doctor House, que estaba durmiendo en su silla y con los pies sobre la mesa:
- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?
- ¿Cómo? –dijo House un poco sorprendido, ya que todo aquello le sonaba bastante.
El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:
- House, ¿no me digas que te has quedado dormido después de leerte todos esos cómics? ¿Qué has soñado? ¿Que eras Superman?
- Bueno, casi, casi –dijo House.
En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:
- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.
- No me digas que me tengo que ir de viaje.
- Pues si, ¿cómo lo has sabido?
- Intuición, querida Lisa, intuición...
- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?
- Si, pero ahora estaba ocupado.
El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:
- Ya, vale, todo lo que tú quieras. Venga, no te hagas el remolón.
- ¡Jo, papaíto, deja de darme la murga! –dijo House en tono infantiloide.
En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:
- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.
- Vaya, ¿y ahora a quien se supone que me he cargado?
Cuddy y House se dirigieron hasta el despacho de ella. Al entrar la Doctora Cuddy le dijo a House que cerrara la puerta:
- ¡Ui!, ¿lo crees oportuno? A ver si se van a pensar que me quieres acosar sexualmente.
- House, por favor, ya está bien de tantos cachondeitos. Necesito que hagas una cosa...
- ¿Ves? Lo que yo decía, acoso sexual.
- Necesito que hagas un viaje a Latveria. –dijo Cuddy, ignorando el último comentario de House.
- ¿Latveria? ¿Y eso donde está, en el Tercer Mundo?
- Nuestro hospital participa dentro de una campaña de ayuda a países subdesarrollados, entre los cuales está Latveria. En dicha ayuda está contemplado la visita de un médico por hospital para que ayude a las autoridades sanitarias del país a desarrollarse, y por parte nuestra he pensado que tú eras el más indicado.
- Vamos, ¡no me metas excusas! ¡Tú lo que quieres es perderme de vista!
- House, no negaré que eres bastante irritante y en ocasiones (bueno, no, ¡qué digo en ocasiones!: ¡¡¡casi siempre!!!) vas a tu aire sin seguir los criterios oficiales. Pero eres mi mejor médico, y el viaje sólo te llevará un fin de semana.
- No quiero, ¿porqué no va Wilson, o Foreman, o tú?
- House, por favor, por una vez en tu vida, ¿podrías colaborar en una buena causa?
- ¿Y que tendré a cambio?
- ¿La satisfacción de conocer nuevos horizontes? –dijo la doctora Cuddy en tono irónico.
- Uhmm –dijo House con el ceño fruncido, sabiendo que por mucho que le vacilase a la Doctora Cuddy, al final le tocaría ir a ese viaje, fuera por las buenas o por las malas.
El viaje hasta Latveria fue bastante rápido. Durante el viaje en avión, House se permitió pensar en Stacy, su exmujer, y en la Doctora Cameron, su ayudante. Ambas mujeres, pese a su carácter borde y desagradable, le habian dado recientemente una oportunidad... y él las había rechazado a las dos. ¿Habría hecho bien? Con esos pensamientos se durmió en su asiento del avión.
Una vez llegó a Latveria fue llevado hasta un hotel donde las autoridades habían concentrado a todos los médicos que habian venido (un total de 58). House estaba interesado en ver quienes eran los asistentes, por si conocía a alguno. Al mirar en la lista de los nombres se dio cuenta de que efectivamente iba a tener suerte. Entre los médicos asistentes estaba el doctor Donald Blake, que había ido con él a la universidad, aunque luego sus vidas tomaron caminos separados. Miró el número de habitación en el que estaba y se dirigió hacia allí:
- ¿Quién es? –dijo una voz bastante floja cuando House hizo sonar el timbre.
- Una sorpresa –dijo House, añadiendo en voz baja- y que conste que no soy una tia en pelotas, que igual te gustaría más que yo.
Se abrió la puerta y House vio a un hombre de unos treinta y pocos años, que se apoyaba en un trozo de madera que utilizaba a modo de bastón, debido a la cojera de su pierna.
- ¿Quién es usted?
- Donald, ¿no te acuerdas de mí? Soy Gregory House.
- ¿House? Ese nombre me suena bastante…
- ¡Claro! De la Universidad, íbamos juntos a la misma clase cuando estudiábamos medicina. Lo que pasa que luego elegimos especialidades diferentes y nos distanciamos.
- ¡Es cierto, ahora me acuerdo! Lo que pasa que también me recuerdo que eras bastante gamberro por aquel entonces y viéndote –dijo el Doctor Blake mirando la camiseta con un dibujo infantil y los pantalones tejanos que vestía House- me parece que sigues igual. Pero pasa, pasa, y charlaremos un rato.
House entró en la habitación del Doctor Blake. Estuvieron conversando durante un rato sobre sus recuerdos universitarios, pero principalmente sobre lo que la vida les había deparado para que se diera la casualidad de que ambos eran médicos, y ambos eran cojos. House, poco dado a tratar con la gente, reconoció que el puesto de confianza que tenía para él el Doctor Wilson posiblemente lo hubiera tenido Blake si hubieran continuado juntos. Pero toda la conversación fue animándose mientras que iban bebiendo del minibar que había en la habitación, y claro, llegó un punto en que uno está ya lo suficientemente achispado para decir incoherencias. A House no le importaba, se conocía a si mismo en esas situaciones, pero le sorprendió lo que le dijo Blake:
- ¿Qué tú eres un superhéroe? ¡Vamos, tío, a ti te ha sentado muy mal la bebida!
- Que no, que no, que es verdad. Este bastón mio, que has visto tú que parece un cacho de palo como los que llevaban los profetas bíblicos, es en verdad un objeto mágico. Al golpear con él contra el suelo se convierte en Mjolnir, el martillo del Dios del Trueno Thor. Y yo me convierto en Thor.
- Más vale que te tumbes y te pongas a dormir, yo me voy a mi habitación a hacer lo mismo, y mañana procura que no te afecte mucho la resaca.
- Tienes razón, pero te he dicho la verdad.
Tras decir estas palabras Donald Blake se tumbó en el sofá y empezó a roncar, ya que se había quedado instantáneamente dormido. Profundamente dormido.
House iba a salir por la puerta cuando escuchó un estruendo en el exterior. Al asomarse por la ventana vio a una especie de robot gigante que se dirigía hacía el hotel, destrozando todo lo que había a su paso. House nunca se había sentido un héroe, y tenía muy claro que aquello, fuera lo que fuese, iba a embestir contra el hotel donde estaban todos, provocando una catástrofe. Siendo ya de noche aún muchos estarían dormidos y otros (como Blake) estarían tan dormidos que no se enterarían de nada. ¿Qué hacer?
Entonces se acordó de las divagaciones de borracho de Blake. Todo eso del martillo de Thor y esas chuminadas. Pero... ¿y si fuera cierto? House cogió el trozó de madera, que verdaderamente parecía más el bastón de un profeta bíblico que el de un doctor del siglo XXI y lo golpeó contra el suelo. No ocurrió nada en un primer momento.
- ¡Mira que soy idiota! ¿Cómo he podido creerme esas tonterías de borracho?
De pronto un brillo cegador le impidió ver nada más. Cuando la fuerte luz fue menguando, vio que lo que tenía en la mano ya no era un trozo de madera, sino un impresionante martillo de considerables proporciones. Entonces se percató de que él también había cambiado. Pese a seguir teniendo el mismo rostro y el mismo cuerpo, ahora tenía un aspecto como el de Schwarzennegger (es decir, fuerte y musculoso), no cojeaba, y encima estaba vestido con una indumentaria como la de un vikingo.
- ¡Vaya! Mira tú por donde que Donald me decía la verdad.
Un nuevo estruendo desde el exterior rompió sus pensamientos acerca de su nuevo aspecto. Mucha gente en el hotel ya se había despertado y se oían voces por los pasillos, pero House sabía que no llegarían todos a tiempo de escapar. Pero, ¿cómo se supone que funcionaban esos poderes?
Abrió la ventana de la habitación y se tiró por ella. Había leído cómics de Superman y pensó que probablemente saldría volando, pero no fue así porque cayó pesadamente hasta el suelo. Lógicamente habría muerto de ser un hombre normal, pero ser Thor le dio la resistencia suficiente para que no le pasara nada. Aún así la caída le hizo exclamar:
- ¿Porqué no ha funcionado? ¿No se supone que todos los superhéroes vuelan?
- Tienes que usar el martillo.
- ¿Quién ha dicho eso?
- Soy el espíritu de Asgard, tu tierra natal. Thor vuela volteando y lanzando a Mjolnir.
- ¡Bueno, lo que faltaba! Sólo unas copas de mas y ahora tengo alucinaciones como si me hubiera fumado un porro. Yo lo flipo...
El robot gigante estaba cada vez más cerca, y ya en el exterior, House (como Thor) pensó que le lanzaría el martillo a ver si con eso lo detenía. La impresionante maza salió volando e impactó contra el robot, tumbándolo, pero como si se tratara de un boomerang, volvió otra vez hacia House:
- ¡Ala, ¿pero que hace el martillo?! ¿Está volviendo solo? ¡¿Y ahora como lo paro?!
Como si se tratara de un jugador de rugby parando un balón, House paró el martillo que se dirigía hacia él agarrándolo con las manos contra su pecho, lo cual no evitó que debido al impacto se cayera nuevamente de espaldas:
- ¡Por Dios, debo de ser el superhéroe más patético que se ha visto nunca! Menos mal que creo que no me ha visto nadie.
House había dejado el martillo de Thor sobre el suelo mientras él se ponía de pie y miraba hacia donde estaba tumbado ahora el robot gigante, aparentemente inmóvil y sin representar un peligro. Eso provocó que pasaran más de sesenta segundos, el tiempo tras el cual (si el martillo no está en las manos de Thor) este vuelve a transformarse en un simple trozo de madera, y su poseedor en un simple mortal. Cuando House vio que volvía a ser él y no una especie de variante vikinga, cogió el trozo de madera del suelo y se dirigió de nuevo a la habitación de Blake.
Pero como ésta estaba cerrada con llave (ya que House había salido por la ventana cuando se transformó en Thor) y Blake estaba lo suficientemente borracho como para no enterarse del timbre de la puerta, volvió a su habitación y se propuso devolvérselo al día siguiente. Por el camino se enteró de que el robot parecía ser que era un ataque suicida que habian emprendido el movimiento revolucionario contrario al dirigente del país (un tal Doctor Muerte, ¡anda, que vaya nombrecito tenía ese también! –pensó House). Parece ser que pensaban que el tal Muerte estaría en el hotel, y esperaban destruirlo, a él y a todos los que se encontraran por el camino, pero el robot había sido destruido por las tropas del país sin ningún percance para el hotel y la gente que había dentro (¡vaya morro, si había sido él de un súper martillazo que había tumbado al robot! Pero pensó que más le valía callarse...). Al llegar a su habitación dejó el bastón de Blake a un lado y se tumbó en la cama, quedándose dormido rapidamente.
La puerta del consultorio se abrió de golpe, despertando al Doctor House, que estaba durmiendo en su silla y con los pies sobre la mesa:
- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?
- ¿Cómo? –dijo House un poco sorprendido, ya que todo aquello le sonaba bastante.
El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:
- House, ¿no me digas que te has quedado dormido después de leerte todos esos cómics? ¿Qué has soñado? ¿Que eras Superman?
- Bueno, casi, casi –dijo House.
En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:
- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.
- No me digas que me tengo que ir de viaje.
- Pues si, ¿cómo lo has sabido?
- Intuición, querida Lisa, intuición...