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martes, 26 de septiembre de 2017

LA SENSACIONAL HULKA DE JOHN BYRNE, EL ALA ROTA, EL ARTE DE VOLAR, MARVEL 70 ANIVERSARIO y HOTWIRE (1 y 2) DE WARREN ELLIS

Mucho había oído y leído yo sobre la etapa de John Byrne en Hulka, y cuando ví este volumen como novedad en el pasado Salón del Comic ya tenía claro que, antes o después, tendría que conseguir leerlo, algo que he logrado al estar ya disponible en algunas bibliotecas. Pero... ¿en serio es para tanto? Pues una vez leído tengo que admitir que sin duda lo es, y con creces, ya que hacía mucho tiempo que no me divertía tanto leyendo un comic de Marvel.

Cuando me reaficioné a los tebeos, la heroina que más me marcó fue Elektra, por su tortuosa historia de amor con Matt Murdock (Daredevil), aunque también sentí ese "algo" especial por Gwen Stacy, sobretodo tras su trágico destino. Aparte de esas dos ha habido otras que me han gustado en mayor o menor medida, pero nunca pensé que esa "chispa" en especial que me hizo encariñarme con algunas la volvería a sentir tantos años después, y eso es justo lo que me ha pasado con esta Hulka. Y es que pese a que ya había leído otras obras de Byrne, e incluso su etapa en Los 4 Fantásticos donde sustituyó temporalmente a La Cosa por Hulka, sin duda que no me esperaba la GRATA SORPRESA que me ha encontrado aqui viendo como hace a la protagonista del todo consciente de que está en un tebeo... ¡¡¡conversando con los propios lectores e incluso discutiendo sobre algunos giros argumentales que le escribía Byrne y con los que ella no estaba muy conforme!!!

Resulta muy evidente la total libertad que tenía el autor con el personaje, de tal manera que CUALQUIER COSA era posible en la colección de la Amazona Esmeralda, siempre desde un punto de vista disparatado y divertido donde la pobre Hulka se veía inmersa en situaciones de todo tipo, que en algunos momentos le hacían romper la cuarta pared (incluso de forma literal rasgando la página) para mostrar sus discrepancias sobre lo que esta viviendo, provocando de forma muy evidente la estupefacción del lector y su lógica sorpresa, e incluso sonrisa cómplice por las críticas soterradas bajo algunos de estos momentos, estando ahi lo más brillante de esta obra (por destacar alguno citaría cuando se evalua lo que el Comics Code vigente entonces podía permitir mostrar o no, siendo la protagonista tan desinhibida como resulta ser)

Hulka es en manos de Byrne una mujer tan femenina como atrevida, y tan sexy como divertida, radicando ahi la novedad (en aquel entonces) lo que llevó a que esta colección fuera la más extensa protagonizada por una superheroina (hasta que años después se volvió más usual que una fémina tuviera cabecera propia en los comics, y ese record fue superado) Este volumen recopila toda la labor de John Byrne con Hulka, que tuvo un lapsus, aqui citado, porque abandonó la serie en el número 8, volviendo luego en el 31 tras un periodo de tiempo en el que estuvo trabajando para DC, lo que no fue para nada obstáculo para que con él volviera el cachondeo, aunque (para comparar) me quedo con las ganas de leer que tal fue Hulka sin él a los mandos.
En principio se puede decir que los comics El ala rota y El arte de volar tendría que reseñarlos por separado, pero la verdad es que uno me ha llevado hasta el otro, y como aparte de coincidir en autores (Antonio Altarriba al guión y Kim como dibujante) ambas obras serían complementarias, creo que lo más justo es dejar constancia conjunta (aunque matizando que primero he leído El ala rota, que es el más reciente, y después El arte de volar, que ya tiene más años)

En este excelente díptico Antonio Altarriba realiza un somero repaso de la historia de este pais a través de las vivencias de su padre (El arte de volar fue primero) y posteriormente de su madre (El ala rota) En el primer caso fue publicada en 2009 y ganó el Premio Nacional de Comic en 2010, dando comienzo su historia en mayo del 2001 con el suicidio del anciano padre del autor al lanzarse al vacio desde una ventana de la residencia geriátrica donde estaba. A partir de ahi se retrocede en el tiempo y a través de cuatro capítulos (uno por cada planta de la residencia desde la que se suicidó) vemos un repaso a su vida que va desde su infancia y juventud a principios del siglo XX, cuando sueña con llegar a algo más que la rutinaria vida en el campo, pasando por su experiencia en la Guerra Civil Española, su regreso a la sociedad tras ese conflicto armado y su siempre problemática lucha para seguir adelante en una época en la que no estaban las cosas fáciles para nadie, en una continua lucha por subsistir tanto él como la familia que formó. Llegado a su ocaso el ver como se iban apagando la vida de sus personas más cercanas le lleva a tomar una solución radical...

Si el primero ya es notable, tengo que admitir que el segundo me ha parecido aún mejor, porque como seguro que habreis supuesto, si El arte de volar está dedicado a su padre, en El ala rota hace otro recorrido biográfico, esta vez dedicado a su madre. Y ahi es donde ha acertado más en mi caso, porque el repaso que hace él de su madre podía ser equivalente al que podría hacer yo de la mia: mujeres de caracter fuerte y emprendedor que tuvieron que vivir en una sociedad machista que les obligó a aguantar de forma estoica todos los reveses que la vida les dió. La vida de la protagonista de esta historia comienza en 1918 mientras que la de mi progenitora lo hizo en 1941, pero los sinsabores de la Guerra Civil Española y los 40 años de dictadura en las que terminó marcaron a fuego la vida y el destino de muchas mujeres que aguantaron de todo en una sociedad donde ellas eran principalmente elementos secundarios e invisibles, aunque en el fondo imprescindibles.

Son dos vidas, las de sus dos progenitores, pero que también fueron las vidas de muchos españoles y españolas del pasado siglo XX, que lidiaron con un montón de penurias para conseguir salir adelante en una sociedad en la que nada se les ponía facil. Esas vidas ya acabaron o se encuentran en su ocaso, pero sus historias son dignas de recordar, así como la situación del periodo histórico en que tuvieron lugar, ya que siempre se desea que conociendo nuestro pasado no repitamos errores en el futuro. Sin duda alguna un magnífico díptico cuyo apartado gráfico también está resuelto de una manera destacable por Kim, uno de los fundadores de la revista satírica El Jueves donde se hizo famoso con su serie Martínez El Facha.

NOTA: Aunque la edición que me he leido de El arte de volar es la original de 2009 cuya portada adjunto arriba, he podido hojear también la de 2017 (que enlazo abajo) la cual se completa con otra colaboración entre ambos autores (Altarriba y Kim) en una breve historia de 14 páginas titulada La casa del sol naciente, relacionada con el espíritu con que vió la luz la obra original y un muy bonito complemento a la misma. 
Aunque 1961 se considera como el año en que nació Marvel antes de ello estaba Timely, que fue la editorial en la que vieron la luz personajes como el Capitán América y Namor. Como en tal caso la historia empezaría a contar desde 1939, el pasado 2009 cumplió su 70 aniversario, que es la justificación para el título aqui reseñado, en el que se recuperan los superhéroes que en aquel entonces abrieron la veda para todo lo que vino después (siendo conocidos algunos de ellos como los antes citados Namor o Capitán América, junto con otros que vivieron su etapa de gloria durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, pero de los que posteriormente no se supo nada)

Como todo producto nostálgico hay que reconocer que el resultado final de las seis historias que componen este tomo es aceptable, aunque con los evidentes altibajos en una obra como esta en la que colaboran varios autores. Pese a todo tengo que admitir que algunos de esos personajes que se dan cita por estas páginas resultan bastante añejos, a lo que sumar los que me son poco conocidos, por lo que el mayor disfrute lo tuve con los pocos que si conocía como Capitán América o Namor (pese a que ya se haya visto de todo con ellos) u otros como por ejemplo la Antorcha Humana original, sin relación con la posterior que fue de Los 4 Fantásticos y a la que "conocí" por esa obra maestra que fue el Marvels de Alex Ross.

Aunque su espíritu sea nostálgico, el conjunto de las historias incluidas en este volumen resulta entretenido, ofreciendo al lector las suficientes dosis de aventuras y acción como para no acabar decepcionado (e incluso me atrevería a decir que en algunos momentos incluso asombrado) de camino que se ahonda un poco en ese pasado de la actual Marvel que quizás no es muy conocido por la mayoria del público.
Muchas veces he mencionado que además de lo que busco por las bibliotecas de formas diversas (lo más nuevo de Marvel, de DC, etc) en algunos casos eso de ir mirando por las estanterias para ver que me encuentro me ofrece gratas sorpresas como ha resultado ser Hotwire, de la cual me he leído los dos únicos tomos editados en este pais: Réquiem por los muertos y Corte profundo.

¿Qué fue lo que me llamó la atención del presente comic? Pues además de un bastante destacado apartado gráfico a cargo de Steve Pugh (cuyo detallado trabajo lo primero que me recordó fue a Alex Ross) enseguida me picó mucho la curiosidad ante un planteamiento realmente llamativo: en un futuro bastante cercano los muertos no se mueren. Y no, no estamos ante esa enésima historia de un apocalipsis zombi sino ante algo más original: los difuntos permanecen entre los vivos en forma de una energía llamada "luz azul" y que (para entendernos) vendría a ser como la forma ectoplasmática de los mismos. Como es lógico suponer la convivencia entre la población y esos entes fantasmagóricos resulta más o menos correcta, aunque hay casos en los que se rebelan siendo un evidente peligro para toda la sociedad. Justo en esos momentos es cuando entra en acción un departamento de las fuerzas del orden creado a tal efecto dentro del cual está la protagonista Alicia Hotwire, de profesión detective-exorcista (y ahi está el otro detalle que me llamó la atención)

Lejos de todos los estereotipos que hay en el género de los fantasmas, tengo que admitir que aqui se realiza una llamativa modificación que acerca el tema al ciberpunk, incluso dando una justificación técnica a la aparición de esos seres de "luz azul" lo que sirve de perfecto contrapunto a un esquema narrativo que se podría tildar de procedimental de ciencia-ficción. Beneficiada por tener una protagonista muy bien desarrollada con la que enseguida se establece una total empatía y dotada de un ritmo tremendamente visual (hasta ese punto de que el lector se imagina en todo momento una posible adaptación en película o serie de este comic) Hotwire se convierte sin duda en una grata sorpresa en todos sus aspectos, cuyo único punto negativo estaría en que ya ha pasado más de un lustro desde su edición original, por lo que no sé (en el momento de escribir esta reseña) si hay más historias posteriores (que puede que si) y cuando verán la luz.