Hasta aquí hemos llegado: diez años después del estreno de El hombre de acero el universo DC en cines toca a su fin con esta secuela, previa al reboot orquestado por James Gunn, del que empezaremos a ver algo a partir de 2025. En esta década han sido unas cuantas las cintas que han compuesto este universo compartido, que pretendía hacerle la competencia al de Marvel (exitoso en sus inicios, ahora más dubitativo), pero que se han topado con una recepción crítica que no las ha aceptado, en líneas generales, igual de bien (hay sus pocas excepciones) a lo que sumar un éxito algo variable, que en el caso de los títulos estrenados de forma más reciente (Black Adam, Shazam: La furia de los dioses, Flash y Blue Beetle) se ha convertido en una ristra de fracasos consecutivos, quizás porque el público ya anticipaba que con el reboot antes indicado, todo esto ya no importaba para nada.
A toda esa problemática hay que añadirle los muchos retoques que ha sufrido esta película desde que se acabó de rodar, hace ya casi dos años, hasta que por fin llega a las salas de cine. Por un lado está la Mera encarnada por la actriz Amber Heard, cuyo personaje ha sido reducido a su mínima expresión (poca presencia y aún menos diálogos) debido al muy mediático juicio que tuvo con su expareja el actor Johnny Depp, que dejó su imagen pública bastante dañada.
No ha sido lo único: en Flash se reintroducía al Batman encarnado por Michael Keaton en el film de Tim Burton de 1989, con la idea de convertirlo en eje de este universo, motivo por el que también aparecía en la cancelada Batgirl (estando la película casi finiquitada), y que tenía que aparecer también en esta secuela, al igual que también probaron con el Batman oficial de este universo (encarnado por el actor Ben Affleck), aunque al final ni uno ni otro, lo cual se nota mucho en ciertos momentos donde esta película va por su cuenta, y casi parece que no exista ningún otro superhéroe en este mundo nada más que Aquaman. Asimismo se establece una relación más o menos forzada, debido a las circunstancias, entre el protagonista y su hermano en la ficción (encarnado por el solvente Patrick Wilson), donde se nota mucho que el ejemplo a seguir lo han tomado de las películas del universo Marvel de Thor, y la relación de este con su hermano Loki, salvo que aquí sin la química que allí si hay entre los actores Chris Hemsworth y Tom Hiddelston.
En cuanto a villanos se vuelve a echar mano del Black Manta al que en el film precedente encarnó Yahya Abdul Mateen II, que repite en esta secuela con la única motivación de su venganza contra Aquaman. Para ello tendrá la suerte de conseguir cierto poder ancestral relacionado con ese Reino Perdido al que hace referencia su título, y cuyo poder en la sombra recuerda BASTANTE al Sauron de El señor de los anillos (no sería la única semejanza, ya que hay cierto momento que me llevó a recordarme del Jabba The Hutt de la saga Star Wars) A eso agregemos el regreso de cierto cefalópodo que hizo gracia en la primera película, y que aquí goza de algo más de tiempo; a lo que sumar un tono, en determinados momentos, de comedia forzada que no siempre funciona (digamos que uno ya es previsor cuando se echa mano casi de entrada al humor escatológico con su retoño, mientras ejerce como padre y héroe con esa socarronería macarra que le ha funcionado bastante bien a Jason Momoa al encarnar a este personaje)
De ese universo cinematográfico DC (que es la novena franquicia más rentable de la historia, con 6300 millones de dólares) da la casualidad de que su film más taquillero hasta el momento era la primera Aquaman, siendo la única en superar los 1000 millones de dólares de recaudación mundial (lo cual no deja de sorprender teniendo en cuenta que tienen una fama mayor otros superhéroes de esa editorial como Batman y Superman) Y es que mucho también se ha querido relacionar a dicho universo con el director Zack Snyder, si bien han sido otros directores (como Patty Jenkins o James Gunn, por poner dos ejemplos) los que han conseguido mejores resultados artísticos. O como en este caso, y el film precedente, un James Wan consciente de las muchas carencias del material del que parte, pero que aún así consigue cohesionar un resultado final funcional, pese a que también sea evidente que en muchos momentos pretenden tapar esos agujeros de montaje y guion con un abrumador uso de efectos especiales.
Agradeciendo, aunque sea con bastante brocha gorda, cierto mensaje ecologista en la historia que nos plantea, no deja de resultar curioso a nivel actoral que repitan intérpretes de cierto renombre como Dolph Lundgren o Nicole Kidman que, para lo poco que aportan, podían haber sido obviados, y curiosamente quien destaque más sea el personaje encarnado por Randall Park, que durante todo el metraje uno se pregunta si acabará llegando vivo al final. En cuanto a la moda de las siempre presentes escenas entre o tras los créditos de las películas de superhéroes, la única que tiene esta película (en el primer caso) sería una mera gracia "gastronómica", relacionada con cierto chiste previo entre los dos protagonistas, y que acaba siendo un colofón tan inocuo como intrascendente para un universo que, pese a que nadie le niega sus contados aciertos, no ha logrado alzarse y llegar a las cotas esperadas.
CALIFICACIÓN: Entretenida (2,5/5)
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- FICHA TÉCNICA y SINOPSIS en IMDB (en inglés) y FilmAffinity (en español)
- FECHA DE ESTRENO EN ESPAÑA: 20 de diciembre de 2023.
- Galería de posters por este enlace.