domingo, 4 de diciembre de 2022

NOCHE DE PAZ, navidades con SANTA McCLANE (crítica sin spoilers)

Las navidades son unas fiestas agradables para unos y odiosas para otros. Desde mi punto de vista, más coincidente con el segundo grupo que con el primero, los que las disfrutan con ilusión son los que pueden celebrarlas con reuniones familiares (cumpliendo con los estereotipos pertinentes), y sobretodo aquellas en las que hay niños pequeños, que aún mantienen esa ilusión infantil por Papa Noel, Santa Claus, San Nicolás o como cada uno se tercie de llamarlo (a lo que luego añadir la llegada de los Reyes Magos
 
Pero luego está la versión de los que vemos estas fiestas como una mera excusa para fomentar el consumismo más exacerbado, con campañas de caridad para los necesitados (que te hacen preguntarte si esa pobre gente sólo come en estas fechas, porque el resto del año ni se acuerdan de ellos como ahora), banquetes pantagruélicos para comer hasta reventar (como si esto fuera una competición para alcanzar el mayor empacho) y anuncios de (sobretodo) perfumes, que parece que la gente sólo tenga la obligación de oler bien por estas fechas. 

En un punto intermedio entre ambas tendencias quedan productos como esta Noche de paz, cuyo título original es Violent night (más explícita en cuanto a lo que ofrece este film), que vendría a ser una "jocosa" variación de la típica canción navideña O Holy night. Dirigida por Tommy Wirkola, responsable entre otras de Zombis nazis o Hansel y Gretel cazadores de brujas, y protagonizada por David Harbour (Stranger Things o el Hellboy de Neil Marshall)... ¿que es Noche de paz?

Imaginemos una película navideña simpática como fue Solo en casa, y mezclemos eso con el film de acción navideño más emblemático de la década de los ochenta (Jungla de cristal, de título original Die hard), y el desaforado resultado final bien podría ser perfectamente algo como esta película. De hecho en este film se hace referencia a ambos títulos, cogiendo del primero las trastadas contra los intrusos (en este caso algo más sangrientas), y del segundo un símil de la relación que se establecía por radio entre John McClane (Bruce Willis) y el sargento Al Powell (Reginald VelJohnson), en este caso entre el Santa Claus encarnado con tremendo desparpajo por un divertido David Harbour y la jovencita Trudy Lightstone (Leah Brady), que pese a que le digan en cierto momento de tensión que no existe ese personaje tan navideño, tiene fé inquebrantable en él y esperanza de que les solucionará el problema.

¿Y cual es el incidente que lleva a este Santa Claus ha comportarse cual si fuera el protagonista de la franquicia Jungla de Cristal? Muy sencillo: al principio nos lo presentan como el verdadero Santa Claus, pero uno cansado y amargado de que el espíritu de la navidad se haya transformado en una mera cuestión mercantilista. Me parece muy ilustrativo cuando le indican, en su primera escena en un bar, que la mayor ilusión es la sonrisa de un niño, y él contesta que eso dura dos segundos antes de ir al siguiente regalo, ya que los inflan a obsequios haciendo que no sepan valorar lo que tienen. Cuando enmedio de su (agotadora) labor pasa por la mansión Lightstone, se encuentra con que unos mercenarios han secuestrado a toda la familia. Tanto los villanos como sus víctimas ejemplifican una desmedida codicia, los primeros por la fortuna familiar pero los segundos disputándose la herencia de la matriarca del clan.
 
Pero la esperanza está en la pequeña Trudy, totalmente ilusionada con la llegada de Santa Claus y a quien pedirá ayuda, mediante un walkie-talkie de juguete, para intentar salvar la situación. Al principio Santa tendrá sus dudas, pero poco a poco lo veremos cual John McClane, dando buena cuenta de los asaltantes de las formas más sangrientamente navideñas. Y es que este Santa, como él mismo revelará, tiene sus orígenes en la antigua mitologia nórdica, comentando como por aquel entonces tenía un martillo similar al de Thor, con el que machacó muchos craneos, por lo que no tiene ningún problema en enfrentarse con los "chicos malos". El resultado es una película gamberra, que en todo momento tiene conciencia del disparate que plantea (siendo entretenida justo por ello), pero cuyo único handicap sería la (no siempre) acertada cohesión entre el citado tono bárbaro y las ñoñerias típicas de estas fiestas.
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