No voy a mentir: no tenía ni idea de la existencia de esta película (más allá de verla entre los próximos estrenos aquí en España) hasta que me picó la curiosidad cuando me enteré de su victoria en la reciente edición de los Globos de Oro, donde se llevó el premio a mejor película de animación, por encima de candidatas de productoras tales como Disney, Pixar, Dreamworks o Aardman entre otras. No ha sido lo único, ya que también estuvo en el más reciente Festival de Cannes o el de Annecy (logrando en este último cuatro premios), además de estar nominada al Goya a mejor película europea, o lograr el premio a mejor película de animación por parte de las asociaciones de críticos de Nueva York o Los Ángeles (por este enlace tenéis todo su palmarés de galardones)
Se supone que la temporada de premios tendría que servir para dar a conocer propuestas que de otra manera tendrían un periplo más breve que las que vienen sustentadas por productoras más potentes. Eso se cumple conmigo en el caso del presente film, que viene desde Letonia y ha sido dirigido por Gints Zilbalodis, el cual lleva a cabo con éxito su intención de partir de una premisa sencilla y lograr con ella el mejor resultado. Los protagonistas de esta cinta son animales a los que no se les otorga unos innecesarios diálogos para humanizarlos, ya que serían sus propias formas de comportarse los que desarrollan con elocuencia sus sentimientos. Contando con la ausencia total de humanos (aunque se notan los retazos de su presencia), estamos ante un film sin diálogos, lo cual permite deleitarse con su apartado visual.
El protagonista de la historia es un gato negro, del que no se sabe en ningún momento ni su nombre, ni si es macho o hembra (detalles insustanciales intrascendentes para el relato), al que nos presentan en total soledad viviendo en una casa de campo donde se supone que en algún momento hubo seres humanos, pero en donde lo único que hay alrededor son misteriosas esculturas gatunas de diferentes tamaños. Dicha ausencia puede estar justificada por una repentina subida del nivel del agua (¿quizás por el cambio climático?) que pronto lo anega todo, forzando al gato a buscar refugio en un pequeño barco donde tendrá que aprender a convivir con otros animales que se irán sumando a su inesperada aventura (entre otros un capibara, un inquieto lemur que enseguida me recordó a los de la saga de animación Madagascar, un entrañable perro labrador y un pájaro secretario, que resultará ser el único capaz de hacer que no naveguen a la deriva) Sus andanzas por intentar sobrevivir en lo que aparenta ser el fin del mundo les obligará a aprender a colaborar entre sí.
Que los protagonistas sean animales que en todo momento se expresan como lo que son por naturaleza, aunque en algunos momentos si puedan llevar a cabo acciones no tan propias de ello (enfocadas desde un punto de vista más poético) puede echar para atrás a según que espectadores. Pero sería un error ya que esta película, que parece tener ecos del Arca de Noé, es una digna introducción al reino animal para los más pequeños, que aprenden el valor que tienen en la naturaleza, mientras que el público adulto puede deleitarse con los valores que transmite, ya que los ojos de algunos animales (en especial el gato) son más expresivos y ofrecen mayor contexto que el que pudiera generarse con meras palabras. Es por ello que resulta curioso la dudosa elección de que sus bellas imágenes tengan como contraste unos animales no tan bien perfilados visualmente (el único handicap que le podría achacar), aunque en esencia tendría que prevalecer su moraleja: si diferentes animales pueden ponerse de acuerdo y cohabitar, ¿acaso las personas no pueden?
CALIFICACIÓN: Buena (4/5)
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- FICHA TÉCNICA y SINOPSIS en IMDB (en inglés) y FilmAffinity (en español)
- FECHA DE ESTRENO EN ESPAÑA: 24 de enero de 2025.
- Galería de posters por este enlace.
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