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viernes, 27 de agosto de 2021

CANDYMAN (2021), vuelve el asesino negro en serie (crítica sin spoilers)

Cuando descubrí hace unos años la vertiente literaria de Clive Barker tengo que admitir que disfruté mucho recuperando todo lo que había suyo en las bibliotecas (en la etiqueta de este post con el nombre de dicho autor teneis bajo la presente crítica todas mis reseñas que cito) Lo curioso es que a nivel visual no es que haya tenido muchas adaptaciones de renombre más alla de Hellraiser, Razas de noche y Candyman; y como siempre suele ser la tónica habitual con el género del terror, las mejores adaptaciones suelen ser las iniciales, ya que a partir de ahi las sucesivas secuelas (hasta 10 para Hellraiser e hicieron trilogia con la adaptación previa de esta Candyman) tan solo sirven para ofrecer más de lo mismo (Razas de noche, basada en la obra Cabal, no pasó de la primera)

De Hellraiser la recuperé hace unos años al descubrir la obra de Clive Barker por lo que tengo que admitir que cuando la ví me resultó bastante correcta como adaptación teniendo en cuenta la época en que fue hecha (1987) En cambio de Candyman (la de 1992) si me recordaba de haberla visto en televisión, en un pase del cual recordaba que se me hizo entretenido, y que cuando leí el relato en el que se basa (Lo prohibido dentro del volumen 3 de los Libros de sangre) pude ver que más o menos era coherente con el mismo. 

Si en el género del terror ha habido muchos matarifes que se han hecho populares (Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street, Jason Voorhees en Viernes 13 o Michael Myers en Halloween, por citar unos ejemplos), eso ha provocado que algunos de los actores que los interpretaron se hayan quedado ya en la memoria colectiva encasillados en ese personaje, siendo ejemplo de ello Anthony Perkins por Psicosis (todo un clásico) o Robert Englund por el antes citado Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street. Esto viene a colación porque al actor Tony Todd, también presente en esta nueva versión, le ocurrió algo similar al encarnar a Candyman en las tres películas iniciales, quedando ya intrínsecamente ligado a dicho personaje. Por su parte hay que citar en referencia a esta película que el nombre más conocido de la misma sería el de su productor y coguionista Jordan Peele, del que tengo como referencia su película Nosotros (Us) y su labor en el reciente remake televisivo de La dimensión desconocida, en ambos casos con resultados tan solo correctos.

Eso no va a variar demasiado con esta Candyman, que tiene una función más o menos parecida al reboot de La noche de Halloween de 2018 con Jamie Lee Curtis: actualizar un mítico asesino en serie para las nuevas generaciones. Al igual que aquella, que se consideraba secuela directa del film de 1978 dirigido por John Carpenter, el presente film dirigido por Nia DaCosta funciona como secuela de la película original de 1992 dirigida por Bernard Rose. El personaje que da título a la película parte de una leyenda popular contada de generación en generación, por lo que es evidente que se sabe valorar el trasvase de tradiciones con el paso de los años, en este caso con un equivalente al clásico Hombre del Saco con el que se asusta y previene a los más pequeños (en eso destacaría la muy acertada parte realizada con una animación similar a las sombras chinescas en diferentes momentos de su metraje y en los créditos finales, para narrarnos los orígenes de este mito, y la "relativa" justificación para su venganza) 

Esta película vuelve al escenario donde tuvo lugar la de 1992, un barrio suburbano en el que vive un pintor artístico no muy destacado que busca despuntar en el mundo del arte. Cuando debido a una serie de hechos se entere de la leyenda de Candyman muy pronto empezará a obsesionarse con él, al mismo tiempo que diferentes personajes que se cruzan directa o indirectamente con él empezarán a morir de forma sangrienta. Se nota MUCHO (porque la película lo matiza una y otra vez) que estamos ante la enésima crítica contra el racismo aún inherente en nuestra sociedad, y que en Estados Unidos se hace especialmente patente contra las personas de raza negra. De hecho en cierto momento de su tramo final pensé si lo que querían llevar a cabo es el renacimiento de un oscuro antihéroe social (como muchos que vieron la luz en la década de los noventa, cuando se estrenó el primer film) capaz de defender a los desvalidos y a los desfavorecidos de los verdaderos villanos (entiéndase los blancos, al menos según está planteado)

El problema radica en que eso queda solapado por una serie de personajes más o menos perfilados pero que (al menos en mi caso) no me despertaron ningún interés. Los mismos irán desapareciendo a medida que avance el metraje en escenas tan brillantemente filmadas, jugando con acierto con las perspectivas, como en algunos casos totalmente intrascendentes para el resultado final (siendo el mejor ejemplo de ello la que tiene lugar en un lavabo femenino de un instituto con una serie de adolescentes cuya único objetivo parece ser el garfio de Candyman) De hecho la progresiva degeneración de Anthony, el pintor antes citado que se obsesiona con este mito macabro, me resultó un tanto previsible si bien también es cierto que tiene algunos pocos detalles llamativos, lo que me llevó a recordar (con las consabidas diferencias) la de Jack Torrance en El resplandor. Al final el único mérito estaría en aportarle de nuevo a la comunidad negra un asesino en serie con el que empatizar, en un género mayoritariamente plagado de matarifes de raza blanca.
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  • FICHA TÉCNICA y SINOPSIS en IMDB (en inglés) y FilmAffinity (en español)
  • FECHA DE ESTRENO EN ESPAÑA: 27 de agosto de 2021.
  • Galeria de posters de la película por este enlace.
  • LO MEJOR: La importancia que se le da al trasvase de historias y leyendas de generación en generación, en este caso con una acertada animación similar a las sombras chinescas. También su evidente mensaje en contra de todo tipo de racismo (aunque al final acaba siendo redundante)
  • LO PEOR: Momentos tan brillantemente rodados como argumentalmente intrascendentes que no aportan nada más que el consabido toque morboso y sangriento, siendo el mejor ejemplo la escena en el lavabo femenino.