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miércoles, 2 de noviembre de 2005

Relato: DIAL H FOR HERO (CAPÍTULO 3)

En anteriores capítulos:
DIAL H FOR HERO (Capítulo 1)
DIAL H FOR HERO (Capítulo 2)

Oscar Filch trabajaba en el bufete de abogados de Usher, Naylan y Alcott como ayudante de contabilidad. Era un chico de 31 años, de carácter tímido y reservado, a lo que ayudaba un ambiente de trabajo bastante recto que tampoco le permitía confraternizar mucho con sus compañeros de trabajo. De todas maneras había entablado amistad con una compañera, Mary Durban, con quien había ido a comer un día, charlando cada uno de sus cosas. Ella trabajaba como abogada en el mismo bufete, y recientemente había sido salvada por Punisher del ataque de un psicópata (o al menos eso era lo que sabía él). Pero desde aquel incidente la notaba muy rara, y decidió invitarla a comer un día para comentárselo.

Normalmente Mary siempre había sido una mujer nerviosa y vivaracha, pero últimamente se la veía decaída y apática. Oscar, tras pedir el menú en el restaurante, decidió preguntarle directamente:

- Mary, ¿qué te pasa? Últimamente te veo bastante triste desde que te pasó aquello con Punisher.

- No es nada Oscar. Simplemente que aquello fue una experiencia bastante fuerte, y encima no ha ayudado mucho la presión a la que me veo sometida en el trabajo.

- Deberías de coger la baja. Quizás unos días de descanso te vayan bien.

- No es nada Oscar. No te preocupes, ya verás como se me pasa.

- Bueno, bueno, como quieras. Es que te aprecio y me sabe mal verte así.

Ella lo miró durante un instante en silencio y luego sonrió:

- De verdad que no tienes de que preocuparte Oscar. Muchas gracias.

- Vale, pero quiero que sepas que si está en mi mano ayudarte en lo que buenamente pueda, mi ayuda la tendrás. Y no te preocupes que si es algo de lo que no tiene que enterarse nadie, seré discreto. Cualquier cosa por una amiga.

Mary lo miró como si lo estuviera analizando, como si estudiara si de verdad podía confiar en él o no. Al final dijo:

- En este sitio hay personas que nos pueden oír, vámonos a mi casa.

- ¿Eh? –dijo sorprendido Oscar. Y es que Mary era una mujer casada, y aunque a Oscar siempre le había parecido lo suficientemente guapa como para tener una aventura sexual con ella (tampoco nada más), no quería verse metido en problemas.

- Tu tranquilo –dijo ella, como leyendo sus pensamientos- Mi marido no viene a comer a casa al mediodía. Además, lo que te voy a enseñar te gustará.

No, aquello no podía ser. Era inconcebible, pensó Oscar. Lo que le pasaba a Mary era que debía de habérsele juntado su reciente incidente con Punisher, alguna crisis en su casa más la presión del trabajo, y ahora ella estaba a punto de desfogarse con el primero que tenía delante, y en este caso era él. ¿Se iba a convertir en su amante? ¡Ui, ui, ui, más le valía que se fuera con ojo e intentara evitar problemas!

- Mary, ¿estas segura? Es que no quiero que pienses lo que no es, porque si es lo que creo que es, a mí también me gustaría, pero prefiero no verme metido en problemas con tu marido.

- ¿Qué? Ja, ja, ja, ja, no me hagas reír. No, no es eso. Me sorprende que a cuenta de lo mío me hayas dicho que te gusto.

- Pero... pero... ¿no es...?

- Te aseguro que acostarme contigo sería ahora el menor de mis problemas, aunque todo se puede mirar, porque la desesperación te hace realizar locuras.

Tras eso salieron juntos del local y se dirigieron a casa de ella. No se cruzaron ninguna palabra por el camino, pese a que Oscar estaba alucinado, porque tras sus últimas palabras ya no sabía que pensar. ¿Es que Mary se había vuelto loca?

Al llegar a su casa ella lo llevó directamente al dormitorio, con lo cual si Oscar ya estaba nervioso por el camino, en ese momento estaba ya directamente histérico:

- Mary, será mejor que te tranquilices, no hagas nada de lo que después nos tengamos que arrepentir.

- Calla idiota, y mira.

Se desabrochó la blusa y se la sacó, quedándose sólo con el sujetador de cintura para arriba. Entonces fue cuando se percató de que tenía algo entre las tetas. ¿Es que se había guardado el móvil ahí? ¿Era eso lo que quería enseñarle? Se sacó del canalillo aquel objeto, que no era un móvil pese a ser del tamaño de un ratón de ordenador (quizás un poco más pequeño) y plano como un reloj de pulsera. Parecía un dial como el de los antiguos teléfonos, pero en lugar de números tenía cuatro teclas: H-E-R-O.

- Esto lo tenía Sam Scott, alias el Diacono y alias Satánico Pandemonium, cuando me atacó. Esto fue lo que le otorgó los poderes.

- Mary, tú eres abogada y eso es una prueba. Tenias que haberla entregado.

- Lo pensé Oscar, pero no te imaginas lo que hace –y tras decir eso apretó las teclas.

Aquello era increíble. Generalmente Oscar se vanagloriaba de tener bastante imaginación, pero jamás habría pensado en algo así. Mary estaba frente a él, pero ya no era la misma. Ahora tenía el cuerpo más atlético, y una cinta para el pelo le cubría una melena que había crecido hasta caerle por los hombros. Por su parte un ajustado pantalón violeta marcaba su estupendo cuerpo de cintura para abajo, mientras que de cintura para arriba un sujetador del mismo color que el pantalón resaltaba sus hermosos pechos. Dos cintas también violetas estaban anudadas a sus brazos, mientras en sus manos tenía ella dos dagas que empezó a mover con una agilidad pasmosa. Se parecía mucho a Elektra.

- ¡Dios Mío!, ¿qué te ha pasado?

- Te lo dije Oscar. Este dial otorga poderes de superhéroe a quien aprieta las teclas HERO. Sólo tienes que volver a apretarlas para volver a la normalidad. Y cuando las vuelves a apretar, te transformas en otro superhéroe diferente. Y así tantas veces quieras.

- Ya lo entiendo, por eso estabas tan cansada. Te has dedicado a jugar a los superhéroes sin decirle nada a nadie. Te estas arriesgando, es un juego muy peligroso. Gente como los Vengadores o los Cuatro Fantásticos estan preparados, pero no puedes esperar que tú seas lo mismo de la noche a la mañana.

Mary apretó las teclas y volvió a la normalidad.

- Tienes razón Oscar. Estoy poniendo en peligro mi matrimonio, mi trabajo y mi vida con esto. Llévatelo y deshazte de él.

- Actúas con sensatez, lo cual...

- Pero antes voy a probarlo una última vez –y diciendo esto apretó nuevamente las teclas. Esta vez el cambio, en principio, pareció ser sólo a nivel de vestuario, porque apareció vestida con un traje de spandex negro y azul parecido al de la Chica Invisible de los Cuatro Fantásticos. Pero de repente otra Mary apareció a su lado. Y luego otra. Y otra. Se estaba clonando a voluntad.

- Soy Clonex, la mujer múltiple. Mira que he experimentado poderes, porque he tenido superfuerza, agilidad, velocidad, invisibilidad,... pero no había tenido aún el don de la ubicuidad.

- Resulta curioso –dijo uno de los clones.

- Si, porque todas somos la misma –dijo otro.

Entonces Oscar, viendo las posibilidades de lo que este último cambio le ofrecía, le dijo:

- ¿Hacemos el amor?

- No, no eres mi tipo. –dijo la Mary original- creí que eso ya había quedado claro.

- No, me refiero con una de tus copias. Cuando vuelvas a apretar las teclas, desaparecerán. Vale que estas casada, pero si técnicamente me acuesto contigo sin ser tú, aunque seas tú, no le eres infiel a tu marido. Total, ¿qué te cuesta? Concédeme esta fantasía...

Uno de los clones de Mary se acercó a Oscar y le besó. Mientras se desnudaban la Mary original le dijo:

- Me voy a la calle. Tienes media hora. Tras eso apretaré las teclas para volver a la normalidad y tiraré el dial por el puente de Brooklyn.

Oscar no quería más, y no necesitó más. Él había visto en Mary una fantasía sexual, y esta quedó totalmente saciada tras aquello. A la media hora la Mary que estaba sobre él se evaporó, dejándolo sólo en la habitación. Poco después llegó la Mary original:

- Ya está. Ha acabado. Estuvo bien mientras duró aunque era muy arriesgado. Pese a todo me lo pasé bien, porque los primeros días le detuve los pies a unos cuantos gamberros gracias a mis habilidades. Pero tenias razón, no podía seguir así. Gracias por tu consejo, espero que también estés contento con lo que has recibido a cambio –le dijo con una sonrisa maliciosa en los labios- Este será nuestro mutuo secreto.

-Vale. –contestó Oscar devolviéndole la sonrisa.

Tras su experiencia como superheroína, Mary Durban siguió trabajando como abogada y continuó felizmente casada. Oscar, por su parte, siguió con su vida normal, aunque cada semana solía salir al mediodía a comer con Mary, momento que aprovechaban los dos para que ella le contara las experiencias que vivió en su breve temporada con habilidades especiales.

EPILOGO

El Rino siempre había sido un villano al que acudían cuando no quedaba nadie más, porque generalmente como era una persona de pocas luces, más valía darle una orden directa porque... sus neuronas no daban para más. En este caso le habían dicho que siguiera sigilosamente (algo raro en él...) a Mary Durban, porque Kingpin sospechaba que ella tenía un objeto (un dial dorado con las teclas HERO) que él quería. Aquella noche la siguió hasta el puente y la vio lanzar el chisme ese.

Las ordenes de Kingpin habían sido muy precisas, en cuanto se supiera que la Sra.Durban tenía el dial, había que arrebatárselo, por las buenas o por las malas. Pero como en este caso ella misma era quien se había deshecho de él, Rino llamó y recibió las ordenes precisas. Olvidarse de Mary Durban, ella ya no formaba parte de la ecuación. Ahora lo que tocaba era ponerse el traje de buzo y tirarse al agua en busca del dichoso aparato.

Relato: DIAL H FOR HERO (CAPÍTULO 2)

En anteriores capítulos:

DIAL H FOR HERO (Capítulo 1)

PROLOGO

Billy se asombró de que las cosas no hubiesen empeorado, y es que desde su pequeña aventura como superhéroe, como mínimo se había transformado en una persona más abierta, pero casi le había hecho meter la pata con Jessica, su compañera de trabajo. Y es que, como el título de aquella película, ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, eso era únicamente lo que había buscado en ella (¡si es que mira que fue imbecil por intentar disfrazar una mera atracción sexual con algo más!).

Pero tras una conversación posterior había quedado todo claro (ella también había pasado lo suyo, aunque ahora quería estar sola y, tal y como le dijo, no era su intención hacerle daño, porque ella sabía muy bien lo que eso significaba) Y Billy decidió no darle la tabarra, que en estos casos más vale tener una buena amiga (y Jessica siempre lo había sido) que tener que ver todos los días una cara amargada al llegar.

De repente el ruido del teléfono lo sacó de su ensimismamiento:

- ¿Diga?

- Billy, soy Ben Urich. Necesitamos que vengas a ver el ordenador de Jameson porque no sé que le pasa y anda vociferando como loco por la oficina.

- Enseguida.

Billy se acercó a la central del Bugle, donde trabajaba, y al llegar comprobó el ordenador de Jameson (el propietario del periódico). Se le había desconfigurado el correo electrónico debido a un virus de estos puñeteros que no dañan el ordenador pero que lo desbarajustan un rato. Al arreglarlo le dio a ENVIAR Y RECIBIR para comprobar que funcionara bien. Fueron entrando los emails y Billy estaba a punto de volver a zambullirse en sus pensamientos cuando uno le llamó la atención:

MISTERIOSO VILLANO ASESINA A UNA FAMILIA AFROAMERICANA
La pasada madrugada una familia de clase media que vivía en la zona oeste del Bronx fue brutalmente asesinada y su edificio quemado por un misterioso villano que vestía de oscuro y que se identificó como el Diácono según algunos testigos presenciales. La policía metropolitana le sigue la pista, así como algunos de los enmascarados de la ciudad, pero de momento no se sabe nada de él.


Ese email era uno de tantos que le solían llegar a Jameson con algún hecho relevante, y él luego juzgaba cuales eran de interés y cuales no. Generalmente era información proporcionada por contactos de los periodistas del Bugle, que a veces se adelantaban incluso a las noticias oficiales.

Pero si a Billy le había llamado la atención era por otra cosa. Estaba seguro que, fuera quien fuese el tal Diácono, era una persona que había encontrado el dial que él había tirado a la basura. Y el dial daba poderes, pero luego dependía de la persona como los usara...

DIAL H FOR HERO : CAPITULO 2

Mary Durban era abogada en un bufete neoyorquino. Uno de sus competidores era el bufete de Nelson y Murdock, famoso por el éxito que solía conseguir en casi todos sus casos, si bien últimamente había habido mucha polémica desde que surgió el rumor de que el abogado ciego Matt Murdock era el enmascarado Daredevil, cosa que aún no se había podido demostrar.

Mary era una chica joven, de 29 años, y el prototipo de eso que se suele llamar la vecinita de al lado, ya que era bastante atractiva aunque tampoco con la belleza de las supermodelos (o, para el caso, de las superheroinas). Llevaba dos años casada y recientemente había conseguido trabajo en el bufete de Usher, Naylan y Alcott. Normalmente sus casos eran los típicos y tópicos de infidelidades de todo tipo que daban lugar a procesos de divorcio, separaciones, etc. Pero ahora le habían encargado un caso raro.

Sam Scott era un hombre de 46 años. Su fama de racista era sobradamente conocida, ya que era el presidente de la asociación CIUDADANOS PUROS, que descaradamente promovía la supresión de toda clase de beneficios y ayudas para todo aquel que no fuera de raza blanca. Si bien sus palabras eran ofensivas en la mayoría de casos, nunca habían pasado de ahí, pero el día anterior había sido detenido como sospechoso de ser el Diácono, un supervillano que había aparecido de la nada pero que se había cargado todo un edificio de la zona pobre del Bronx habitado por afroamericanos. Y el bufete de Mary había aceptado el caso, poniéndola a ella como su abogada de oficio.

Sam y Mary estaban en un despacho especial de interrogatorios que estaba acondicionado con un inhibidor de poderes. Eso permitía que cualquier supertipo que entrara allí perdiera los poderes mientras estaba dentro, lo cual les hacía pensar más con la cabeza y menos con los puños.

- Buenos días Sr.Scott. Soy Mary Durban, su abogada de oficio.

- Hola guapísima. Venga, vamos a hablar.

- Sr. Scott, sere clara. ¿Es usted el Diácono?

- Sí.

- ¿Sí? ¿Y lo admite así, sin más?

- Usted es abogada, demuestre como lo he hecho. El Diácono, según los testigos presenciales, derribó varias puertas y paredes a patadas, se enfrentó con cinco hombres a la vez matándolos a todos y destrozó a puñetazos los pilares del edificio para luego lanzar unas bolas de fuego con las manos que lo incineraron todo. Y usted misma podrá ver tras el examen médico que me han hecho que mi fisonomía es normal, ni tengo ningún poder ni contacto con nada que me dé poderes.

- ¿A que juega? Si usted no es culpable adelantaría más reconociéndolo.

- Es que soy culpable. Odio a los negros, a los gitanos, a los moros, a todas esas putas razas de gentuza inferior que vienen aquí a comerse nuestras ganancias y a aprovecharse de nuestros beneficios, sacándole la comida de la boca a gente de nuestro país. Y yo fui allí y los maté a todos. Y disfruté. Y lo volvería a hacer. Y mataría a más. Y es que deseo matar a más. Pero para eso necesito salir de aquí, o sea que espero que me liberen pronto, encárgate de eso, nena.

- Sr.Scott, un respeto por favor.

- Sabes, estas muy buena. Creo que cuando salga de aquí te iré a hacer una visita. Seguro que tienes necesidad de un hombre como Dios manda.

- Sr.Scott, espero que se calme porque mientras continúe en la misma aptitud no haremos nada.

Pero eso fue exactamente lo que pasó. Nada. Ni una sola prueba de que Sam Scott hubiera cometido los asesinatos, y por mucho de que él admitiera que lo había hecho, si no había pruebas para detenerlo, había que dejarlo en libertad.

Pasó una semana, y Mary salía un día de trabajar. Se había quedado hasta tarde, pero llamó por teléfono a su marido para que viniera a buscarla, a lo que él contestó que en unos 20 minutos llegaría. Mary se sentó en un banco del parque que había frente al bufete, ya que como hacía un poco de calor prefería esperar a su marido en la calle, donde estaría más fresca.

De pronto vio a un hombre con sombrero y gabardina que se acercaba donde estaba ella. Quizás fue su intuición femenina, pero de repente se puso alerta. El hombre se acercó a ella y se sentó a su lado:

- Disculpe –dijo ella- pero estoy esperando a mi marido.

Ella esperaba que diciendo eso el hombre se cohibiera un poco, pero por si acaso ya estaba a punto de levantarse e irse cuando él la agarró de la blusa para que se volviera a sentar. De repente sintió como se ponía encima suyo, agarrándola con firmeza. Entonces ella pudo ver su rostro, el rostro de Sam Scott mezclado con el de un demonio. Su cuerpo se había vuelto rojo y su musculatura y su fuerza habían crecido, como pudo notar Mary al tenerlo encima de ella. Su rostro tenía una mirada de locura total, aparte de dos cuernos que salían de su frente como si se tratase del mismísimo Satanás. Se había transformado en un demonio.

- Te dije que necesitabas probar un nuevo hombre, abogadilla. Antes fui el Diácono, pero ahora soy Satánico Pandemonium, y no te llegas ni a imaginar el rabo que tiene este demonio...

Mary se asqueó cuando aquel monstruo le puso las manos sobre las tetas, sobándolas lascivamente, pero con la idea de ganar tiempo le dijo:

- Escuche, probablemente me va a violar y a matar, ¿porqué no me dice como ha hecho... esto?

- Es justo, total, se explica rápido. Iba yo paseando por la calle un día cuando me crucé con una pareja. Me fijé que el tío tiraba algo a la basura y lo recogí. Era como una especie de dial con las letras HERO. No le di importancia pero probé de apretarlas y me transformé en el Diácono. Viendo el poder que tenía encima, el resto ya se lo puede imaginar. Ahora menos charla y más sexo.

Mary, en el suelo, con aquel hombre-demonio encima, pensaba que había llegado su fin. Pensó en su marido, y en cuanto lo quería y decidió cerrar los ojos para no ver el horror de sus últimos momentos.

Y justo entonces, el monstruo que tenía encima fue lanzado hacia un lado por un golpe. Mary rápidamente chilló por la sorpresa pero se levantó y se puso a resguardo en el cercano portal. Entonces se fijó en que el diablo se levantaba refunfuñando, pero ya no la miraba a ella para atacarla, sino a su salvador: Frank Castle, el Castigador.

Frank Castle era un exsoldado que había intentado volver a la vida civil, pero que al ser testigo involuntario (junto con su mujer y sus hijos) de un ajuste de cuentas, había visto morir a los suyos a manos de los mafiosos. Tras perder a su familia Frank se convirtió en Punisher (el Castigador), una máquina de matar maleantes, perseguido por la justicia por sus métodos expeditivos.

Esa noche Frank estaba siguiendo a unos esbirros de Kingpin metidos en un asunto de drogas con niños, cuando se encontró con aquel monstruo que intentaba violar a la mujer. Si hay una cosa que Frank no aguantaba era la violencia contra mujeres y niños. Golpeó al monstruo, lo que le facilitó la huida a la chica. Estando ella a cubierto sacó Punisher una ametralladora y acribilló al monstruo, el cual cayó sin vida al suelo, transformándose después en un ser humano normal.

- ¿Está bien? –le preguntó Frank a la mujer.

- Si, gracias –tras lo cual Mary le contó todo, absolutamente todo, lo relacionado con el caso. Punisher miró en la gabardina que había llevado puesta el demonio, pero no encontró el dial que había dicho Mary. Tras aquello llegó el marido de Mary, quien fue corriendo a socorrerla, pensando que Frank era el atacante. Mary le dijo que no, que Punisher había sido quien la había salvado pero Frank Castle desapareció en las sombras de la ciudad cuando escuchó que se aproximaban las sirenas de la policía.

Mary contó lo sucedido a los agentes, pero cuando se registró el piso de Sam Scott no se encontró nada. Lo del dial se pensó que había sido un invento, aunque no se pudo justificar como pudo conseguir sus poderes Sam Scott.

EPILOGO 1

Torres Fisk. Su propietario, Wilson Fisk, alias Kingpin, había escuchado lo que le había dicho uno de los esbirros que habían sido testigos (tras ser seguidos por Punisher) del asunto entre éste y aquel demonio. Kingpin sabía lo que era tratar con superhéroes, aunque él no tenía poderes. Pero si existía por ahí un dial que otorgaba habilidades extraordinarias a su poseedor, sin duda el Kingpin del crimen de Nueva York haría lo que estuviera en sus manos para que ese dial fuera suyo...

EPILOGO 2

Mary esperó a que su marido estuviera dormido, y se levantó en silencio. Cogió la ropa de su incidente de esa noche y sacó el dial del bolsillo del pantalón. Mientras Punisher había acabado con Scott, Mary vio que el dial había caído del bolsillo de la gabardina del demonio. No sabía porqué, pero su instinto le había indicado que lo cogiera y que se callara. Lo miró en silencio, observando los cuatro botones: H-E-R-O. ¿Sería verdad lo que había dicho Sam Scott cuando la atacó? ¿Pasaría algo si lo probaba?...

lunes, 29 de agosto de 2005

Relato: DAREDEVIL THE END

Todo empezó con la lluvia verde. Nadie supo que era pero de repente los cielos de todo el planeta estaban verdes. Tanto de día como de noche se veían unos minúsculos puntos verdes que caían a millones desde el cielo, siendo visibles tanto de día como de noche.

Los científicos investigaron, pero no se sabía que era. También se activó la alarma de los superhéroes, pero en principio parecía que no había ningún peligro. Simplemente eran como una especie de granos (más pequeños que un grano de arroz) de color verde fosforescente (de ahí que fueran visibles también de noche) pero a priori no parecían hacer nada, ni tener nada, ni ser tóxicos, contaminantes o peligrosos de ninguna manera para el género humano. Incluso muy pocos tocaban el suelo, porque la mayoría parecían fundirse al entrar en la atmósfera (esa "fundición" de los granos que no podían atravesar la atmósfera era, según los científicos, lo que daba el aspecto verde a la "lluvia").

La lluvia verde duró una semana. En todo lo ancho del globo terráqueo se pudo ver, de tal manera que quien dormía la veía al despertar, y quien no quería salir a la calle lo veía por televisión. La sorpresa y el desconcierto inicial dio pasó a la curiosidad, por lo que grandes cantidades de personas se reunían en los sitios donde había una lluvia verde más intensa, generalmente cerca de núcleos urbanos como ciudades.

Matt Murdock escuchaba los comentarios asombrados de la gente, pero él no podía ver nada, ya que era ciego. Si tuvo en sus manos algunos granos que habían conseguido llegar a la Tierra, pero (al igual que el resto de superhéroes) no encontró motivos para pensar que aquello fuera una amenaza. Y la lluvia verde continuó durante una semana.

Al despertarse el octavo día de lluvia verde, Matt Murdock se dio cuenta que no escuchaba nada. Entonces, de repente, sus oídos supersensitivos empezaron a escuchar gritos de terror y de miedo. Sin saber aún la causa se puso su uniforme de superhéroe y salió hacía el origen de los gritos. Al salir se dio cuenta de que no podía determinar el origen de los gritos, porque estos provenían de todas partes. Y, estremecedoramente, todos coincidían.

La gente estaba ciega. Todos. Y todos estaban asustados porque no sabían que hacer. Daredevil intentó ayudar a los que pudo, para evitar accidentes, pero pronto tuvo que dejarlo porque la histeria de la gente (y su propia sorpresa, ya que Matt Murdock no sabía lo que pasaba) hizo que pronto desistiera. Decidió ir a ver a Reed Richards.

Al llegar al Edificio Baxter se dio cuenta de que las cosas no habían ido mejor allí. El edificio ardía por una de sus plantas, ya que Johnny Storm (asustado al ver que estaba ciego) había prendido fuego sin darse cuenta a varias cosas que ardieron hasta incendiar toda la planta. Daredevil intentó que Johnny se calmara, pero lamentablemente el incendio seguía su curso y no se podía apagar. Salieron vivos Johnny y Ben Grimm, pero el edificio se derrumbó tras unas cuantas explosiones sin que hubieran conseguido salvar ni a Reed ni a Sue.

Daredevil se dirigió entonces a Greenwich Village para intentar localizar al Doctor Extraño (tras dejar en un sitio seguro a la Antorcha Humana y a la Cosa, ambos ciegos) pero al llegar tampoco hubo suerte. El Doctor yacía medio devorado, al lado de una gigantesca cosa parecida a una planta carnívora, pero de dos metros y medio de altura..

De repente la planta atacó a Daredevil. Este rechazó el ataque, y la planta (quizás sorprendida de que su victima hubiera visto venir su agresión), se lanzó de nuevo al ataque, pero Daredevil le dio un fuerte golpe en el tronco que la desniveló... aunque en si sólo trastabilló, ya que aquella cosa tenía una especie de apéndices en su parte inferior que hacían como si fueran pies, y empezó a "andar" de una manera lenta, silenciosa, pero segura. Daredevil estaba al borde de una ventana, esperó al ataque del monstruo y cuando éste se lanzó hacía él, el cuernecitos se apartó y de un golpe lo hizo caer por la ventana.

Tras deshacerse de aquella monstruosidad, Matt Murdock empezó a investigar. En el escritorio de Extraño encontró un libro abierto, y pasó sus supersensitivas manos por encima para ver si podía descubrir algo en las palabras que Extraño había escrito:

"Hace tiempo leí una novela llamada "El día de los trífidos". Narraba una hipotética invasión extraterrestre a la Tierra, por parte de unos seres parecidos a plantas carnívoras que primero dejarían ciega a toda la población para así poder atacar y alimentarse de ella sin que huyeran. Parecía que sólo era una novela, pero cuando empezó esta misteriosa lluvia verde empecé a sospechar algo así, lo que pasa que no tenía manera de demostrarlo. Pero tras buscar unos días he encontrado la forma de hacer germinar de una manera acelerada estos granos que han caído del cielo. Mañana cuando me despierte veré que ha salido de aquí..."

Estaba claro que el método de Extraño había acelerado el proceso, pero el trífido le había atacado cuando aún estaba sorprendido por su repentina ceguera. Entonces Matt Murdock se dio cuenta de que aquello era el Fin del Mundo. Presumiblemente toda la gente del Planeta Tierra estaba ciega, ya que en una semana todo el mundo habría visto el brillo verde de la lluvia, que ya había cesado, y que parecía ser lo que provocaba la ceguera. Y si ahora los granos que habían llegado a tierra (en principio millones de ellos) germinaban y daban a luz a esas criaturas... la humanidad estaba perdida. Ni los superhéroes podrían salvarla, ya que si los Cuatro Fantásticos se habían quedado ciegos (y encima ahora dos de ellos estaban muertos) no conocía Matt a ningún héroe que no le hubiera pasado lo mismo.

Pero aún así los buscó. Y a medida que los buscaba empezó a ver cada vez a más y más trífidos (tal y como los había descrito el difunto Doctor Extraño). Fue a por Peter Parker pero había muerto ya que siete trífidos habían rodeado su casa y (tal como Matt encontró el lugar) Peter no pudo escapar tras intentar defender a su esposa y su tía... las cuales también acabaron muertas.

Volvió a por la Antorcha Humana y la Cosa. Los encontró luchando. Johnny sangraba por un brazo que le había arrancado un trífido de un mordisco, mientras Ben apalizaba a ciegas. Pero antes de que Daredevil pudiera impedirlo, la Cosa golpeó sin darse cuenta un pilar del edificio donde estaban y éste se vino abajo. Daredevil pudo salir pero ellos dos murieron. Matt no pudo detectar signos de vida en los restos.

La búsqueda siguió. Los héroes que no habían desaparecido (presumiblemente muertos por los trífidos) los encontraba ya cadáveres parcialmente devorados (caso del Capitán América y varios de los X-Men). Además, los mutantes caían como moscas, debido a que la lluvia verde no sólo los había dejado ciegos, sino que además los había dejado sin poderes. Aún así el esfuerzo de Daredevil le sirvió para salvar (aunque estaban ciegos) a unos cuantos amigos, como Elektra, Foggy o Flash Thompson. Este último había despertado de la postración física a la que había sido sometido tras un enfrentamiento entre Spiderman y el Duende Verde ocurrido hacía un tiempo, y como había vuelto de su letargo después de la lluvia verde, él no estaba ciego.

Por el camino también encontró a varios enemigos como Bullseye o el Castigador. Daredevil no quiso correr riesgos de llevárselos con él, así que simplemente les avisó de lo que se podrían encontrar. De todas maneras Bullseye se puso muy violento y Daredevil le tuvo que dar una buena paliza antes de que atendiera a razones.

Aquello era un caos, y parecía que el mundo que conocía hasta entonces había variado para siempre.

DIEZ AÑOS DESPUÉS

La colonia Daredevil se despertó al amanecer. Vivian todos en lo que quedaba de un antiguo rascacielos neoyorquino. Eran 100 personas, en principio los únicos supervivientes de todo el mundo. Algunas se habían quedado ciegas tras la lluvia verde que trajo a la Tierra a los trífidos, pero había algunas (como Flash Thompson) que podían ver, ya que habían estado enfermas durante aquel suceso, y su enfermedad les había impedido verlo y quedarse ciegos. No eran muchos (unos 20) pero ellos eran los que ayudaban y los que principalmente se encargaban de la vigilancia.

Todos ellos eran dirigidos por Matt Murdock. Todo el mundo sabía que él fue Daredevil, de hecho él mismo se lo dijo a los supervivientes una vez que ya se dieron cuenta de que el mundo tal y como lo conocían había finalizado. Además, todo parecía indicar que era el único superviviente vivo del grupo de los superhéroes.

Hacía ya siete años que se habían instalado en ese edificio. Matt y todos los que podían ver se encargaban de ir al exterior a por comida u otras cosas de necesidad. Tenían (por así decirlo) toda una ciudad que los podía servir. Pero iban precavidos contra los trífidos. La experiencia había enseñado que lo mejor para destruirlos era el fuego o dispararles al tallo justo debajo de la cabeza, aunque en una salida alguien había activado una alarma ultrasónica que le provocó a Matt dolor de cabeza durante una semana pero que también hizo explotar a todos los trífidos que había en dos kilómetros a la redonda.

Desde aquella vez Matt se obsesionó con la manera de destruir a aquellos monstruos, máxime cuando ya no le quedaba ningún amigo personal, ya que Foggy había muerto de una neumonía en el segundo año, mientras que Elektra (testaruda como ella sola) no quiso admitir nunca su fragilidad debido a su ceguera, y había muerto hacía seis años al caer rodeada por una manada de trífidos. Y del resto de sus seres queridos Matt no había vuelto a saber nada más, por lo que suponía que después 10 años tras la tragedia estaban todos muertos.

La investigación de Matt Murdock le llevó a los restos del Edificio Baxter. Se metió por las alcantarillas para conseguir llegar a donde pretendía. Buscó durante tres semanas (cada noche, cuando cerraban la colonia Daredevil, él salía a su objetivo) pero al final lo consiguió. El sótano de nivel 3 del difunto Reed Richards.

Al entrar en él le inundó un profundo olor a cerrado. No en vano aquel sitio había sido tapiado por arriba, al derrumbarse el edificio Baxter, y no había tenido ninguna ventilación, salvo por el agujero en una pared que había abierto Matt. Pero por lo demás parecía todo intacto.

Matt estuvo buscando y al final lo encontró. Los informes de los satélites de Reed. Él sabía que Richards había mandado varios satélites al espacio de cara a realizar pruebas científicas, ya que en un caso tuvo que contratarle a él como abogado de cara a unos problemas legales que habían surgido. Estuvo mirando las características de todos ellos, sin comprender algunas veces mucho la palabrería técnica que tenía Reed. Pero al final halló uno de telecomunicaciones, que en principio debería estar aún en órbita, y que daba la vuelta a la Tierra en 24 horas. Matt cogió toda la información y volvió a la colonia.

El grupo de supervivientes tenía algunos medios tecnológicos a su disposición, utilizados por los que podían ver de cara a intentar comunicarse con el exterior. Unos ordenadores, algunos transmisores de radio, etc. Todo ello funcionaba con una electricidad que ellos mismos tuvieron que ir a poner en marcha después de que los servicios mínimos de la ciudad quedaran paralizados, ya que nadie podía hacerse cargo de ellos. Afortunadamente la central eléctrica estaba alejada de los núcleos urbanos y no encontraron muchos trífidos por el camino, y ahora mismo sólo tenían que ir una vez por semana para garantizar que todo continuara bien. Además, también había ayudado el hecho de que uno de los supervivientes hubiera trabajado en aquella planta eléctrica, aunque una operación de la vista (que le dejó los ojos tapados una semana) le había permitido salvarla y ser uno de los no-ciegos de la colonia.

Cuando Matt volvió habló al día siguiente con otro de los supervivientes, que en su día había sido hacker informático. Este también podía ver, se había salvado al haber sido detenido y confinado durante una semana en una celda incomunicada. Matt lo había salvado en persona cuando escuchó sus gritos de socorro diciendo que él no estaba ciego, que lo sacaran de allí.

Murdock le contó su plan. Necesitaba que, con los datos que había cogido del sótano de Richards, entrara en la programación del satélite para reprogramarlo y hacer que enviara ondas ultrasónicas a máxima potencia. Si Matt no se había equivocado, eso destruiría a los trífidos de todo el mundo y daría una posibilidad a los supervivientes de la colonia de volver a hacer suyo el planeta que les habían arrebatado (Murdock suponía que si ellos habían sobrevivido, en otros países también habría supervivientes, y eso los ayudaría a todos).

El hacker hizo la programación tal y como le habían pedido. Había sido muy bueno en su profesión (por eso había acabado encarcelado, por meterse en donde no debía) y sólo tardó cuatro horas en dejarlo todo preparado. Ya estaba en marcha.

Daredevil reunió a toda la colonia en una sala del edificio. Les dijo todo lo que había hecho, y que eso podría limpiar la faz de la Tierra de aquellos monstruos. Pero les dijo que probablemente los ultrasonidos lo matarían, debido a que sus sentidos agudizados harían que para él sonase fuerte como si se tratara de una bomba atómica, mientras que los demás no escucharían nada, o como mucho un ligero zumbido. Pero les dijo que esa era su única esperanza, y que él deseaba que si funcionaba, volvieran a hacer suyo el planeta que les había sido arrebatado. Les dijo que él daba su vida para que ellos pudieran tener una vida digna. Tras el discurso se retiró.

Todos se emocionaron con lo que les había dicho, aunque no acabaron de creer algunos que fuera cierto. Al cabo de un rato escucharon un grito proveniente de donde él se había encerrado. Echaron la puerta abajo y lo encontraron sentado en una silla con los brazos caídos. Le tomaron el pulso. Estaba muerto.

De repente de los lugares de vigilancia de la colonia se escuchó otro grito, pero este de sorpresa. Todos los trífidos que había por la calle habían explotado. La gente se asomaba para verlo, y los que no podían verlo para escuchar como lo contaban los que si podían ver. Justo cuando se había escuchado el grito agónico de Matt, todos los trífidos a la vista habían reventado.

En los días posteriores diversas exploraciones por la ciudad demostraron que no quedaba ningún trífido vivo. Al final la solución de Matt Murdock, de Daredevil, había funcionado. La colonia dio un buen entierro a su héroe, en el mejor lugar del cementerio. Incluso le pusieron una lápida donde se podía leer: Aquí yace Matt Murdock (Daredevil) el héroe que nos dio un nuevo mundo.

lunes, 18 de julio de 2005

Relato: UNIVERSO MARVEL ZOMBI

Soy Uatu, el vigilante. Durante eones he observado infinidad de diferentes mundos, todos ellos parecidos pero todos divergentes, donde una mínima acción, un mínimo cambio, ha desarrollado una realidad alternativa donde los sucesos no han ocurrido como uno los conoce. Normalmente os suelo mostrar los más amables, pero hay algunos apocalípticos, donde el mundo tal y como lo conocemos ha desaparecido. Este es uno de ellos:

Todo empezó cuando de repente empezaron a surgir los muertos de sus tumbas, sin causa aparente. En principio era un hecho puntual en algunas ciudades, pero poco a poco la cosa se fue extendiendo. Aquellos seres de ultratumba eran aparentemente invencibles, ya que sólo disparándoles a la cabeza se conseguía que dejaran de vivir... si es que aquello se podía considerar vida. Pese a ello eran muertos inteligentes, o sea, tenían conciencia de lo que habían hecho en vida y lo seguían realizando. Incluso algunos podían hablar. Pero sus organismos estaban muertos, en mayor o menor grado según el tiempo que hiciese que habían fallecido. Y sólo tenían una necesidad... carne humana. Todo el mundo confió, cuando aquello comenzó a convertirse en una crisis importante, que los superhéroes pondrían fin a aquello, pero lamentablemente no fue así. La crisis empezó cuando atacaron a Spiderman.

Peter Parker, la persona tras la máscara, estaba durmiendo tranquilamente junto a su esposa Mary Jane. De repente su sentido arácnido le hizo despertarse de golpe, pero en un principio no parecía que ocurriera nada. Entonces escuchó un pequeño ruido proveniente de la habitación donde dormía su tía May. Se levantó y se acercó a la puerta, que estaba entreabierta. Su sentido arácnido zumbaba como loco. Al entrar vio a una mujer rubia que estaba inclinada sobre el cuerpo de su tía. Sorprendido le pidió que se identificara. La mujer rubia le contestó:

- Cariño, soy yo, Gwen...

La habitación estaba semioscura, pero Peter no se fiaba. ¿Era aquel el clon de Gwen Stacy? Porque desde luego que ella, la original, estaba muerta... El sentido arácnido de Peter seguía zumbando, pero decidió ignorarlo, ya que el clon de Gwen no era amenaza.

Ese fue su error, porque en ese momento Mary Jane, que había seguido los pasos de su marido, encendió la luz, y contemplaron el panorama. El cadáver de Tía May estaba sobre la cama, medio devorado por la Gwen Stacy zombi que había a su lado, una Gwen que se lanzó sobre Peter y le mordió en un brazo. Peter golpeó a aquella cosa y la estrelló contra la pared, destrozándola al hacerlo con su fuerza arácnida. Mary Jane ayudó a su marido a ponerse en pie para salir de aquel infierno, pero el virus que provocaba y desarrollaba el estado zombi lo mató en pocos segundos... o eso pensó. Peter volvió a la vida, pero su cuerpo estaba muerto, lo que pasa que el virus se había infiltrado en su cerebro y sólo le pedía una cosa... comer carne humana. Mary Jane fue su primera victima.

El Spiderman zombi fue al edificio Baxter. Dijo que quería ver a la Antorcha Humana para decirle su verdadera identidad. Johnny Storm se asombró pero accedió a recibirlo y el zombi de Spiderman también lo sorprendió y consiguió morderlo. La Antorcha se defendió lanzando una bola de fuego que dejó inconsciente al zombi de Peter Parker... pero el virus también invadió el cuerpo de Johnny Storm.

El virus siguió su expansión. La Antorcha Humana infectó a Sue y Reed, y entre los tres engañaron a la Cosa, a la que no podían morder, de tal manera que Reed le dijo que le volvería su aspecto humano con un experimento de su invención. El experimento volvió a Ben Grimm un zombi de roca, pese a que sus órganos internos eran de piedra, empezó a tener la necesidad de comer carne humana, pero eso volvió loco a Ben y tuvieron que encerrarlo porque arremetía contra todo y contra todos. Sin nada que comer, y con la mente totalmente desquiciada se suicidó en su prisión. Ya suficiente monstruo era como para aguantar eso, y su mente ya no pudo más.

Tras los 4 Fantásticos (que tras aquello se quedaron en tres) cayeron los Vengadores, aunque no todos, pero por cada nuevo superhéroe que caía bajo el virus zombi, más humanos morían, y cuantos más superhéroes combatían a sus antiguos amigos, más pasaban a morir en esa no-muerte. Incluso villanos como Kingpin, Magneto o el Doctor Muerte pusieron todos sus recursos, infraestructuras, medios y dinero para unirse con los héroes que quedaban y combatir la amenaza, pero aún así era imposible, porque los héroes que caían víctimas del virus se despertaban siendo los mismos que antes de morir... pero con el cambio sustancial de que no les importaba a quien matar y como para satisfacer sus deseos de carne humana fresca y en grandes cantidades.

Todo esto pasó en muy poco tiempo, desde los primeros muertos en levantarse de sus tumbas hasta la situación caótica que vivía este mundo apenas habían pasado siete días... ya sólo quedaban dos días para el Apocalipsis. Este llegó cuando Reed Richards descubrió la manera de propagar el virus por el aire para que infectara a todos los seres con superpoderes del mundo. Lanzó una cepa del virus por la ventana del edificio Baxter y este se propagó en pocas horas. Nueve días después de los primeros casos todos los héroes y demás personajes con poderes se habían convertido en muertos vivientes.

Superhéroes y supervillanos, todos ellos infectados, todos ellos muertos vivientes, todos ellos con ansias de comer carne humana fresca y cruda, tomaron el control del planeta y se alimentaron de toda la población viva, cuando no la transformaban en zombis como ellos. Un año después de aquel desastre la población humana del planeta había desaparecido, siendo los super-zombis los que lo controlaban todo (cuando acabaron los seres humanos se comieron a los humanos zombis sin poderes).

Ahora mismo, y ante la necesidad de tener algo para comer, el zombi de Reed Richards ha inventado una máquina con la que espera ponerse en contacto con otras dimensiones paralelas para intentar traer alimento humano a su mundo. Si os llama... tener cuidado con lo que hacéis. Este ha sido mi relato de hoy.