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domingo, 19 de noviembre de 2006

Relato: WHAT IF BAD SPIDERMAN

- Pase por aquí.

El guardia le indicó a Matt Murdock el camino hacia las celdas. De todas maneras, aunque Matt Murdock era ciego, sus sentidos aumentados le hubieran hecho encontrar el camino sin demasiados problemas, de todas las veces que había tenido que ir a esas celdas a entrevistar a acusados a los que tenía que defender. Cuando llegaron frente a la puerta número 12 el guardia abrió la puerta y le hizo entrar.

La celda donde entró Matt era grande, y estaba dividida en dos partes, una (donde estaba él) tenía una silla para que se sentara una persona. En medio de la estancia había un gran cristal que separaba un lado de la habitación del otro. Pese a que el cristal de seguridad era bastante ancho, Matt pudo notar los latidos de la persona que estaba al otro lado. Eran latidos tranquilos...

- Buenos días, soy Matt Murdock. Voy a ser su abogado defensor en la causa criminal abierta contra usted, y he venido para que me relate su historia de cara a poder preparar yo su defensa.

Un silencio se levantó en la estancia. La respuesta no fue inmediata, pero aún así (cuando llegó) Matt dio un pequeño respingo al romperse el silencio de la estancia de una manera tan notoria:

- Muy bien abogado. Creo que ya va siendo hora de que se conozca la historia. ¿Por donde quiere que empiece?

- ¿Qué tal por el principio? Cuente lo de sus tíos.

- Yo fui huérfano. Mis padres murieron y mis tíos (Ben y May Parker) cuidaron de mí. Todo iba bien, hasta que un día, en una exposición a la que acudí con mis compañeros de clase, me picó una araña. El bicho se ve que había tenido una dosis de radiación por encima de la normal, y eso (no sé por qué motivo) me concedió los poderes de Spiderman.

- ¿Y porqué no dijistes lo que te había pasado a tus tíos?

- Siempre fui una persona muy tímida. Eso me provocó numerosos problemas en mi relación con los demás. Yo quería ser una persona normal, pero mis compañeros de clase no hacían nada más que humillarme, una y otra vez. Todo el mundo se cachondeaba del estúpido Peter Parker. Y mira que yo me esforzaba por ser buena persona. Pero no había manera... Por eso, cuando obtuve esos poderes, me di cuenta de que con ellos podía conseguir lo que nunca había conseguido. Pero no quería decirlo a nadie. Si la gente pasaba de mí, yo pasaría de ellos. Por eso tampoco se lo dije a mis tíos. Eran buenas personas, pero se empecinaban en que me relacionara con la gente, y como la gente no hacía más que humillarme, su interés por mis relaciones sociales lo que me provocaba era mi odio hacia los demás. Aún así los quise ayudar por todos los esfuerzos que hicieron por mí, y por eso al principio Spiderman fue un showman de televisión como usted ya sabe.

- Y fue poco después cuando ocurrió lo de sus tíos...

- Si. Un ladrón entró a robar a nuestra casa. Yo aquel día no estaba, pero lo que pasó se ve que fue que el ladrón hizo más ruido de lo que pretendía, y entonces bajó mi tío Ben para ver que pasaba. El pobre recibió un balazo que lo mató. Mi tía chilló, y eso alertó al ladrón, que para no dejar testigos subió hasta donde estaba y también la mató de otro disparo. El estruendo alertó a los vecinos y llegó la policía, quien persiguió al ladrón hasta un almacén cercano, donde los cercaron. Ahí fue donde entré yo, que al enterarme de lo que había pasado me disfracé de Spiderman y atrapé al ladrón.

- Y lo matastes...

- Si. El odio me consumió, y le golpeé salvajemente hasta que paré al darme cuenta de que era un muerto lo que tenía en mis manos. Tras eso huí.
Después de aquello no sabía si seguir siendo Spiderman o no. Me había quedado huérfano y tenía problemas más acuciantes como el monetario. Por eso Spiderman empezó a realizar pequeños hurtos...

- En ese momento fue cuando empezó la campaña anti-Spiderman por parte del “Daily Bugle”.

- Si. Jameson acababa de perder a su hijo, que murió al ocurrir un error en la lanzadera espacial en la que iba y explotar en la atmósfera. Eso lo provocó un odio irracional contra Spiderman, porque consideraba que si su hijo (según él un verdadero héroe) no tuvo el trato que se merecía, no era justo que un criminal como Spiderman si lo tuviera.

- Le distes motivos para ello...

- La gente me odiaba. Siempre me habían humillado. Era el hazmerreír de todo el mundo. ¿Porqué no podía tener yo algún beneficio a cambio? Cómo era huérfano el estado me dio un tutor legal que me ayudase en mis estudios y me cuidara...

- Si, el doctor Curtis Connors.-interrumpió Matt Murdock.

- Exacto, el bueno de Curtis. Bueno, como decía, estuve viviendo con Curtis Connors, su mujer y su hijo. Mientras, seguía estudiando y empecé a trabajar en el laboratorio de Doc Connors. Pero el pequeño sueldo que me daba no llegaba para mucho, y por eso Spiderman siguió robando cada vez que Peter Parker necesitaba dinero

- ¿Y qué ocurrió con la familia de Connors?

- Un día, cuando volvía de robar, me pillaron sacándome la máscara tanto Martha como Billy. Se quedaron asombrados, pero yo no les di tiempo para más. No podía tener testigos, o se descubriría la verdad. Los maté a los dos y me deshice de los cuerpos.

A Matt Murdock le asombró que aquel joven hubiera confesado ya tres asesinatos y varios robos, y pese a todo hablara con la calma y tranquilidad con la que lo estaba haciendo. Valoró entonces que quizás esa frialdad escondía una gran inteligencia, una gran inteligencia que había seguido el mal camino...

- Después de matar a su mujer y a su hijo Curtis Connors tuvo una gran depresión. Eso quizás provocó el accidente de laboratorio que lo convirtió en el Lagarto. La cuestión es que dejó de ser mi tutor porque aparte de que ya no estaba capacitado, yo ya era mayor de edad, y me fui a vivir a un piso junto con Harry Osborn.

- ¿Cuál fue su relación con los Osborn?

- Padre e hijo estaban como una puta cabra los dos. Más claro no se lo puedo decir. Lo que pasa que he de reconocer que el padre era listo, muy listo, porque tenía una doble vida como la mía que jamás le hizo levantar sospechas entre el público. Todo empezó cuando un día iba yo balanceándome por la ciudad, sin un objetivo principal, cuando veo cerca a un tío con un disfraz verde. Era el loco de Osborn, en su personalidad de Duende Verde. Al principio no conseguí saber quien era, aunque él rápidamente quiso aliarse conmigo, porque dijo que entre los dos podíamos dominar la ciudad.

- Spiderman siempre fue un solitario –dijo Murdock.

- ¿Qué necesidad tenía yo de unirme a perdedores como el Doctor Octopus, el Buitre, el Rino o Electro? La prueba está en todas las veces que han estado esos en prisión, atrapados por alguno de los héroes que pululan por esta ciudad, mientras que yo siempre he conseguido eludir a la justicia. Y eso pese a que he tenido detrás de mí a gente como Daredevil.

Eso era cierto. Matt Murdock como Daredevil había intentado varias veces atrapar y detener tanto a Spiderman como a Punisher, pero siempre se le habían escapado. Sólo una vez consiguió meter entre rejas a Frank Castle, pero de poco sirvió porque escapó al poco tiempo.

- Poco después me di cuenta de que me estaba enamorando de Gwen Stacy, una compañera de estudios. Era la chica más bonita que había conocido nunca, la deseaba como jamás he deseado nada en toda mi vida. Pero ella se hizo novia de Harry Osborn. Yo estaba loco de celos pensando que mi compañero de piso se podía beneficiar a la chica de mis sueños. Aquello no podía ser, tenía que ser mía. Por eso un día le confesé mis sentimientos, ya que si hubiera aceptado, yo hubiera cambiado y hubiera dejado de ser Spiderman. Pero ella me dijo que amaba a Harry, y que se casaría con él. Que a mí sólo me apreciaba como a un amigo... No podía aceptar aquello, y menos cuando pocos días antes por fin había descubierto que Norman Osborn era el Duende Verde. ¿Cómo podía querer casarse con el hijo de ese chalado?

- Pero Norman también averiguó quien eras tú.

- Sí, y ese fue mi principal problema. Tras la negativa de Gwen, decidí entonces que sería mía, de una manera u otra. Por eso aquella noche, disfrazado de Spiderman, entré en su casa, la secuestré, me la llevé a un edificio abandonado y la violé. Tras aquello Gwen le contó a Harry lo que le había hecho Spiderman, y éste a su vez se lo contó a su padre. Osborn entonces secuestró a Gwen como Duende Verde y la llevó a la cima del Puente de Brooklyn. Allí me los encontré a los dos. Norman me dijo que no podía soportar la afrenta que había hecho contra su familia, y que iba a acabar conmigo y con mi amante.

- ¿Amante? ¡Pero si la habías violado!

- Si, pero Norman Osborn estaba más loco que una cabra, y para su mente enferma Gwen no había sido violada por Spiderman, sino que ella era su amante a espaldas de su hijo (a quien, por cierto, Norman nunca tuvo mucho aprecio).

- ¿La matastes?

- No. Reconozco que la violé, pero la quería. ¡Sí, no me mire con esa cara, la quería!. Jamás la hubiera matado. Lo que ocurre que ella había oído nuestra conversación, y pensó que tenía que escapar como fuera de dos locos como nosotros. Pero la noche anterior había llovido, las piedras del puente estaba húmedas y resbaló, cayendo al vacío. Intenté salvarla, pero no pude. Odiando a Osborn por lo que me había quitado lo perseguí hasta que lo alcancé y lo maté.

Mientras hablaba de Gwen Stacy, Matt notó como si un halo de humanidad envolviera durante un momento la fría voz de aquel joven. Pero ese halo desapareció, y él continuó.

- Tras eso el padre de Gwen, el capitán retirado de policía George Stacy, decidió descubrir quien era Spiderman, el criminal que le había quitado a su hija, y fue el que más cerca estuvo. De hecho lo supo en un enfrentamiento que tuve con el Doctor Octopus. Octavius quería dar un golpe e intentó convencerme de ir con él, primero por las buenas y luego por las malas. En nuestra lucha cayó una chimenea de donde estábamos combatiendo que aplastó al capitán Stacy.
A partir de ahí ya no encontré ningún motivo para ser un héroe. La vida sólo me había dado palos, primero humillado por mis compañeros de clase, después huérfano por dos veces. Y aunque actué mal, hubiera cambiado por mi amor por Gwen. Pero al perderla, decidí que entonces sería un criminal. Mi especialidad era principalmente ser ladrón de guante blanco, y eso me hizo conocer a Felicia Hardy. Me volví a enamorar, no con una pasión como la que había sentido por Gwen, pero amor al fin y al cabo. Y con Felicia, la Gata Negra, nos convertimos en los mejores ladrones de la historia. Nadie nos podía parar. Éramos felices, nos queríamos.

- Hasta Veneno...

- Exacto, hasta que entró Veneno. Durante las Secret Wars los héroes se trajeron a un simbionte alienígena sin darse cuenta (poseyó a Spiderwoman), y ese simbionte, al llegar a la Tierra, se transformó en Veneno. En uno de nuestros robos nos topamos con él y Felicia... la pobre Felicia... Veneno la mató. La destripó delante de mis ojos. Yo ataqué a aquel monstruo, pero era más fuerte que yo, hasta que luchando, luchando, incendiamos el edificio donde estábamos y me di cuenta del daño que le provocaba el fuego. Con ese factor a mi favor conseguí separar al simbionte del anfitrión, y tras eso maté a Spiderwoman (el anfitrión de Veneno) del odio que sentía por haber asesinado a Felicia momentos antes. Pero el simbionte entonces me poseyó a mí.
Tras eso empezó mi carrera criminal más salvaje: robos, asesinatos y todo tipo de atrocidades; y lógicamente aquello no podía acabar bien. Dejé demasiadas pistas, y al final Reed Richards de los Cuatro Fantásticos me atrapó, al descubrir que los sonidos fuertes también afectaban al simbionte. Lo separó de mi cuerpo, pero me di cuenta de que aquel bicho me había dejado sin poderes, incluso los que yo ya tenía. Fui apresado y ahora me veo aquí, tras descubrirse entonces quien era la persona tras la máscara de Spiderman.

Matt Murdock acabó de escuchar la historia, y tras eso se despidió de Peter Parker y salió al exterior. Al llegar a la calle pensó que en el fondo, muy en el fondo, aquel joven podía haber sido un héroe. Tenía lo necesario para serlo. Pero las circunstancias habían torcido ese camino. Pero seguro que en algún mundo paralelo, Spiderman es un héroe (pensó). Y seguro que uno de los mayores de la Humanidad.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Relato: What If Los Nuevos 4 Fantásticos

Soy Uatu, el vigilante. Durante eones he observado la infinidad de mundos que se disgregan a mi alrededor, mundos paralelos, diferentes, y donde un pequeño detalle, una pequeña decisión, ha variado sensiblemente los acontecimientos de un mundo a otro. Os he presentado ya muchos de esos mundos en otras ocasiones, pero ahora os presento uno nuevo.

En este mundo los Cuatro Fantásticos no existen, tal y como los conocéis. El cohete espacial en el que iban Reed Richards y los demás explotó en la atmósfera y los cuatro fallecieron sin llegar a convertirse en el famoso cuarteto de superhéroes. Ese vacío provocó ciertos cambios: los Vengadores se convirtieron en el grupo principal de héroes, mientras que la Patrulla X fue aún más proscrita, con lo que sus acciones se vieron cada vez más debilitadas hasta que casi no se supo de ellos. Según la mayoría de opiniones sus miembros se integraron en secreto en diferentes órganos de la sociedad.

En cuanto a otros héroes, la cosa tuvo bastantes divergencias. Spiderman existe tal y como lo conocéis. Está casado con Mary Jane, pero su Tía May ha muerto de un ataque al corazón hace pocos meses. Sus enemigos son casi los mismos que conocéis, pero en este mundo jamás existió Veneno. Si en la historia que vosotros conocéis fue Reed Richards quien separó al simbionte del cuerpo de Peter Parker, aquí fue Rayo Negro, el líder de los Inhumanos, quien con el grito que exhaló de su garganta volatilizó (literalmente) al simbionte. Por su parte Matt Murdock y Elektra Natchios estan casados. Celebraron su boda tras matar ella a Bullseye cuando este la quiso asesinar, envidioso de que ella fuera la asesina de Kingpin. Tras eso ella fue a confesárselo a Matt Murdock, pero aunque en un principio él iba a entregarla a las autoridades, lo pensó mejor y el amor que sentía por ella le hizo recapacitar y ayudarla a volver al lado del bien y dejar su pasado oscuro. Tras una amnistía, los dos se casaron y ahora combaten juntos el crimen. Por su parte Frank Castle no ha tenido ninguna diferencia especialmente destacable entre esta realidad y la que vosotros conocéis. ¿Y si las circunstancias obligaran a estos cuatro personajes a unirse contra una amenaza...?

La historia comienza en el bufete de Nelson y Murdock. Un mensajero trae un paquete para Matt Murdock (en esta realidad jamás se ha valorado la posibilidad de que Matt Murdock y Daredevil son la misma persona). El paquete tiene una cinta de video. Matt la pone en el aparato reproductor y aunque no la ve, su amigo Foggy Nelson le dirá cualquier cosa destacable de la imagen, mientras que él se concentrará en el sonido. La cinta es de Victor Von Doom. Aunque no existan los Cuatro Fantásticos, su archienemigo si existe:

- Este es un mensaje para el bufete de abogados de Nelson y Murdock. Me dirijo a vosotros por las innumerables veces que habéis estado relacionados con casos de superhéroes. Yo, Victor Von Doom, he encontrado la manera de conquistar el mundo. Tengo un anulador de poderes que me ha permitido atrapar y acabar con los Vengadores y la Patrulla X. Pero los héroes solitarios son más difíciles. Quiero que le hagáis llegar este aviso a Spiderman, Daredevil y todos los demás. Quien ose enfrentarse conmigo, se enfrenta a una muerte cruel.

Finaliza la voz y sólo se escuchan ruidos como de forcejeo y disparos.

- Foggy, ¿qué aparece en pantalla?

- Matt, estan saliendo en pantalla todos los héroes de la ciudad. Steve Rogers, Bruce Banner, Tony Stark,... Todos ellos son puestos en un paredón y fusilados. Aparentemente ninguno puede defenderse. ¡Dios mío, Matt! El Doctor Muerte ha conseguido vencer a los Vengadores, con todas las veces que estos le vencieron a él.

- Estamos en un serio problema, ya que si no hay héroes para defender el mundo, no sólo el Doctor Muerte nos tendrá que preocupar, sino que puede envalentonar a otros megalómanos como el Doctor Octopus o Kingpin...

De repente la ventana del despacho estalló en trozos de cristal y unos tentáculos de acero rodearon a los dos hombres. Una voz bien conocida, la de Otto Octavius, habló:

- Tienes toda la razón abogadillo, ahora es la hora de los villanos. Sólo queda aplastar a unos cuantos mequetrefes como Spiderman y Daredevil, y se acabó...

Un sai pasó rozando la mejilla del Doctor, provocándole una marcada herida de la que empezó a manar sangre. Elektra atacó, apareciendo de la nada, y Matt, aprovechando la confusión, se cambió al traje de Daredevil en el cuarto adyacente (total, Octopus no sabía que ese cuarto no tenía salida, bien podía pensar que había escapado), y saliendo por la ventana dio un salto para aparecer por la ventana que acababa de romper Octavius, para así disimular y que no asociara la marcha de Matt con la llegada de Daredevil. Entre los dos consiguieron dominar a Octopus, y máxime cuando al poco llegó Spiderman (que lo estaba persiguiendo, la casualidad había llevado a Doc Ock hasta el despacho de Nelson y a escuchar la cinta de Muerte, pero esa casualidad provocó los acontecimientos que vienen a continuación).

Tras ser detenido Octopus y entregado a las autoridades, Daredevil aprovechó para contarles la historia del video que había enviado el Doctor Muerte tanto a Elektra como a Spiderman. La conclusión a la que llegaron es que la situación era grave, y que ante un enemigo que había acabado con la mayoría de los héroes más poderosos de la Tierra, sólo quedaba unirse. Decidieron que el Edificio Baxter, lugar de experimentación científica, sería su base de operaciones, ya que los conocimientos científicos de Peter Parker (tanto Matt como Elektra sabían quien se escondía tras la máscara arácnida) serian de mayor utilidad allí. Tras hablar con las autoridades competentes y convencerles de que la amenaza de Muerte era real, el edificio Baxter se convirtió oficialmente en la base de operaciones de Spiderman, Daredevil y Elektra (algunos concejales pusieron peros a esta decisión, y máxime cuando dos de los héroes eran enmascarados desconocidos, pero las gestas conseguidas por Spiderman y Daredevil consiguieron convencer a la mayoría, y especialmente cuando vieron al enemigo al que se enfrentaban, un enemigo que ya había puesto en jaque muchas veces a la ciudad).

Todo el traslado de operaciones al Baxter se llevó con la máxima confidencialidad, pero cual fue la sorpresa de nuestros tres protagonistas, cuando se encontraron aquella noche a Frank Castle a las puertas del edificio:

- Punisher, ¿qué haces aquí? -le dijo Spiderman.

- Me he enterado de lo que estáis haciendo, y de lo que planea el chiflado ese del Doctor Muerte cuando seguía a un político corrupto, el cual me dio todos los datos de lo que se está cociendo aquí. Vengo a ayudaros.

- ¿A ayudarnos? ¿Estás de guasa, Castle? -dijo Daredevil.

- Un momento, ¿por qué no? -dijo Elektra- Siempre será mejor, cuantos más seamos para combatir a ese pirado, más fácil será vencerlo.

Comentaron el tema y al final decidieron admitir a Punisher. Con él ya eran cuatro. Los Cuatro Fantásticos, pero como veis, no los que vosotros conocéis.

Tras la inclusión de Punisher empezaron a trazar un plan de ataque. Según parecía Victor Von Doom había conseguido inventar un artilugio que anulaba los poderes, bien fuera de nacimiento, como los mutantes de la Patrulla X, bien adquiridos, como Hulk y los demás. Ese artilugio era el que tenían que conseguir arrebatarle, porque una vez que estuviera en su poder, el Doctor Muerte era un enemigo que (entre los cuatro) podía ser neutralizado. El plan de ataque estaba trazado, ahora había que llevarlo a la práctica...

Castillo y fortaleza del Doctor Muerte. Este está vanagloriándose de su victoria y pensando en su próximo movimiento. ¿Pedirá riquezas o solicitará el control de algún país? ¿O ambas cosas? Sus pensamientos son interrumpidos por una alarma. Un intruso quería introducirse en su fortaleza pero ha sido apresado. Su sorpresa es mayúscula al ver que se trata de Spiderman. En ese momento se dirige a coger el anulador de poderes. Una vez que dispare con él a Spiderman, este será un hombre normal al que fácilmente podrá subyugar. De repente una sombra se cruza en su camino, y el anulador desaparece de sus manos. Ante su sorpresa, Elektra lo exhibe triunfante desde el otro lado del pasillo donde se encuentran. Muerte ataca disparando un rayo contra ella, pero es repelido por un bastón, el de Daredevil. Pero Muerte tiene muchos trucos en la manga. Una plancha de metal baja estrepitosamente, separando a los dos grupos de contendientes.

El Doctor Muerte se da cuenta de su fallo, ya que su fortaleza estaba preparada para repeler a intrusos superpoderosos, pero como ni Daredevil ni Elektra los consideraba él amenazas destacables, no programó sus defensas contra ellos. La sorpresa de su presencia le hizo huir, ya que tenía que preparar inmediatamente su contraataque, especialmente cuando le habían arrebatado su mayor defensa. Enseguida se dio cuenta de que Spiderman iba con ellos, pero como sus poderes eran más destacables, por eso el arácnido hizo de distracción, mientras los otros dos entraban en su fortaleza.

Daredevil, Elektra, Spiderman... y Punisher. El Doctor Muerte llegó a su laboratorio y allí se encontró al Castigador, quien (sin mediar palabra) le vació el contenido de todo el armamento que llevaba encima. Una bala puede matar. Mil balas te dejan bien muerto.

Cuando Spiderman, Daredevil y Elektra llegaron al laboratorio donde estaba el cadáver del Doctor Muerte, encontraron una breve nota de Castle:

"Los cuatro fantásticos. Sonaba bien, pero yo no sirvo para estar dentro de grupos. Os aprecio, pero sé que jamás hubieras permitido que hiciera lo que he hecho, por eso he actuado por voluntad propia. Ahora hay una escoria humana menos en este mundo".

Pese a esta aventura, estos Cuatro Fantásticos siguieron existiendo. El puesto que dejó vacante Punisher fue ocupado por otros héroes como Luke Cage, el Motorista Fantasma y otros más, que colaboraron con Spiderman, Daredevil y Elektra siempre que la situación así lo exigió. La desaparición del Doctor Muerte no significó nada más que el inicio de un nuevo grupo, que unió a casi todos los héroes que habían ido por libre en el mundo que vosotros conocéis. Y es que en esta realidad hay tantas amenazas como en la vuestra...

sábado, 26 de agosto de 2006

Relato: MI NOMBRE ES CHACAL

Me llamo Michael Warren, pero podéis llamarme Chacal. ¿Por qué este apodo? Os contaré como era y en lo que me he convertido.

Aunque ahora mismo no lo parezca, hubo una época en la que era una persona feliz. Tenía un trabajo que me gustaba, una novia realmente preciosa y un futuro prometedor frente a mí. ¿Qué cual era mi profesión? Dermatólogo.

Muchos os sorprenderéis ante esta profesión y que el destino me deparara lo que me deparó. Yo trabajaba en un laboratorio científico, ya que buscaba un remedio para regenerar la piel de la gente que hubiera tenido accidentes (por quemaduras, etc.) que les hubieran dejado desfigurados. Junto con la piel buscaba la regeneración celular, pero aunque lo mejor es utilizar células madre, llegó un punto en el que me encontraba en la disyuntiva de si seguir mis investigaciones saltándome todos los márgenes, o de si plantarme un punto ético sobre el cual no traspasar el límite. Al final opté por que si iba a ayudar a la humanidad con lo que descubriera, unos límites éticos no tenían porque pararme.

Cuando empecé a cruzar el límite y hacer pruebas que no hubieran sido muy bien vistas por ciertos sectores religiosos ultraconservadores, fue cuando descubrí por fin lo que pretendía. Al hacer una mezcla química entre células biológicas y otras sintéticas descubrí lo que yo bauticé como el Dermaplex. Se trataba de una sustancia líquida de consistencia densa y de color parecido al de la piel humana. Al principio no sabía si funcionaría o no, pero hice una prueba con animales de laboratorio que dio resultados positivos. Lo que pasa que no sabía si funcionaría con el cuerpo humano.

Entonces es cuando llegamos a la noche fatídica, la noche en que me morí tal y como era antes.

Todo comenzó hacia media tarde, cuando Jane, mi novia, vino a verme para darme una sorpresa. Yo no me la esperaba, y como estábamos solos en el laboratorio le dije que esperara un momento que iba a recoger, cerraba y nos íbamos. En ese momento escuchamos un gran estruendo que venía del exterior. Al asomarme por la ventana ví un vehículo que había frenado bruscamente y del que se estaban bajando dos hombres que llevaban a un tercero (que parecía herido) a hombros, mientras que otros dos hombres más guardaban a los tres primeros con pistolas en sus manos.

- Michael –me dijo Jane- Será mejor que nos vayamos ahora mismo porque no me dan muy buena pinta esos tipos.

Le hice caso y cerré el laboratorio, pero cuando íbamos a salir nos los cruzamos en la entrada. A Joe, el guardia de seguridad, le estaban apuntando a la cabeza.

- ¡Quieto amigo, de aquí no va a salir nadie!

- ¿Qué significa esto?

- Muy sencillo –dijo otro de los matones- nuestro jefe está herido, y como no podemos llegar a nuestro destino con él así, por eso hemos parado en este laboratorio farmacéutico. Supongo que algún médico habrá que lo pueda curar. Una vez que lo haga nos largaremos sin problemas.

Miré al hombre herido. Estaba sangrando por el brazo derecho, la mano del cual la tenía quemada como si le hubiese estallado el arma que llevaba. Efectivamente era eso lo que había pasado:

- Nos hemos visto inmersos en un tiroteo y a John le dispararon con tal mala fortuna que le dieron al arma que llevaba encima y esta le explotó, quemándole la mano e hiriéndole en el hombro.

Uno de los matones se había acercado a Jane y agarrándola con firmeza, le apuntaba con un arma en la sien:

- ¡Michael!

- Tranquila cariño, todo saldrá bien.

- Si Michael, todo saldrá bien porque tu vas a curar a John, ¿verdad?

- Lo intentaré.

- No, lo intentaré no. Lo harás. ¿Por qué sabes que le pasará a tu preciosidad de novia como no lo hagas?

- ¡Por favor, haré lo que sea pero no le hagas daño, te lo suplico!

- Bien, pues actúa.

Subimos nuevamente al laboratorio. Allí curé de la mejor manera que pude la herida del hombro, pero era lo de la mano (realmente en muy mal estado) lo que me preocupaba, ya que la quemadura parecía haber sido tan profunda que afectaba a los nervios y por eso el tal John estaba desmayado, ya que el dolor tenía que ser inaguantable. Entonces fue cuando pensé que tenía una oportunidad para utilizar el Dermaplex.

- Escuchadme, vuestro compañero tiene la mano en muy mal estado. Lo mejor que se podría hacer en este caso (y eso os lo diría cualquier médico) sería que hay que amputársela. Pero yo tengo un producto en fase experimental que puede regenerársela y dejarlo como estaba.

- ¿Estas seguro doctorcillo? Ya sabes lo que te juegas como salga mal...

- Si sale bien él tendrá de nuevo una mano y si sale mal lo único que puede pasar es que la pierda y eso os juro por Dios que es lo mejor en el peor de los casos.

- Bien, pues actúa.

Me fui a la cisterna donde teníamos el Dermaplex y saqué un cuarto de litro en un bol que acerqué al herido. Introduje la mano quemada dentro del líquido de mi creación y esperamos.

La mezcla hizo efecto en pocos minutos. El líquido fue desapareciendo mientras envolvía la mano del enfermo, creando delante de nosotros una nueva extremidad, totalmente sana. Sólo unos pocos restos de Dermaplex quedaron en el fondo del bol cuando retiró la mano, totalmente regenerada. Los esbirros del hombre herido miraron asombrados pero contentos... o al menos eso me parecía.

- Su amigo ya está bien, ahora pueden irse sin problemas.

- No, pero es que tenemos un problema, y es que nos hayas visto la cara. ¡Jim!

El tal Jim, que era quien estaba apuntando a Joe, el guardia de seguridad, disparó y lo mató delante de nosotros.

- ¡NO! –chilló Jane.

- Silencio zorra.

- ¡SOIS UNOS ASESINOS!

- Ya lo sabemos, zorra, cállate de una puta vez o te reviento delante del cabrón de tu novio.

- ¡Por favor, por favor, por favor, no nos hagan nada, no se preocupen por nosotros que no diremos nada, no les delataremos!

- Exacto, es que sé que no lo vais a hacer –y diciendo estas palabras se giró y le descerrajó dos tiros en la cabeza a Jane, matándola en el acto.

- ¡NO, HIJOS DE PUTA!

- Con que esas tenemos, ¿eh?

BANG

Un disparo me dio en la cabeza, matándome, o al menos eso creía yo. Estaba con los ojos abiertos pero tendido en el suelo, sin posibilidad de mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Entonces los seguí escuchando:

- Larguémonos, pero antes hay que borrar las huellas.

- Quémalo todo, pirómano.

- Bien, pensé que ya no iba a poder quemar más cosas.

Oí pasos que se alejaban pero uno de ellos continuaba por aquí. Tras cinco minutos se acercó a mí y me dijo:

- Me encanta quemar cosas. Este será un bonito lugar para destruir. Espero que estés contento de la tumba que tu y tu amiguita vais a tener. – y tras estas palabras se largó.

Escuché un chisporroteo tras lo cual noté calor, proveniente de un pequeño incendio en la sala de experimentación del laboratorio. El incendio se propagó rapidamente y lo consumía todo. Cuando me llegó a mí noté que el fuego consumía mi cuerpo, aunque no notaba ninguna sensación de dolor ni nada parecido. Estaba a punto de perder la conciencia (y pensaba yo que de morirme del todo) cuando la cisterna de Dermaplex se derramó sobre mí, al igual que todo el resto de productos químicos que había allí cerca. Tras aquello ya no ví nada, aunque sentí una gran explosión que lanzó mi cuerpo a las alturas, hasta caer en un río cercano que me arrastró...

¿Llegué a morir? No lo sé. La cuestión es que al cabo de un tiempo desperté en la orilla del río. Al parecer la corriente me había llevado hasta las afueras de la ciudad. Estaba un poco confuso al despertar pero rapidamente me acordé de todo y me miré el cuerpo.

Estaba sin ninguna herida.

¡Asombroso! Yo había sentido como me disparaba a la cabeza, como mi cuerpo se quemaba y como la explosión me disparaba fuera del laboratorio, y aún así parecía estar sin ningún tipo de herida. Pero tenía que volver a la ciudad para contar lo que había pasado. Ví una granja cercana y decidí acercarme para solicitar ayuda desde allí (y para pedir si me daban algo para vestirme, ya que la ropa que llevaba encima eran harapos requemados y sucios que apenas me cubrían mi cuerpo semidesnudo).

Piqué a la puerta de la granja y salió a recibirme un hombre de aproximadamente mi edad. Me miró a la cara y me preguntó quien era:

- Me llamo Michael Warren. He sido víctima de un ataque en la ciudad, caí al río desmayado y he aparecido aquí –decidí que esa sería, de momento, mi versión de los hechos, mientras se lo decía al granjero.

- Pero... pero... pero... ¡Si usted es como yo!

- ¿Qué?

- ¿Quién es usted realmente?

- Ya se lo he dicho, me llamo...

- Y una mierda, usted es mi hermano gemelo, ¿es que no lo ve?

- No me he visto la cara en ningún espejo.

El granjero abrió un cajón, sacó un espejo y me lo lanzó en la distancia, como si tuviera miedo de acercarse a mí por si era algún tipo de psicópata o algo así. Lo cogí al vuelo y me miré en él.

Ví reflejado al granjero. Pero no a él (que estaba frente a mí), sino que yo mismo ya no era como era antes, era físicamente idéntico a ese hombre.

- ¡Dios mio!

- Tenga, le daré ropa para que se vista si quiere, pero será mejor que salga de aquí.

Me vestí con las prendas que me dio el granjero, aún sorprendido de que mi rostro, de que todo mi cuerpo, fuera ahora casi clónico al de aquel hombre al que jamás había visto hasta aquel momento. Cuando ya me iba me fijé en la televisión del granjero, que había estado encendida todo ese rato. En ese momento estaban dando las noticias y salía el Presidente de los Estados Unidos en unas declaraciones que había hecho por no sé que asunto del que ahora no me acuerdo. Pero eso no importa, porque el granjero me miró y me dijo:

- ¿Qué clase de monstruo es usted? Lárguese antes de que llame a la policía.

Me miré al espejo que me había lanzado antes el granjero, que lo había tenido en mi poder durante todo el rato. Ahora yo era como el Presidente de los USA.

Asombrado y atónito salí al exterior corriendo, perdiéndome en el cercano bosque. Tras una carrera desesperada hasta caer exhausto, me senté bajo un árbol y me miré al espejo. Seguía siendo la viva imagen del Presidente norteamericano. Pensé entonces en mi propia imagen, en tal y como yo me recordaba, y lo hice sin soltar en ningún momento el espejo, dispuesto a ver con mis propios ojos que me pasaba.

Apenas fueron un segundo o dos, más no. Y es curioso porque no sentí nada, ni dolor ni absolutamente nada de nada. Pero ví como toda mi cara (y, lógicamente, también el resto de mi cuerpo) cambiaban hasta volver a tener mi aspecto original. Entonces me acordé de Jane... y me transformé en ella:

- ¡Esto es asombroso! –y al instante me llevé las manos a la boca porque la frase la había dicho CON LA MISMA VOZ de Jane. Y todo mi cuerpo había cambiado hasta convertirse en un clon exacto del de Jane. Os lo aseguro.

Recuperando otra vez mi aspecto original decidí volver a la ciudad a la mayor brevedad posible, ya que iba a ir a por los malvados que habían acabado con Jane. Ahora tenía muy claro que con estas nuevas habilidades que tenía, cazarlos y castigarlos era algo que podía realizar yo sólo. Pero tenía que ir con cuidado, ya que la mezcla de productos químicos y Dermaplex sobre mi organismo había creado una reacción química que me había transformado en un ser humano metamórfico, es decir, capaz de adoptar el aspecto IDÉNTICO de cualquier otro ser humano, fuera hombre o mujer. Pero aparte de esa capacidad no sabía yo que otras cosas me habian pasado, o incluso de si esta sería temporal o permanente.

Cuando entré en la ciudad me dirigí hacía mi casa, para investigarme un poco más a mí mismo antes de decidir exactamente lo que hacer. Las casualidades de la vida (ya que sólo se pueden denominar así) me hicieron cruzarme con uno de los asesinos de Jane.

Este me miró asombrado, pero yo pasé por su lado sin darle mayor importancia (después de todo estaba la calle llena de gente) pero sabiendo que él me había visto, me dirigí a un cercano callejón donde no había nadie. Agachándome como si me estuviera atando el cordón de los zapatos, sentí en poco rato como me empujaba y tiraba al suelo, apuntándome con un arma y diciendo en tono semisusurrador:

- ¿Cómo coño estas vivo? ¿De donde apareces? Te pegamos un tiro, te quemamos e hicimos explotar el laboratorio donde estabas.

- Ya lo sé, mira lo que me habéis hecho, cabrones –y diciendo esto me transformé en él. Asombrado ante el hecho de tener delante suyo a una persona que era como él tuvo un momento de duda que aproveché para golpearle y hacerle soltar el arma. Pero tipos así raramente van con tan poca cosa, y sacó una navaja que me clavó en el costado:

- Ahora te vas a morir y permanecerás muerto, ¿entendido? –y mientras decía eso clavaba bien hasta el fondo la navaja en mi cuerpo, mientras que con la mano libre me agarraba del cuello e intentaba estrangularme. Yo estiré la mano y fui a parar a un ladrillo cercano que cogí y estrellé contra su cabeza con todas mis fuerzas. Loco de furia e ira me puse sobre él y le machaqué el ladrillo contra la cabeza una y otra vez hasta que lo único que quedó en mis manos fue polvo y sangre.

Estaba muerto. Acababa de cometer un asesinato. Es verdad que había sido en defensa propia y en venganza, pero yo jamás pensé que mataría a nadie en mi vida, sobretodo cuando siempre había buscado algo con lo que ayudar a la humanidad.

Pero ahora tenía que preocuparme por mí. Estaba herido, con lo cual me saqué la navaja de mi costado, y ahí fue cuando descubrí mi otra habilidad. Pensando que probablemente me desangraría antes de llegar a cualquier sitio minimamente parecido a un hospital o algo así donde pudieran ayudarme, no me di cuenta que la herida había cicatrizado sola hasta desaparecer como si nunca hubiera existido. Cuando me percaté de ello me di cuenta que eso significaba que la mezcla de Dermaplex con todos los productos que se derramaron y explotaron en el laboratorio había creado un nuevo producto que se había unido a mi cuerpo (si no hubiera sido por él estaría ahora bien muerto) y que me confería capacidades metamórficas ilimitadas y regeneración celular antes las heridas.

Como aún tenía el aspecto del hombre al que acababa de matar, decidí quedarme con él para llegar a los otros, máxime cuando el cadáver que yacía a mis pies estaba lo suficientemente desfigurado como para que en principio no lo reconociera nadie. Tras lo que había hecho sabía que no había vuelta atrás, con lo cual Michael Warren estaba a todos los efectos muerto. Ahora podía ser quien quisiera y hacer lo que quisiera. Y estaba decidido a que mi primer objetivo iba a ser la venganza de mi propia muerte.

Al tener el aspecto de uno de mis asesinos, me di cuenta que el tipo era un matón de baja estofa, porque al irme a los barrios peligrosos de la ciudad me percaté de que todo el mundo lo miraba con temor, pero sólo los vagabundos, los mendigos o los pobres, porque a la que me crucé con otro delincuente de su mismo estilo (uno de la banda) escuché:

- ¡Eh, Jimbo! ¿Dónde coño te metes? ¿Es que no sabes que el jefe nos convocó a una reunión? Venga vamos...

Me dejé llevar por aquel individuo (uno de los presentes en la noche fatídica de mi muerte, aunque este no hizo nada), con la esperanza de que ese jefe al que me había nombrado fuera el mismo al que yo curé con el Dermaplex. Efectivamente así era, porque llegamos al poco rato a un pequeño almacén, y al entrar me encontré con el mismo individuo al que yo había visto herido, que ahora se encontraba estupendamente. Junto a él estaban los otros dos secuaces que le acompañaron la noche fatídica que acabó conmigo y con Jane, más ahora el tipo que me acompañaba y yo. Tenía a la banda al completo.

- Jimbo, ¿tú eres idiota? Después de nuestro atraco del otro día y de la explosión del laboratorio farmacéutico, no podemos permitirnos pasear por la calle, alguien nos puede reconocer. Vamos a hacer la repartición del botín ahora mismo y que cada uno se largue y desaparezca del mapa durante una buena temporada.

- ¿Cuánto conseguimos? –pregunté de manera suave.

El jefe del grupo me miró extrañado pero me contestó:

- 10 millones que tengo en ese maletín. Ahora mismo repartiremos dos millones para cada uno y nos largaremos.

Mi interior rabiaba de odio, los tenía tan cerca de mí que quería matarlos a todos. Pero tenía que actuar fríamente, se me tenía que ocurrir algo. Entonces fue cuando casi providencialmente uno de ellos dijo:

- ¿Y las armas que utilizamos en el atraco? Tendremos que deshacernos de ellas...

- Exacto –dijo el jefe- Estan en esta bolsa de viaje –y diciendo eso puso sobre la mesa una bolsa como de deporte de color rojo- ¿Algún voluntario?

- Yo –dije.

- ¿Tú? ¿Y como piensas deshacerte de ellas? –me contestó el jefe.

- Tiraré la bolsa al río. El peso la hundirá al fondo.

- ¿Os parece bien al resto? –preguntó el jefe.

- Por mi vale.

- Sí.

- Me parece bien.

- Sólo una cosa, ¿las armas estan cargadas? –pregunté.

- En algunas creo que quedan balas, sácalas si quieres.

Tiré de la cremallera y abrí la bolsa. Ante mí tenía un pequeño arsenal compuesto por tres pistolas, dos ametralladoras y una escopeta. Nunca había tenido en mis manos un arma de fuego, pero me acordé de un amigo soldado que tuve (que murió en una reciente guerra) que me explicó un día, así por encima, el funcionamiento básico de una ametralladora, y me di cuenta de que era el mismo modelo que estas que tenía frente a mí. Miré el cargador y ví que le quedaban al menos 50 proyectiles a cada una...

Los otros cuatro tipos estaban repartiéndose el dinero mientras yo miraba las armas, con lo cual habian dejado de prestarme atención. Me giré hacia ellos con una ametralladora en cada mano:

- Disculpad pero tengo algo que decir.

Todos me miraron asombrados. Parece ser que el tal Jimbo era algo así como el tonto del grupo, y les sorprendió ver que tuviera una actitud así:

- ¡Pero tío, que te pasa! ¿No me dirás que quieres quedarte con todo el dinero? ¿Adónde iras?

Me transformé en Michael Warren, lo cual les dejó atónitos:

- ¿Pero que coño eres tú?

Me fijé en unas cajas que había en el almacén con un chacal pintado en los laterales, y sólo se me ocurrió decir:

- Soy el Chacal, y esta es mi venganza.

Disparé sin compasión sobre ellos. Los 100 cartuchos de las ametralladoras los gasté, y por si aún había alguno que estuviera medio vivo, cogí el resto de armas y también las descargué sobre ellos. Con todos ya muertos cogí el maletín con los 10 millones y me escabullí antes de que apareciera la policía, probablemente alertada por el ruido de los disparos.

Mientras caminaba por la calle, alejándome del lugar, pensé en mi futuro. No podía volver a aparecer como Michael Warren porque investigarían sobre lo que me había pasado y no tenía ganas de que nadie me controlara y me investigara como un conejillo de Indias, sobretodo con las capacidades extraordinarias que tenía yo ahora. Además, no podía esconder los asesinatos que había cometido si decía que Michael Warren estaba vivo, a lo que se sumaba el hecho de que todo mi futuro de mi anterior vida se había esfumado con la destrucción de mi trabajo y la muerte de mi novia.

Por eso mismo lo que se cernía sobre mí era un nuevo futuro. A partir de ahora sería quien quisiera ser y haría lo que quisiera hacer. Y si había acabado con los delincuentes que me habian hecho eso a mí, ¿qué me impedía ayudar a la gente que se viera en problemas por culpa de gentuza como la que acababa de matar? Me prepararía y sería un vengador en la sombra, alguien que haría el trabajo sucio sin dejar pistas ni huellas, porque yo estaría siempre al acecho, yo sería todos y no sería nadie. Y a partir de ahora mi nombre clave sería Chacal.

domingo, 9 de julio de 2006

Relato: WHAT IF ¿Y si el Doctor House fuese Thor?

La puerta del consultorio se abrió de golpe, despertando al Doctor House, que estaba durmiendo en su silla y con los pies sobre la mesa:

- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?

- Si, pero ahora estaba ocupado.

El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:

- Ya, vale, todo lo que tú quieras. Venga, no te hagas el remolón.

- ¡Jo, papaíto, deja de darme la murga! –dijo House en tono infantiloide.

En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:

- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.

- Vaya, ¿y ahora a quien se supone que me he cargado?

Cuddy y House se dirigieron hasta el despacho de ella. Al entrar la Doctora Cuddy le dijo a House que cerrara la puerta:

- ¡Ui!, ¿lo crees oportuno? A ver si se van a pensar que me quieres acosar sexualmente.

- House, por favor, ya está bien de tantos cachondeitos. Necesito que hagas una cosa...

- ¿Ves? Lo que yo decía, acoso sexual.

- Necesito que hagas un viaje a Latveria. –dijo Cuddy, ignorando el último comentario de House.

- ¿Latveria? ¿Y eso donde está, en el Tercer Mundo?

- Nuestro hospital participa dentro de una campaña de ayuda a países subdesarrollados, entre los cuales está Latveria. En dicha ayuda está contemplado la visita de un médico por hospital para que ayude a las autoridades sanitarias del país a desarrollarse, y por parte nuestra he pensado que tú eras el más indicado.

- Vamos, ¡no me metas excusas! ¡Tú lo que quieres es perderme de vista!

- House, no negaré que eres bastante irritante y en ocasiones (bueno, no, ¡qué digo en ocasiones!: ¡¡¡casi siempre!!!) vas a tu aire sin seguir los criterios oficiales. Pero eres mi mejor médico, y el viaje sólo te llevará un fin de semana.

- No quiero, ¿porqué no va Wilson, o Foreman, o tú?

- House, por favor, por una vez en tu vida, ¿podrías colaborar en una buena causa?

- ¿Y que tendré a cambio?

- ¿La satisfacción de conocer nuevos horizontes? –dijo la doctora Cuddy en tono irónico.

- Uhmm –dijo House con el ceño fruncido, sabiendo que por mucho que le vacilase a la Doctora Cuddy, al final le tocaría ir a ese viaje, fuera por las buenas o por las malas.

El viaje hasta Latveria fue bastante rápido. Durante el viaje en avión, House se permitió pensar en Stacy, su exmujer, y en la Doctora Cameron, su ayudante. Ambas mujeres, pese a su carácter borde y desagradable, le habian dado recientemente una oportunidad... y él las había rechazado a las dos. ¿Habría hecho bien? Con esos pensamientos se durmió en su asiento del avión.

Una vez llegó a Latveria fue llevado hasta un hotel donde las autoridades habían concentrado a todos los médicos que habian venido (un total de 58). House estaba interesado en ver quienes eran los asistentes, por si conocía a alguno. Al mirar en la lista de los nombres se dio cuenta de que efectivamente iba a tener suerte. Entre los médicos asistentes estaba el doctor Donald Blake, que había ido con él a la universidad, aunque luego sus vidas tomaron caminos separados. Miró el número de habitación en el que estaba y se dirigió hacia allí:

- ¿Quién es? –dijo una voz bastante floja cuando House hizo sonar el timbre.

- Una sorpresa –dijo House, añadiendo en voz baja- y que conste que no soy una tia en pelotas, que igual te gustaría más que yo.

Se abrió la puerta y House vio a un hombre de unos treinta y pocos años, que se apoyaba en un trozo de madera que utilizaba a modo de bastón, debido a la cojera de su pierna.

- ¿Quién es usted?

- Donald, ¿no te acuerdas de mí? Soy Gregory House.

- ¿House? Ese nombre me suena bastante…

- ¡Claro! De la Universidad, íbamos juntos a la misma clase cuando estudiábamos medicina. Lo que pasa que luego elegimos especialidades diferentes y nos distanciamos.

- ¡Es cierto, ahora me acuerdo! Lo que pasa que también me recuerdo que eras bastante gamberro por aquel entonces y viéndote –dijo el Doctor Blake mirando la camiseta con un dibujo infantil y los pantalones tejanos que vestía House- me parece que sigues igual. Pero pasa, pasa, y charlaremos un rato.

House entró en la habitación del Doctor Blake. Estuvieron conversando durante un rato sobre sus recuerdos universitarios, pero principalmente sobre lo que la vida les había deparado para que se diera la casualidad de que ambos eran médicos, y ambos eran cojos. House, poco dado a tratar con la gente, reconoció que el puesto de confianza que tenía para él el Doctor Wilson posiblemente lo hubiera tenido Blake si hubieran continuado juntos. Pero toda la conversación fue animándose mientras que iban bebiendo del minibar que había en la habitación, y claro, llegó un punto en que uno está ya lo suficientemente achispado para decir incoherencias. A House no le importaba, se conocía a si mismo en esas situaciones, pero le sorprendió lo que le dijo Blake:

- ¿Qué tú eres un superhéroe? ¡Vamos, tío, a ti te ha sentado muy mal la bebida!

- Que no, que no, que es verdad. Este bastón mio, que has visto tú que parece un cacho de palo como los que llevaban los profetas bíblicos, es en verdad un objeto mágico. Al golpear con él contra el suelo se convierte en Mjolnir, el martillo del Dios del Trueno Thor. Y yo me convierto en Thor.

- Más vale que te tumbes y te pongas a dormir, yo me voy a mi habitación a hacer lo mismo, y mañana procura que no te afecte mucho la resaca.

- Tienes razón, pero te he dicho la verdad.

Tras decir estas palabras Donald Blake se tumbó en el sofá y empezó a roncar, ya que se había quedado instantáneamente dormido. Profundamente dormido.

House iba a salir por la puerta cuando escuchó un estruendo en el exterior. Al asomarse por la ventana vio a una especie de robot gigante que se dirigía hacía el hotel, destrozando todo lo que había a su paso. House nunca se había sentido un héroe, y tenía muy claro que aquello, fuera lo que fuese, iba a embestir contra el hotel donde estaban todos, provocando una catástrofe. Siendo ya de noche aún muchos estarían dormidos y otros (como Blake) estarían tan dormidos que no se enterarían de nada. ¿Qué hacer?

Entonces se acordó de las divagaciones de borracho de Blake. Todo eso del martillo de Thor y esas chuminadas. Pero... ¿y si fuera cierto? House cogió el trozó de madera, que verdaderamente parecía más el bastón de un profeta bíblico que el de un doctor del siglo XXI y lo golpeó contra el suelo. No ocurrió nada en un primer momento.

- ¡Mira que soy idiota! ¿Cómo he podido creerme esas tonterías de borracho?

De pronto un brillo cegador le impidió ver nada más. Cuando la fuerte luz fue menguando, vio que lo que tenía en la mano ya no era un trozo de madera, sino un impresionante martillo de considerables proporciones. Entonces se percató de que él también había cambiado. Pese a seguir teniendo el mismo rostro y el mismo cuerpo, ahora tenía un aspecto como el de Schwarzennegger (es decir, fuerte y musculoso), no cojeaba, y encima estaba vestido con una indumentaria como la de un vikingo.

- ¡Vaya! Mira tú por donde que Donald me decía la verdad.

Un nuevo estruendo desde el exterior rompió sus pensamientos acerca de su nuevo aspecto. Mucha gente en el hotel ya se había despertado y se oían voces por los pasillos, pero House sabía que no llegarían todos a tiempo de escapar. Pero, ¿cómo se supone que funcionaban esos poderes?

Abrió la ventana de la habitación y se tiró por ella. Había leído cómics de Superman y pensó que probablemente saldría volando, pero no fue así porque cayó pesadamente hasta el suelo. Lógicamente habría muerto de ser un hombre normal, pero ser Thor le dio la resistencia suficiente para que no le pasara nada. Aún así la caída le hizo exclamar:

- ¿Porqué no ha funcionado? ¿No se supone que todos los superhéroes vuelan?

- Tienes que usar el martillo.

- ¿Quién ha dicho eso?

- Soy el espíritu de Asgard, tu tierra natal. Thor vuela volteando y lanzando a Mjolnir.

- ¡Bueno, lo que faltaba! Sólo unas copas de mas y ahora tengo alucinaciones como si me hubiera fumado un porro. Yo lo flipo...

El robot gigante estaba cada vez más cerca, y ya en el exterior, House (como Thor) pensó que le lanzaría el martillo a ver si con eso lo detenía. La impresionante maza salió volando e impactó contra el robot, tumbándolo, pero como si se tratara de un boomerang, volvió otra vez hacia House:

- ¡Ala, ¿pero que hace el martillo?! ¿Está volviendo solo? ¡¿Y ahora como lo paro?!

Como si se tratara de un jugador de rugby parando un balón, House paró el martillo que se dirigía hacia él agarrándolo con las manos contra su pecho, lo cual no evitó que debido al impacto se cayera nuevamente de espaldas:

- ¡Por Dios, debo de ser el superhéroe más patético que se ha visto nunca! Menos mal que creo que no me ha visto nadie.

House había dejado el martillo de Thor sobre el suelo mientras él se ponía de pie y miraba hacia donde estaba tumbado ahora el robot gigante, aparentemente inmóvil y sin representar un peligro. Eso provocó que pasaran más de sesenta segundos, el tiempo tras el cual (si el martillo no está en las manos de Thor) este vuelve a transformarse en un simple trozo de madera, y su poseedor en un simple mortal. Cuando House vio que volvía a ser él y no una especie de variante vikinga, cogió el trozo de madera del suelo y se dirigió de nuevo a la habitación de Blake.

Pero como ésta estaba cerrada con llave (ya que House había salido por la ventana cuando se transformó en Thor) y Blake estaba lo suficientemente borracho como para no enterarse del timbre de la puerta, volvió a su habitación y se propuso devolvérselo al día siguiente. Por el camino se enteró de que el robot parecía ser que era un ataque suicida que habian emprendido el movimiento revolucionario contrario al dirigente del país (un tal Doctor Muerte, ¡anda, que vaya nombrecito tenía ese también! –pensó House). Parece ser que pensaban que el tal Muerte estaría en el hotel, y esperaban destruirlo, a él y a todos los que se encontraran por el camino, pero el robot había sido destruido por las tropas del país sin ningún percance para el hotel y la gente que había dentro (¡vaya morro, si había sido él de un súper martillazo que había tumbado al robot! Pero pensó que más le valía callarse...). Al llegar a su habitación dejó el bastón de Blake a un lado y se tumbó en la cama, quedándose dormido rapidamente.

La puerta del consultorio se abrió de golpe, despertando al Doctor House, que estaba durmiendo en su silla y con los pies sobre la mesa:

- ¡Vaya, por fin te encuentro! –dijo el Doctor Wilson- ¿Tú ya sabes que ahora tendrías que estar pasando consulta?

- ¿Cómo? –dijo House un poco sorprendido, ya que todo aquello le sonaba bastante.

El Doctor Wilson miró hacía los cómics que estaban sobre la mesa y caídos por el suelo:

- House, ¿no me digas que te has quedado dormido después de leerte todos esos cómics? ¿Qué has soñado? ¿Que eras Superman?

- Bueno, casi, casi –dijo House.

En ese momento entró la Doctora Lisa Cuddy:

- House, tengo que hablar contigo, a mi despacho.

- No me digas que me tengo que ir de viaje.

- Pues si, ¿cómo lo has sabido?

- Intuición, querida Lisa, intuición...

miércoles, 31 de mayo de 2006

Mis relatos en Action Tales: DIAL V-2

De mi "anterior vida" como Dusk y con el blog DIAL V FOR VENDETTA hice una serie de 10 capítulos (dividida en dos volumenes) con el mismo título del blog, que actualmente está siendo editada en Action Tales. En la actualización de finales de mes ha sido editado el nº 2 (al que corresponde la imagen adjunta, portada realizada por Sergio Román).

He de agradecer a los jefes de Action Tales que hayan hecho mención a mi cambio de "alias" de Dusk a Chacal, ya que en principio no tenian ninguna obligación porque perfectamente podian haber respetado el nombre antiguo. Ha sido todo un detalle por su parte y desde aqui quiero que conste como tal.

Y si me animo puede que ahora que he cambiado el nombre haya una nueva serie de relatos. Tengo en mente a un personaje llamado Chacal con referencias a Miles Warren (el Chacal de las historias de Spider-Man), Darkman (el de la película de Sam Raimi) y alguna que otra cosilla más. Si pongo mis ideas en orden y las pulo, igual proximamente veis algo.

lunes, 6 de febrero de 2006

Relato: SPIDERMAN Y HARRY POTTER

PROLOGO 1

Peter Parker acababa de cenar y se había despedido de su esposa Mary Jane con un beso. Después se puso su traje de Spiderman para realizar su típica ronda nocturna, esta vez cerca de la casa del Doctor Extraño, con lo cual pensó que se pasaría a saludarlo si lo encontraba en casa...

PROLOGO 2

Harry Potter se encontraba en la biblioteca de Hogwarts mirando un libro sobre mundos paralelos, ya que tenía próximo un importante examen y necesitaba prepararse bien, cosa que no había podido hacer debido a sus recientes aventuras con Ron y Hermione. El libro de repente empezó a brillar de manera extraña...

SPIDERMAN Y HARRY POTTER

El Doctor Stephen Extraño estaba en su casa de Greenwich Village hablando mentalmente con su amigo Albus Dumbledore, también un importante mago de un mundo paralelo. A veces solían comentar detalles sobre magia, esoterismo u ocultismo, aunque ese día la conversación había terciado sobre los héroes de ambos mundos:

- En mi escuela, Hogwarts, estudia actualmente Harry Potter, el único humano vivo que ha podido sobrevivir a un ataque del malvado Lord Voldemort. Cuando su aprendizaje finalice, será capaz de enfrentarse a él y derrotarlo, pese a que ya ha tenido algunos encuentros, aunque hasta hace poco no consiguió Voldemort estar al máximo de sus poderes.

- En este mundo tenemos villanos para dar y vender, Albus, aunque también tenemos una gran profusión de héroes. De todas maneras probablemente cualquiera de nuestros héroes podría vencer fácilmente a Voldemort y así os quitaría un estorbo de en medio.

- Lo dudo mucho Stephen. Te apuesto a que si unimos a tu campeón con el mío, y los enfrentamos a Voldemort y a un villano de tu universo, la lucha quedaría en tablas.

- Vale, acepto. Trasladaremos a un héroe de mi dimensión y a Harry Potter y los enfrentaremos a Voldemort y a un villano de aquí. Estarán todos en un mundo especialmente creado parecido al que aquí acogió hace unos años las Secret Wars.

Stephen Extraño se asomó por la ventana y vió a Spiderman sobrevolando unos edificios cercanos. Un rápido conjuro lo hizo desaparecer. Bueno, exactamente desaparecer no, sino que lo había trasladado al mundo paralelo donde transcurriría el combate. Probablemente Spiderman se sentiría molesto por esa jugarreta sin avisar, pero Stephen pensó que era muy capaz de sobrevivir en lo que se le venía encima.

Por su parte, y en su dimensión, Albus Dumbledore aprovechó que Harry Potter estaba en la biblioteca consultando un libro de mundos paralelos, para hacer que el mismo libro sirviera de traslador y lo transportara al mundo elegido por ambos magos para que se enfrentaran sus campeones.

En el mundo paralelo...

El sentido arácnido de Spiderman empezó a chillar como loco cuando sin aviso aparente desapareció de Nueva York para aparecer en una ciudad parecida (pero totalmente diferente) al Nueva York que acaba de dejar atrás. ¿Qué había pasado? ¿Qué enemigo le había hecho eso y que era lo que pretendía? Rápidamente pensó en Kulan Gath, un mago que había convertido una vez Nueva York en un escenario típico de Conan el Bárbaro. En ese momento recibió por telepatía un mensaje del causante de ese viaje:

- Spiderman, soy el Doctor Extraño. Te he trasladado a un mundo que no es el tuyo, donde tienes que enfrentarte a un enemigo. No te preocupes porque en todo momento estaré a tu lado y si estuvieras en peligro te haré volver.

- ¿Y que hago yo aquí? ¿Has sido tú el que me ha trasladado?

- Sí. Siento la brusquedad, pero necesitaba de manera muy urgente a un héroe, y tu fuiste el que estaba más cerca.

- ¿Y a que me he de enfrentar?

- Pronto lo verás.

Spiderman notó que su sentido arácnido (que había dejado de zumbar tras hablar con Extraño) volvía a sonar fuerte en su cabeza. ¿Qué pasaba? Entonces lo vió, una persona se acercaba volando a donde estaba él. Era... ¿un niño? Si, era un niño con gafas montado... ¡¡en una escoba!!

Aquel crio le lanzó un rayo a Spiderman que lo aturdió y le hizo perder el equilibrio. Empezó a caer pero lanzó una telaraña que se agarró a un edificio cercano. Se dio la vuelta y lanzó una telaraña contra el crio, pero a lo que se agarró fue a su escoba. Spiderman le hizo perder el equilibrio y fue entonces aquel muchacho quien empezó a caer al suelo. Pero Spiderman le lanzó una telaraña para recogerlo y otra con la que subir los dos a un edificio cercano. El chaval, inmovilizado por Spiderman, se dejó llevar pero se quejó al llegar al terrado del edificio:

- Ya me tienes en tu poder, puedes acabar conmigo.

- ¡Pero que dices, niño! Si quisiera acabar contigo te hubiera dejado caer. ¿Quién eres?

- ¿Y quien eres tú?

- Soy Spiderman.

- Yo me llamo Harry Potter. ¿Spiderman has dicho? ¿Se supone que eres una araña humana?

- Soy una persona normal bajo este disfraz, pero lo llevo puesto para que mis enemigos no me ataquen a través de mis personas queridas. Y tengo ciertos poderes especiales debido a que me mordió una araña que había sufrido una radiación antes de morir. ¿Y tú?

- Me llamo Harry Potter, nombre bastante conocido allá de donde vengo. Sobreviví a un ataque de Lord Voldemort que mató a mis padres, y ahora estudio en Hogwarts, un colegio de Magia y Hechicería. El director, Albus Dumbledore, me habló hace poco telepáticamente diciéndome que este es un mundo paralelo donde me enfrentaría a un peligro, y te ataqué pensando que serías tú.

- Pues va a ser que no.

De pronto el sentido arácnido de Spiderman otra vez empezó a zumbar.

- Viene peligro.

- Si, de allí –señaló Harry con el dedo.

Una figura se acercaba, sobrevolando aquella ciudad fantasma donde se hallaban.

- Yo me ocupo –dijo Spiderman.

- No, no, ya me ocupo yo.

- Oye niño, sé muy bien lo que me hago.

- Y yo también, a ver que te has creído. Ya verás...

Harry Potter se subió en su escoba y se dirigió volando hacía... ¿quién era aquel? A Spiderman le sonaba mucho. Entonces se dio cuenta: ¡¡el Duende Verde!! Iba a lanzarse para ayudar a Potter, cuando un rayo lo tumbó:

- ¿Qué clase de extraña criatura eres tú?

Aquello había sido pronunciado por un ser parecido a Morbius pero que no era vampiro como aquel sino... otra cosa. Spiderman le lanzó una telaraña:

- ¿Con este pegote esperas atrapar a Lord Voldemort? –y diciendo esto se lo sacudió de encima con un simple gesto de la mano.

Por su parte Harry perseguía al Duende Verde. Pensó que criatura sería aquel ser que le recordaba físicamente a una versión demoníaca de elfos como Dobby. El Duende le lanzó unos rayos a través de los dedos que Harry pudo evitar debido a su extrema habilidad montando su escoba Nimbus 2000. Tras un rato de lucha lanzándose rayos mutuamente (y el Duende Verde lanzándole unas bombas calabaza que Harry también evitó, debido a la agilidad que había adquirido jugando al quidditch y evitando algunas de las pelotas con instintos asesinos que hay en ese juego) un rayo de un hechizo de Harry hizo desestabilizar y caer al Duende Verde. Antes de que pudiera volver al ataque Harry le lanzó otro hechizo:

- Petrificus Totallus.

Y lo dejó completamente paralizado. Entonces fue cuando, acercándose con cuidado a tan extraño personaje, se apercibió de que no era una criatura, sino un ser humano disfrazado. Le sacó la máscara y vió a un chico joven (con un peinado bastante rarito) que lo miraba con ojos de odio.

Por su parte Spiderman estaba evitando como podía los rayos lanzados por Voldemort. Este estaba cada vez más furioso, y esa furia le hizo ir un poco sin control, momento que aprovechó Spiderman para lanzarse sobre él y darle un buen puñetazo que le hizo desestabilizarse de la azotea donde estaba y caer al vacío. Spiderman lo iba a salvar, pero la lucha había roto los soportes de un gran espejo que había en la azotea, y cuando Voldemort lanzó otro rayo a Spiderman para evitar ser salvado, este rebotó en el espejo lanzándose otra vez contra el emisor y haciéndolo estallar en llamas y caer al suelo, donde aparentemente quedó muerto.

De pronto una especie de rugido, como de bestias salvajes, empezó a ir creciendo y creciendo paulatinamente, hasta que Spiderman vió a Harry venir volando en la escoba:

- ¿Qué pasa?

- No lo sé, pero no puedo parar a esas cosas.

Spiderman se fijó en unas especies de bolas grises del tamaño de un hombre que tenían unas grandes bocas llenas de dientes y que se estaban comiendo (literalmente) todo aquello por donde pasaban, dejando sólo un vacío negro allá por donde habían estado. Aquellos monstruos se estaban comiendo TODO aquel mundo. Absolutamente todo. Y nada los podía parar. Y había miles, quizás millones...

En ese momento tanto Harry Potter como Spiderman se encontraron trasladados nuevamente, esta vez a una especie de limbo, un lugar en ninguna parte. Allí estaban las imágenes astrales de Albus Dumbledore y Stephen Extraño. Habló Dumbledore:

- Permítame que me presente Sr.Spiderman. Soy Albus Dumbledore, director de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Soy amigo del aquí presente Doctor Stephen Extraño. Juntos hemos acordado este combate entre usted y Harry Potter contra dos enemigos de cada una de nuestras dimensiones.

- Yo he luchado contra una especie de zombi llamado Voldemort y Harry se enfrentó al Duende Verde. ¿Eran ellos de verdad? ¿Han sido derrotados?

- No, eran entidades temporales –dijo Stephen Extraño- Cuando el tiempo avanza, dejamos imágenes de nuestros yos físicos en esos pasados. Ese pasado se convierte sólo en un recuerdo. Los monstruos que vistes se llaman lagolieros. Son el olvido. Son los que se alimentan de momentos pasados. Lo que hicimos fue trasladaros a uno de esos mundos sin mundo y sin tiempo, pero previo a su destrucción por parte de los lagolieros, y os dejamos con dos imágenes físicas del Duende Verde encarnado por Harry Osborn y de Lord Voldemort. Esos enemigos eran reales, aunque sólo porque dejamos que sus existencias físicas fueran reales ahí, y no meros recuerdos a eliminar por los lagolieros como hubiera correspondido. Ambos siguen existiendo en sus respectivas líneas temporales, si bien en el caso de Harry Osborn ya falleció hace un tiempo.

- Pero todo esto vino –dijo ahora Dumbledore- porque apostamos que un cruce de héroes podría dejar en tablas el combate, y así ha sido. Harry Potter venció al Duende Verde y Spiderman venció a Voldemort. Sé que no eran los verdaderos Voldemort y Osborn, si bien en el combate eran iguales de peligrosos. Pero os desenvolvisteis bien y vencisteis. Felicidades. Lo que pasa que por motivos de seguridad, esto será borrado de vuestras mentes. Espero que no os importe...

EPILOGO 1

Peter Parker se despertó sobresaltado. Había tenido un sueño (¿o había sido real?) pero sólo podía recordar algo de unos monstruos que se comían la realidad y de un niño montado en una escoba. No le dio mayor importancia y se vistió para encarar un nuevo día de trabajo.

EPILOGO 2

Harry Potter se despertó sobresaltado. Estaba en la biblioteca de Hogwarts, donde se había quedado dormido (¿o quizás no?) y había tenido un extraño sueño con un hombre-araña, Voldemort y un duendecillo verde. Pero como no tenía ningún sentido lo olvidó rápidamente, pensando que tenía un importante exactamente para el que prepararse.

martes, 27 de diciembre de 2005

Relato: KRAVEN CONTRA KRAVEN

Markus Kravinoff se acercó a la playa y recogió un dial con las letras HERO que estaba tirado en la arena. Agarrándolo con fuerza con la mano cerró los ojos como si se estuviera concentrando, y de repente la playa, el cielo y todo lo que había a su alrededor desapareció dando paso a un amplio almacén.

- Perfecto, creo que ya habéis tenido suficiente realidad virtual queridas mías. –dijo dirigiéndose hacía la pared del fondo.

Jessica Bishop, Mary Durban y Jane Linde estaban sentadas cada una en una silla, pero en estado catatónico, con la mirada fija a ninguna parte. Markus las miró y sonrió. Eran sus chicas. Él las quería y ahora que las tenía no las iba a dejar perder. Lo único que tenía que hacer era utilizar su capacidad mutante para tergiversar la realidad. Con ello había conseguido hacerles creer que a ellas o a gente cercana a ellas les había caído un dial con las letras HERO que otorgaba poderes al usuario. Y aunque ese aparato existía (era el que él tenía ahora en sus manos) al comprobar lo que hacía pensó que tenía el arma para conseguir lo que pretendía.

Todo empezó hacía años, cuando la madre de Markus (Ylenia) le dijo que su padre era Sergei Kravinoff, más conocido como Kraven el cazador, uno de los enemigos clásicos de Spiderman. Kraven había sido un noble ruso con una gran fortuna, pero su demencia le había hecho obsesionarse con la caza del vigilante conocido como Spiderman, lo cual había provocado que desatendiera a los hijos que había dejado desperdigados por el mundo (aparte de él, Markus sabía que tenía un hermanastro llamado Alyosha, que aún no había conocido). La madre de Markus tuvo que trabajar duro ella sola para sacar a su hijo adelante, y él la había correspondido intentando ser un buen estudiante, lo que provocó que no se relacionara con el resto de sus compañeros y fuera un paria al que sólo se acercaban los demás cuando necesitaban ayuda, consejo o simplemente alguien con quien hablar. Eso, unido a una gran timidez, provocó que Markus nunca hubiera tenido amigos, y por lo tanto tampoco nunca hubiera salido con ninguna mujer.

Cuando acabó sus estudios empezó a notar que tenía ciertas aptitudes que se podrían calificar de especiales. En una ocasión estaba comprando en una tienda cuando entró un ladrón a robar. Markus deseó que ese hombre sintiera lo que estaba haciendo sentir a los demás, y sin saber muy bien como, el ladrón empezó a chillar como si estuviera viendo al mismísimo demonio y salió a la calle, donde se voló los sesos con la escopeta que llevaba. Posteriormente en una entrevista de trabajo Markus llegaba tarde, pero sin saber muy bien como, pudo hacer creer al entrevistador que llegaba el primero. A través de experiencias como esas, y de otras posteriores, Markus se dio cuenta de que podía hacer creer a las personas que tenía a su alrededor lo que él quisiera, que podía manipular la realidad que los demás veían y sentían.

Un poder así le podía haber abierto todas las puertas, pero eso significaba que él era un mutante, y Markus sabía muy bien que los mutantes eran los seres más despreciados del planeta. Bastaba con ver el odio que se le tenía a la famosa Patrulla X de Lobezno y compañía. Él no quería verse obligado a jugar a los superhéroes, aquello no le gustaba. Pero el hecho de tener el poder que tenía y verse obligado a esconderlo le irritaba. Veía a los demás a su alrededor que evolucionaban, pero él parecía que se fuera a quedar anclado toda la vida con su trabajo de oficinista y viviendo con su madre (ya que al no haber tenido novia no había pensado en independizarse, y menos al abusivo precio al que estaban las viviendas).

Entonces fue cuando en su despacho se hicieron cambios de personal y entraron varias empleadas, y entre ellas Jessica Bishop, Mary Durban y Jane Linde. De la primera, pese a que era con la que tenía la mayor diferencia de edad, lo que le gustó fue lo guapa que era (aparentaba al menos 10 años menos de los que tenía), lo simpática que era y su elegante forma de vestir, que le hacía resaltar su magnífica figura. De Mary Durban le gustó su desparpajo y simpatía (era dos años menor que él) aparte de que tenía ese atractivo natural que se valora más que el de las modelos, y un cuerpo bastante bonito. Y por último estaba Jane Linde, la que a él le parecía más hermosa de las tres, aunque también la más tímida, recatada, silenciosa y hasta cierto punto misteriosa.

Markus se dio cuenta rapidamente de que pese a que él fuera amable, nunca conseguiría a ninguna de ellas. Jessica le dijo bien claramente que no se hiciera ilusiones, Mary estaba casada y hablaba de su marido a todas horas ante cualquier comentario fuera de lugar y Jane tenía un novio con el que (aunque se veía poco) si lo suficiente para que le dejara las puertas claramente cerradas a Markus. Entonces fue cuando un día encontró el misterioso dial con las letras HERO. Lo probó y vio lo que se podía hacer con él, pero decidió que en vez de utilizarlo para su beneficio, lo utilizaría para convertir en realidad las fantasías de esas tres mujeres, y conseguirlas para él, bien fuera a una o a todas. En esas fantasías había conseguido acostarse con Mary Durban y enamorar a Jane Linde bajo los rasgos de diferentes personalidades (sólo había fracasado con Jessica, la más reacia de las tres).

Pero ahora quedaba la realidad. Las tenía que hacer volver porque había denuncias por la desaparición de todas ellas. ¿Cómo se lo iba a montar? Decidió soltar a Jessica, la tercera en discordia. Después de todo sus preferencias estaban en Jane o sino Mary, que después de todo eran más jóvenes. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz:

- Maldita sea, parece que yo soy el único hijo normal que tuvo el cabrón de mi padre.

Esa frase la había dicho un hombre joven, de unos 30 años, con cuerpo atlético, melena morena al viento y desnudo de cintura para arriba, que sostenía un cuchillo de grandes dimensiones en su mano.

- ¿Y tú quien eres? –preguntó Markus.

- Me llamo Alyosha Kravinoff, y soy tu hermanastro. Me enteré de las desapariciones y aunque no hubiera sospechado nada y le hubiera dejado el caso a la policía, me llamó mucho la atención de que el apellido de uno de los empleados fuera Kravinoff, como yo. No fue difícil seguirte la pista, aunque tu poder sea el de manipular la realidad, como me dijo tu madre.

- ¿Has hablado con mi madre?

- Sí. Ella fue la que me dijo que puedes manipular lo que los demás ven y sienten. Lo heredastes de ella, lo que pasa que te lo ocultó para no hacerte la vida más difícil después de que nuestro padre nos abandonara.

- No me puedo creer que a ti también te abandonara.

- Si, también. Sergei estaba loco, su única obsesión era Spiderman. Así acabó como acabó, pegándose un tiro cuando creyó que lo había conseguido. No acabes como él. Suelta a esas mujeres.

- Tú no me comprendes. Tú nunca has tenido problemas, he visto las mujeres con las que has salido. Eres un sex-symbol, eres guapo, eres atractivo, eres fuerte. Yo soy un mierda, jamás podré conseguir las mujeres que tú tienes... de hecho jamás he conseguido ninguna.

- Yo también tengo poderes Markus. Heredé de nuestro padre unos sentidos agudizados y probablemente el mejor olfato del mundo sólo superado por el de Lobezno. Pero nada de eso me ayudó a ser lo que soy. Fui yo el que luché por lo que quería. Haz lo mismo. Si quieres a una mujer, demuéstraselo con sinceridad, no utilices tus poderes para hacerlas vivir fantasías irreales.

- Está bien, haré que nada de esto haya sucedido. Modificaré sus recuerdos y los de la gente que las rodea para que crean que nada de esto sucedió nunca.

Markus despertó de su estado a las tres mujeres cuando de repente una red le cayo encima, enredándolo y tirándolo al suelo.

- Markus Kravinoff. ¿Es que siempre tengo que tener problemas con los hijos de Kraven? –dijo Spiderman.

- ¡No! –gritó Alyosha –¡lárgate!

- ¿Qué? –dijo Spiderman. Pero antes de que pudiera pronunciar la última vocal, el almacén donde estaban desapareció, convirtiéndose en una zona rocosa con grandes abismos por los que circulaban ríos de lava incandescente.

- ¿Qué pasa?

- Maldita sea, Spiderman, yo llegué primero y estaba a punto de convencerlo para que depusiera su actitud. Ahora lo has cabreado...

Markus estaba encima de un islote de roca rodeado de lava por los cuatro costados:

- Me has engañado hermano. Te has aliado con la pesadilla de nuestro padre. Si has venido por estas mujeres, ¡ves a salvarlas!. –y diciendo esto lanzó a Jessica al vacío.

- ¡Dios mío, no! –dijo Spiderman, y rapidamente lanzó una telaraña que sujetó a la infeliz chica, dejándola a salvo.

Mary Durban y Jane Linde estaban forcejeando con Markus, y en un momento dado fue la primera quien consiguió propinarle una patada en la entrepierna que le hizo trastabillar... y golpear sin querer a Jane, quien cayó desde un altísimo precipicio.

Durante un instante Spiderman vio a Gwen Stacy. Había sido su primer amor, y siempre era el error más doloroso de su pasado, ya que cuando cayó del puente (lanzada por el Duende Verde) no pudo salvarla. Jane Linde se parecía mucho a Gwen Stacy. Tenía su misma belleza, su misma fragilidad, pero él evitaría que tuviera su misma muerte. Se lanzó al vacío tras ella, lanzó una telaraña al risco más cercano, la agarró al vuelo y con el impulso del salto pudo balancearse hasta el risco y ponerse los dos a salvo. Había sido un rescate de película:

- Gracias Sr.Spiderman –dijo Jane, y le dio un beso en los labios, levantándole ligeramente la máscara y después abrazándose fuerte a él.

Por su parte Alyosha estaba ahora junto con su hermanastro Markus. Los dos estaban luchando en un risco en el que cada vez quedaba menos espacio ya que la lava estaba comiéndose la roca. Mary estaba allí cerca, alejándose cuanto humanamente podía de la lucha (para no salir herida), pero chillando como una loca porque pensaba que iba a morir. Pero Al Kraven era más fuerte que Markus, y lo pudo dominar. Retorciéndole un brazo tras la espalda y poniéndole el cuchillo al cuello, Al le dijo a su hermanastro:

- Markus, para ya. Lo que te dije antes de que apareciera Spiderman es verdad. Deja libres a estas mujeres.

- ¡No, Spiderman me llevara a prisión!

- Te equivocas Markus, tú déjame hablar con Spiderman y te aseguro que esto puede quedar entre nosotros.

Markus cedió y la realidad volvió a materializarse. Otra vez estaban en el almacén del inicio. Al habló con Spiderman y decidieron darle una oportunidad a Markus. Por esta vez no pasaría nada si las tres mujeres volvían a sus vidas normales como si nada hubiera pasado (y ahí entraba Markus, quien tendría que modificar las realidades de unas cuantas personas para que así fuera).

Antes de despedirse de ellas (y que, por tanto, ninguna de ellas supiera jamás lo que había sucedido) Markus habló con las tres mujeres:

- Siento mucho lo que os he hecho. Quizás podáis pensar que mi amor es un poco obsesivo y paranoico, pero era sincero. Con cualquiera de las tres me hubiera conformado, y hubiera procurado remover cielo y tierra para que esa chica a mi lado hubiese sido la mujer más feliz del mundo.

- Pero no puedes obligarnos a quererte, aparte de que no puedes tenernos a todas. –dijo Mary.

- Lo sé, por eso espero que cuando vosotras no recordéis nada de esto, pueda ganarme el amor de la que verdaderamente más me gusta de las tres, de la que estoy profundamente enamorado. Ella es...

- Menos cháchara hermanito que se hace tarde.

La realidad cambió y las tres chicas continuaron sus vidas normales, como si nunca les hubiera pasado nada, así como toda la gente que les rodeaba, que no notaron su ausencia. Spiderman siguió en sus aventuras habituales (aunque se llevó el dial con las teclas HERO para que el Doctor Extraño se hiciera cargo de él), mientras que Markus continuó trabajando en el mismo sitio... aunque con la atenta mirada de su hermano Al Kraven para que no utilizara sus poderes de manera abusiva como había hecho.

Y Markus, por su parte, continuó intentando enamorar a la chica que más le gustaba de las tres. Veremos si tiene suerte.

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Relato: WHAT IF DIAL H FOR HERO

Soy Uatu, el vigilante. Durante eones he observado multitud de realidades paralelas, algunas de ellas diferentes en pequeños detalles respecto a la línea temporal conocida.

Mary Durban es una abogada neoyorquina, que fue atacada por un cliente suyo, transformado en un demonio por un dial con las teclas HERO. Salvada in-extremis por Punisher, el dial cayó luego en sus manos, dedicándose entonces ella a ser una superheroina. Pero, ¿y si Punisher hubiese llegado tarde? ¿Y si Mary Durban hubiese muerto a manos del demonio? Observemos lo que hubiese pasado...

WHAT IF DIAL H FOR HERO

Oscar Filch trabajaba en el mismo bufete que Mary Durban. Pero estaba triste. Mary había muerto asesinada por un cliente suyo que se había vuelto loco y la había atacado. Punisher pasaba por allí, según los testigos, y acabó con aquel chiflado, pero demasiado tarde para salvarla a ella.

En aquel momento estaba en el funeral, y miraba a Victor, su esposo. O su viudo, para ser exactos. El pobre esta desconsolado, y Oscar pensó que con toda la razón del mundo. El pobre no dejaba de repetir que si hubiese llegado antes, lo podía haber evitado. Pero no servía de nada lamentarse.

Entre los asistentes al funeral estaba Matt Murdock. Oscar le llamó la atención su presencia, ya que en el fondo no pertenecía al bufete donde trabajaban ellos. Supuso que habría venido porque conocería a alguno de los socios, aunque no dejó de pensar en el reciente rumor (o noticia) que decía que era Daredevil.

Al día siguiente por la noche Oscar salió de trabajar y cuando se dirigía a casa fue atrapado por una misteriosa sombra que surgió de la nada, que lo llevó hasta un callejón sin salida.

- No me hagas daño, por favor, te daré lo que llevo encima.

La sombra se sacó la capucha que cubría su rostro. Era una mujer:

- Soy Elektra Natchios. Mary Durban había sido amiga mía en la facultad, y cuando me he enterado de lo ocurrido he decidido hacer una locura para salvarla, pero te necesito a ti. A su marido ya lo tengo.

- ¿Qué dices? ¿Salvarla? ¡Pero si está muerta!

- Yo estuve muerta una vez. Bullseye me mató. Pero existe una ceremonia mística que puede revivir a un difunto si se hace antes de que hayan pasado 48 horas. Pero para eso se necesita gente muy unida a la persona, gente que la quisiera. Su marido es uno, y creo que tú podrías ser el otro, porque me han dicho que en el trabajo estabas muy unida a ella.

- Si, es verdad, la apreciaba mucho. Le tenía mucho cariño, tanto que me he puesto en el lugar del pobre Victor, su marido, cuando me enteré de lo sucedido. ¿Y tú como te has enterado?

- Matt Murdock fue al funeral, se lo contó a Daredevil y Daredevil me lo contó a mí. Y el resto corrió por mi cuenta.

- Pero no me creo que se pueda revivir a un muerto.

- Vamos y os lo explicaré a los dos.

Oscar y Elektra fueron a un cercano coche, que ella condujo hasta un almacén abandonado. Al entrar vió una tarima donde estaba el cadáver de Mary, y de rodillas frente a él vió a su marido Victor.

- Tía, ¡tú estas loca! ¿Cómo has podido robar el cadáver de Mary?

- Lo ha hecho porque se lo pedí yo –dijo Victor- A mi vino a verme esta mañana, y supongo que le fue facil convencerme ya que una vez Mary me la presentó, hace ya unos años, con lo cual yo ya la conocía a la Srta.Natchios.

- Pero Victor, ¿y si esto es una locura?

- Oscar, yo me recuerdo de ver los titulares de prensa cuando a Elektra se la dio como fallecida, y luego se descubrió que no era así. Y yo conozco al jefe del cementerio, y él sabe a ciencia cierta que la enterró estando fría como un témpano. Después la secta japonesa de la Mano, un grupo criminal al que ella perteneció, la devolvieron a la vida, con la idea de esclavizarla, pero Daredevil apareció por sorpresa purificando su alma, ¿es así, verdad Elektra?

- Si, y si conmigo funcionó, yo aprendí a realizar esa ceremonia, con lo que se puede intentar.

Elektra les dio unas cuantas instrucciones a seguir, pero les dijo lo más esencial. Uno de ellos tendría que dar su vida bastante probablemente para restaurar el espíritu de ella y revivirla. Ella intentaría que no fuera así, pero tenían que ser conscientes de que ese era el riesgo que tenía la operación que estaban realizando.

Comenzó la ceremonia. Se aplicaron los ungüentos sobre el cuerpo sin vida de Mary, y Elektra empezó un extraño cántico. Los tres se concentraron, dijeron las palabras que tenían que decir. No sucedió nada. Las oraciones místicas continuaron, de diferente forma, pero no pasaba nada. Tras bastantes intentos, al final Elektra dijo:

- No hay manera de hacerlo por las buenas, o sea que habrá que hacerlo por las malas. O lo dejamos como está o nos arriesgamos.

- Yo la quiero, es el amor de mi vida –dijo Victor- gustoso daré mi vida para que ella vuelva.

- No Victor –dijo Oscar- lo haré yo.

- ¿Porqué?

- Yo también la quería. Me gustó desde que la conocí, pero nunca le quise decir nada, para no molestarla a ella y por el respeto que te tengo a ti. Pero si puede volver, es justo que sea para ti, porque era a ti a quien quería.

- No olvidaré el sacrificio que haces Oscar.

La ceremonia continuó, esta vez con más tensión en el ambiente. Elektra entonces señaló a Oscar, y este (con las manos en la cabeza de Mary) dijo las palabras indicadas. Al instante cayó muerto, y Mary se despertó:

- ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? ¿Elektra? ¿Eres tú?

- Si Mary, y aquí está tu marido Victor.

Entonces ella se percató de que Oscar estaba caído en el suelo:

- ¡Dios Mio! Es Oscar, ¿qué le pasa?

Entonces se lo contaron, que ella había muerto, pero que habiendo la posibilidad de revivirla se arriesgaron con una ceremonia mística que le había costado la vida a Oscar, quien (por el amor que le tenía) había entregado su espíritu a la muerte para que el de ella pudiera volver.

Victor y Mary siguieron juntos, pero nunca olvidaron a Oscar ni tampoco a Elektra, las dos personas que consiguieron que su amor sobreviviera incluso a la muerte.

Soy Uatu, el vigilante, y hasta aquí ha llegado mi historia. Os preguntareis que pasó con el dial con las teclas HERO en esta realidad. Pues desapareció. Nunca se encontró. Pero ya digo que eso fue en esta realidad, hay otras donde aún sigue circulando por ahí...

lunes, 7 de noviembre de 2005

Relato: DIAL H FOR HERO: ULTIMA LLAMADA

En anteriores capítulos:
DIAL H FOR HERO (Capítulo 1)
DIAL H FOR HERO (Capítulo 2)
DIAL H FOR HERO (Capítulo 3)

PROLOGO 1

Wilson Fisk es un comerciante de especias neoyorquino... o al menos eso es lo que cree la mayoría de la gente. En verdad es el mayor jefe criminal de la ciudad. Y no es facil serlo, máxime cuando hablamos de la ciudad con mayor número de superhéroes, pero aunque él es un humano normal, sus casi 200 kilos de puro músculo le han ayudado en no pocas ocasiones, aunque también es verdad que la mayoría de veces han sido los demás quienes se han ensuciado las manos siguiendo sus órdenes. Después de todo él es el jefe.

Ahora eso puede cambiar, ya que tras seguirle la pista, ha llegado a sus manos un aparato que concede poderes al usuario. Se trata de un dial con las letras HERO que, al apretarlas, conceden habilidades de superhéroe.

Pero cuando está a punto de probarlo se apagan las luces durante un momento, una corriente de aire barre la habitación y una sonrisa femenina suena en el ambiente. Cuando la luz vuelve Wilson Fisk empieza a dar ordenes para recuperar el dial robado, pero nunca más volverá a tenerlo, aunque sorprendentemente tampoco parece que nadie lo use en la ciudad durante los siguientes meses, con lo cual otros problemas le hacen olvidarlo.

PROLOGO 2

Felicia Hardy, alias la Gata Negra, es una de las mejores ladronas de guante blanco de la ciudad, y aunque ahora sólo realiza fechorías para ayudar a obras de beneficencia (se rehabilitó del mal camino gracias a su querido Spiderman) no pudo resistirse cuando se enteró de que Kingpin tenía un objeto de gran valor y de dudosa procedencia. Y más cuando descubrió que el objeto en cuestión (ese aparato que tenía ahora en las manos) concede poderes al usuario.

Robarlo fue facil, pero como ella ya tenía sus propios poderes, decidió esconder el dial por si en el futuro lo necesitaba. Y que mejor sitio que en la Iglesia de San Patricio, donde ella había donado recientemente una fuerte suma de dinero para obras de caridad.

Y allí quedó escondido durante unos cuantos meses, hasta que...

DIAL H FOR HERO: ULTIMA LLAMADA

Jane Linde era una chica de 31 años, rubia y de aspecto frágil, aunque bastante guapa. De carácter amistoso, y siempre dispuesta a ayudar a los demás, nadie diría lo que había pasado y la decisión que acababa de tomar. Pero quizás pensando un poco más en la misma se metió en una cabina telefónica y marcó un número.

- Buenas noches, teléfono de la esperanza. ¿Quién es?

- Soy Jane.

- Hola Jane, yo soy Harry. Dime cual es el motivo de tu llamada.

- Me voy a suicidar.

Harry Bettany trabajaba en el teléfono de la esperanza como voluntario, y había escuchado de todo: malos tratos, violencia y también a suicidas. Intentaría convencer a esta:

- Jane, si has llamado aquí es porque tienes dudas de lo que vas a hacer. ¿Porqué no me explicas los motivos que te han llevado a esta situación?

- Tengo una vida de mierda que encima yo sola he destruido aún más, haciéndole daño a la gente que tengo a mi alrededor.

- Mucha gente antes que tú me ha dicho eso, Jane, y hay solución para todo. Yo quiero ayudarte si me dejas. Explícame que te pasó.

- Me llamo Jane Linde y tengo 31 años. Nací en el seno de una familia de clase media. Mi madre fue una trabajadora infatigable que siempre procuró darme todo lo que a ella le había faltado. Lamentablemente mi padre no fue igual. Fue un vago y un mujeriego, y cuando yo tenía 11 años nos dejó abandonadas a mi madre y a mí, fugándose con una de sus múltiples amantes. En los últimos 20 años lo he visto esporádicamente cuando ha tenido la desfachatez de venir a pedirme dinero.

- Hay mucha gente que ha tenido orígenes difíciles como tú, Jane.

- Ya me lo imagino, pero si todo fuera eso... En fin, proseguiré. Mi madre me pagó los estudios y conseguí sacarme la carrera de Derecho. Al acabar los estudios me puse a trabajar en un bufete propiedad de un tío mío. Lamentablemente las cosas me fueron mal, porque aparte de un sueldo miserable (al menos en proporción a lo que hacía) estuve encargada de toda la morralla que caía por allí. Los peores casos y los peores clientes eran para mí. En aquella época fue cuando conocí a August.

August fue mi prometido. Estuvimos a punto de casarnos después de salir como novios durante casi seis años. Pero me dejó. No sé por qué dejó de quererme, porque yo si lo quería, pero me dijo que no poco antes de la fecha de nuestro enlace. Aquello fue como una jarra de agua fría y caí en una depresión. Yo siempre he sido una persona que ha intentado ayudar a los demás, he intentado siempre dar lo mejor de mi misma, y lo único que he recibido han sido palos, por uno u otro lado.

En aquella depresión estuve durante varios meses, pero fue mi madre quien me ayudó a salir de ella. Pese a todo me costó mucho, y algunas veces pensaba que si Dios me había abandonado, porque con todo lo que me había pasado en la vida era como para dejar de ser creyente. Pero un día quise confesarme, ya que dicen que normalmente te deja bastante relajado si le cuentas tus problemas a alguien y no te los guardas dentro.

Me fui a la Iglesia de San Patricio. Actualmente no es de las más visitadas, aunque hacía pocos meses había recibido una donación anónima y la iban a reformar. Entré en la Iglesia y me dirigí al confesionario, pensando que cuando el cura (que en ese momento estaba dando misa) acabara, como me había visto, se dirigiría al confesionario para atenderme.

Al entrar en el pequeño recinto y cerrar la puerta, me quedé durante un breve instante a oscuras, hasta que mis ojos se acostumbraron a los pequeños hilillos de luz que entraban por el compartimiento lateral donde se pondría el párroco cuando acabara la misa. Cerré los ojos para relajarme y pensar que decirle al cura, cuando de repente un presentimiento me hizo mirar debajo del banco en el que estaba sentada.

No había nada. Pero yo notaba como si hubiera algo allí, una presencia extraña. Volví a mirar bien, pero sólo había el suelo de madera y nada más. Pero yo seguía con la misma sensación, allí había algo, así que me agaché y palpé por el suelo hasta que lo encontré. Una pequeña obertura entre tablones, que al presionar yo con dos dedos se abrió, revelando un pequeño agujero del tamaño de un paquete de tabaco. Metí la mano y saqué de dentro un aparato dorado.

- ¿Un aparato dorado? ¿Qué era? –preguntó interesado Harry al otro lado de la línea telefónica.

- Era un dial como el de los antiguos teléfonos, pero con las teclas HERO. Lo cogí, cerré el escondrijo donde lo había encontrado y salí rapidamente de la Iglesia. Aquel aparato era como si me hubiera llamado, lo llevé a casa y allí apreté por primera vez las teclas. ¿Y sabes qué? ¿Alguna vez has volado?

- ¿Te refieres a cuando te tomas alguna droga que te da la sensación de volar?

- No, yo nunca he tomado drogas. Me refiero a volar, a volar como los pájaros. Eso fue lo que me dio el dial, los poderes de una heroína como las que hay en esta ciudad. De repente me había transformado, mi cuerpo se había cubierto de unas mallas azules, y una máscara del mismo color cubría mi cara. Al principio me asusté, pero me di cuenta de que aquello tenía que significar lo que parecía, que me había convertido en una superheroina. Y al salir por la ventana lo comprobé, ya que volé.

No te llegas a imaginar lo agradable que es sentir tu cuerpo flotando sobre el aire, da una tremenda relajación. En ese momento fue cuando me percaté de los gritos, y es que mi oído también se había afinado poderosamente. Me lancé hacía el origen y me encontré a Bullseye (el famoso adversario de Daredevil) a punto de atacar a un hombre. Me lancé contra él y lo derribé:

- Vaya, vaya –me dijo- ¿y quien se supone que eres tú, payasa?

- Soy Ave Azul, mamarracho, y más te vale que dejes en paz a este hombre.

Bullseye me lanzó varios objetos, con bastante puntería, pero logré esquivarlos todos, lo cual le enfureció, pero cuando vio el escudo de fuerza que logré generar alrededor mío y de aquel hombre, desistió de su actitud y se fue:

- Nos volveremos a ver, pajarita, te lo aseguro.

¡Cuanta razón tenía en sus palabras! Pero no nos adelantemos. Tras aquello trabé amistad con aquel hombre. Se llamaba Cesare Rosi, y era inmigrante italiano. Bullseye lo estaba acosando por una deuda que tenía pendiente con ciertos sectores no muy amistosos de la ciudad con los que se había relacionado cuando intentó que su negocio siguiera adelante. Mi error ha sido siempre apiadarme de todo el mundo, y aunque Cesare tenía 12 años más que yo, una cosa llevó a la otra y al final le conté quien era y nos enamoramos (o al menos yo me enamoré de él, supongo que el sentimiento era recíproco, ya que él estaba separado y tenía dos hijos de 10 y 13 años de su matrimonio).

A mi madre no le conté lo del dial, pero cuando se enteró de mi relación con Cesare me dijo que no la aprobaba, que era un hombre demasiado mayor para mí y que a ver si me iba a manejar. Le insistí que no, pero desde entonces decidí no mezclarlos a los dos, al menos de momento.

Y te estarás preguntado que pasó con el dial. Bueno, lo seguí usando. El sentimiento era increíble, porque podía hacer lo que quisiera, y esos poderes me permitían ayudar más allá de lo que nunca había soñado a la gente que me rodeaba. Durante las noches reparaba roturas, construía casas, repartía víveres, llevaba a los enfermos a los hospitales, apagaba incendios, rescataba a perdidos. Ayudé cuanto pude, pero me daba la sensación de que me faltaba algo.

Ese algo era mi propia familia. ¿Porqué no intentar volver a juntarlos? Decidí convocar en la Iglesia de San Patricio a mi madre, a mi padre y a Cesare y contarles a todos la verdad (bueno, a Cesare no hacía falta, porque ya la sabía). Si con mis actuales poderes podía ayudar a mis semejantes, ¿qué perdía por intentar ayudarme a mi misma y a los míos? Lo que yo no sabía era que Bullseye había seguido vigilando a Cesare, aún cuando no había podido cumplir el encargo para el que lo habían contratado, porque quería volver a enfrentarse conmigo.

Llegué a la Iglesia de San Patricio y me encontré a mi padre en el suelo, muerto. Bullseye le había lanzado una pequeña navaja que se le había clavado en el cuello, desangrándolo:

- ¡Dios mío, papá, no!

- Hola pajarita, te dije que nos volveríamos a ver. Me imagino que ese no es tu aspecto, o sea que más te vale que te transformes.

- No puedo transformarme otra vez en Ave Azul, cada vez soy una superheroina diferente.

- Cambia ya o lo mato también a él.

Entonces fue cuando me di cuenta de que Cesare estaba tirado frente a una columna:

- Aún está vivo, aunque desmayado después de que le haya dejado inútil el brazo hasta el fin de sus días.

- ¿Y mi madre?

- Esa lamentablemente aún no ha llegado. Espero que lo haga pronto para unirse a la fiesta.

Ante aquel comentario despectivo, saqué el dial y apreté las teclas. Me transformé en una especie de mujer soldado con armadura multicolor. Bullseye se mostró sorprendido aunque me atacó, pero era tal el odio que llevaba dentro que enseguida supe cuales eran los poderes que tenía en aquella ocasión: rayos aturdidores de colores que salían de mis dedos. Era la Guerrera Arco Iris. Pronto dejé sin conocimiento a Bullseye con uno de los rayos, aunque para mí era igual si estaba muerto.

Mi padre había fallecido. No había sido la mejor persona del mundo, pero ahora lo había perdido para siempre. Y si con eso no bastaba, encima Cesare había quedado imposibilitado de su brazo derecho para el resto de su vida, ya que Bullseye le había roto los nervios psicomotores que controlaban el movimiento del brazo, de tal manera que los médicos dijeron que no había tratamiento ni rehabilitación posible.

Por eso estoy aquí y por eso te estoy contando esto, Harry, porque no soporto la vida que he tenido con tantas penurias, y que cuando por fin me sale algo bien en este mundo, cuando por fin consigo yo ayudar a los demás como a mí me gusta, hasta eso se vuelva en mi contra, arrebatándome a mi padre y haciéndole daño a mi familia.

- Jane, tu historia es muy triste, pero tienes que sobreponerte. La vida es dura para todos, para algunos más y para otros menos, pero piensa en todo el bien que has hecho mientras tenias esos poderes.

- Pero ya no los tengo ni los quiero. Antes de llamarte he lanzado el dial desde el puente sobre un camión que iba por el carril de debajo y que no sé hacia donde se dirigía, ni para el caso me importa lo más mínimo.

- Jane, piensa en tu madre. Ella te quiere, tu misma has dicho que te ayudó a seguir adelante, apoyándote siempre que hacia falta. Además, en el mundo seguro que hay gente que te quiere y que te necesita. Tu camino en la vida está en tus manos, pero piensa en las personas que dejas.

- Te tengo que dejar Harry, se me acaban las monedas.

- ¡Jane, espera, dime como mínimo que no harás ninguna tontería!

- Tranquilo Harry. Me costó tomar la decisión, pero lo único que quería cuando te llamé es escuchar todo eso que me has dicho de boca de otra persona. Muchas gracias y tranquilo.

Colgó, y pese a sus últimas palabras, Harry se sintió preocupado. Decidió buscar por internet la dirección de Jane Linde. La encontró, y cuando ese día terminó su turno en el teléfono, se fue a casa de Jane. Picó al timbre sin respuesta. Se sintió asustado, pensando que quizás al final Jane si se había suicidado, cuando una chica rubia le abrió la puerta:

- ¿Si?

- ¿Jane?

- Sí

- Soy Harry, hemos hablado hace unas horas. Perdona que te moleste, pero tenía miedo de que hubieses cambiado de idea.

Jane lo abrazó y le dio un beso en la mejilla:

- Fue duro, pero tus palabras me reafirmaron en que era mejor continuar.

Jane y Harry se hicieron amigos, y él la llevó a ella a trabajar en sus ratos libres al teléfono de la esperanza, donde ella misma pudo ayudar a mucha gente en apuros. Al poco tiempo ella encontró además un trabajo en unas oficinas de Central Park que le dio una nueva ilusión para seguir adelante.

EPILOGO

El dial había caído sobre el techo de un camión de transporte, y allí permaneció durante bastantes kilómetros, pero en un momento dado un tramo de carretera con bastantes curvas hizo resbalar al dial y que se cayera por un acantilado hasta la arena de una playa cercana. Una playa donde solía ir gente a pasear...