En mi casa no hay mucha afición hacia los realitys o los talent-shows por lo que admito que uno como Got Talent de Telecinco no me llamaba nunca la atención, y como mucho podía pararme en algún momento si me lo cruzaba haciendo zapping, sobretodo por Risto Mejide, un miembro de su jurado popular por, entre otras cosas, decir su opinión bien a las claras (lo que le ha dado la fama al ser tan rígido en sus comentarios)
Pero para mi sorpresa me entero de que su más reciente edición la ha ganado ¡¡UN POETA!!, y entonces me pica la curiosidad porque en un show así los que suelen destacar son frikis (en el mal sentido) que van al mencionado programa para realizar espectáculos esperpénticos (de lo que podría ser buen ejemplo el ganador de la edición previa a la de este año) ¿Como es posible ganar alguien equipado tan solo de palabras en un concurso como este, donde en ocasiones lo que prima es el espectáculo? Cuando ví luego la repetición de sus actuaciones la cosa me quedó bastante claro: su loable sencillez y su inmenso corazón (magnífico el poema para su madre)
Descubierto gracias al citado programa, del joven César Brandon Ndjocu Davies, de apenas 25 años (nació en 1993) se ha editado en fechas recientes su primer libro, titulado Las almas de Brandon, que se ha convertido en un éxito de ventas en la pasada festividad de Sant Jordi y que (me imagino que por eso) ya ha llegado a las bibliotecas y he podido disfrutar de su lectura. En la presente obra se recogen un centenar de historias cortas, cuentos y poemas de todo tipo, en los que César Brandon, ordenándolos y numerándolos como "almas", desarrolla y expresa con inmensa sensibilidad sus sentimientos más íntimos y profundos. En los mismos el autor nos propone meditar y reflexionar sobre temas tales como el amor, la soledad, el dolor, el olvido, la felicidad, la alegría, la vida y la muerte, todo ello con resultados emotivos y sobresalientes.
Sin lugar a dudas una obra excelente, donde César Brandon se puede decir que nos abre su alma (muy acertado el título de la misma) en la que incluso, y relacionado con las temáticas habituales de este blog, me hizo gracia encontrar extractos de su obra inspirados en sagas de cine como Los juegos del hambre o series de televisión como The walking dead. Resulta sorprendente la sensibilidad y el arte que tiene en su interior César Brandon, un joven nacido en Malabo y educador social por la Universidad de Granada (como figura en la nota bibliográfica de esta obra suya, donde también vienen sus datos para seguirlo por redes sociales como Instagram: @ndjocu.davies, Twitter: @cesarbrandon93 y Facebook: César Brandon Ndjocu Davies)
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Cuando el grupo editorial RBA censuró una portada de la revista satírica El Jueves cuando abdicó Juan Carlos I en el actual Felipe VI, dió motivo y justificación para que varios autores de la citada revista decidieran abandonarla. Al poco fundaron una propia y digital titulada Orgullo y satisfacción que tuvo un recorrido que duró desde 2014 a 2017, y que en origen fue montada para que en ella hubiera todo tipo de libertad y ninguna censura preestablecida. Es apropiado admitir que algunos de los mejores autores que tenía El Jueves fueron los que se fueron (bajo mi punto de vista), por lo que es de agradecer este gran tomo de más de 300 páginas donde se recopila, ahora en formato físico, una selección de lo mejor que se vió en dicha revista a lo largo de ese tiempo.
Ordenada por capítulos temáticos (La democracia española, Los borbones, el PPSOE, Corrupción, La nueva política, La libertad de expresión, Periodismo, Religión, Feminismo, Inmigración y refugiados, Terrorismo, Tecnología, Vivienda, Trabajo, Cultura y Donald Trump), el resultado sirve para dar una buena visión de este pais en el que vivimos en estos últimos años, en un compendio donde se hacen notar autores como Ágreda, Albert Monteys, Alberto Gónzalez Vázquez, Asier y Javier, Bernardo Vergara, El Mundo Today, Flavita Banana, Guillermo, Isaac Rosa, Lalo Kubala, Luis Bustos, Malagón, Manel Fontdevila, Manuel Bartual, Mel, Miguel Brieva, Morán, Oroz, Paco Alcázar, Paco Sordo, Pacheco y Pacheco, Toni o Triz, todos ellos con parodias y chistes más o menos acertados según el estilo de cada cual.
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El joven Moriarty y la ciudad de las nubes es la cuarta entrega de una serie dedicada al más inteligente enemigo con el que se cruzó el popular Sherlock Holmes, de la que ya me he leido las entregas previas (El misterio del Dodo, La planta carnivora y Los misterios de Oxford) En esta cuarta aventura se sigue un espíritu continuista con lo previo, en una historia donde repiten algunos de los personajes vistos antes y aparecen otros nuevos.
Uno de los incentivos de esta serie de novelas en origen dedicadas a un público juvenil (pese a ser del todo disfrutables tanto para el general como para el de los aficionados al detective Sherlock Holmes en particular) es que a lo largo de los mismos, y cual si fuera La liga de los hombres extraordinarios, el popular villano se cruza con todo tipo de conocidos personajes, tanto reales como ficticios, que fueron coetáneos en la época en que transcurre la acción (que en el caso que nos ocupa sería 1866) Si bien ya ha transcurrido un tiempo desde que me leí la última entrega, enseguida entré en el juego que propone Sofía Rhei, su autora.
En esta ocasión la historia comienza con el joven Moriarty ingresando en un internado muy severo en el que acaban todos aquellos jóvenes más antisociales, pero del que pronto el protagonista intentará evadirse, en lo que tan solo representa el inicio de una aventura en la que "la ciudad de las nubes" del título tan solo sería un extracto de todo el relato. Esta cuarta entrega se beneficía de un cúmulo de giros argumentales en su tramo final que bien podrían servir para señalar el final de la adolescencia del personaje y su entrada en el mundo de los adultos, donde acabará siendo el popular villano por todos conocido. De todas maneras, y como me ocurrió con los previos, me sobra el personaje de John Watson, metido con simple alivio cómico y el enésimo guiño hacia el que será el futuro compañero de investigaciones de Holmes, que no aporta nada más que ser el tonto de la historia.
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