Con el tomo titulado La autobiografía de Matt Murdock se pone punto final a la notable etapa de Mark Waid y Chris Samnee a cargo de Daredevil, la cual he podido disfrutar a medida que iban llegando los tomos a la biblioteca. En esta última entrega vemos a Matt de nuevo en San Francisco, ciudad a la que se trasladó al dejar Nueva York, así como haciendo frente al hecho de hacer pública su identidad secreta, lo cual puede no ser tan buena idea como él pensaba en un inicio. Aún así prosigue su relación con Kirsten McDuffie, el padre de la cual ha convencido a Matt para que escriba su autobiografía, a lo cual le está ayudando Foggy, recuperándose de su cáncer.
Desde siempre me han gustado más los superhéroes urbanos que los más poderosos o cósmicos por lo que Daredevil siempre ha sido (junto con Spider-Man) de mis preferidos en el universo de los comics Marvel. Aún así el pobre había quedado muy marcado por el tono en el que Frank Miller lo reinterpretó a principios de los ochenta, siendo más o menos en esos railes por donde ha circulado desde entonces. Supongo que ese es el motivo de que haya sido tan destacada la etapa de Mark Waid, ya que le ha insuflado vida a un personaje que se movía por unas historias un tanto oscuras, lo cual le viene muy bien ya que creo que El hombre sin miedo no tenía porqué vivir en una tragedia continua.
Con un guión que se mantiene a la altura de lo visto en esta etapa, no hay que olvidar el notable dibujo de Chris Samnee, el cual ha sabido adaptarse al tono desenfadado marcado por Waid. Su estilo claro, sencillo y limpio se ha volcado hacia una narrativa gráfica que se entienda (potenciando los sentidos de Matt y concentrándose en un lenguaje corporal real y creíble) lejos de otros dibujantes con un estilo más abigarrado y antiestético. Con la anécdota de un cambio temporal del traje de nuestro héroe (arriesgado pero muy curioso) también hay que citar los regresos de Ikari y Kingpin (destacando el diseño del primero, de mi agrado desde que lo ví por primera vez, y la galería de cuadros del segundo, que deja claro cual es su mayor odio) La cuestión final es que en conjunto, queda alto el nivel para Charles Soule y Ron Garney, que serán los nuevos responsables del personaje a partir de aqui.
Si hablo de Akira Toriyama a todo el mundo se le vendrán a la mente sus dos creaciones más conocidas: Dragon Ball y Dr.Slump. Pero no solo ha hecho eso en toda su carrera (aunque en ocasiones lo parezca) lo que me ha permitido descubrir en la biblioteca un manga suyo que es tomo único titulado Kajika.
Con el dibujo tan característico propio de este autor, la sencilla historia que aqui se nos narra podría ser "prima-hermana" de Dragon Ball al tener parecidos más que razonables tanto en el desarrollo de la misma como en el planteamiento y evolución de los personajes principales. Es cierto que quizás se podría haber sacado más jugo de lo que aqui se nos plantea, pero insisto en sus grandes parecidos con las andanzas de Goku, lo que provoca una continua sensación de "déjà vu", al hacer uso de elementos bastante similares. Un manga tan solo entretenido que vendría a moverse por los parámetros habituales en el estilo de Akira Toriyama, siendo sus seguidores y fans quienes más lo pueden disfrutar.
- Ficha editorial por este enlace, ficha de la biblioteca de las dos ediciones por este otro (en mi caso la que me he leído ha sido la de 2015)
Mira tú que en los X-Men me han gustado más unos personajes que otros (como me imagino que le pasará a cualquiera) pero no me llegaba a imaginar que de uno de los que menos me importa, el Ángel, leyerá yo un origen tan destacado como este, máxime cuando tampoco es reciente (este tomo recopila una serie limitada que vió la luz en 2008) y que descubrí por pura casualidad al estar hojeando las estanterias de los comics de la biblioteca por si había alguno que me llamara la atención.
En una historia que toca a partes iguales el acoso escolar, la pederastia en el seño de la iglesia y el fanatismo religioso (y sin caer en el exceso en ninguno de estos temas) sirve todo ello para mostrarnos el origen de Warren Worthington III cuando estaba en el instituto, antes de unirse a los X-Men. Además del notable guión de Roberto Aguirre-Sacasa destacan también el dibujo de Adam Pollina, con un trazo propio y muy personal, logrando ambos factores que destaque de manera acertada para narrarnos ese cambio hormonal que se produce en la adolescencia, unido aqui a la particular mutación de nuestro protagonista. Sin lugar a dudas una muy grata e inesperada sorpresa, la cual creo que sería uno de los mejores relatos de orígenes de un personaje que he leído en mucho tiempo.
Las andanzas de Batman han sido tantas y tan extensas que es imposible abarcarlo todo, por lo que cada vez que cae en mis manos un comic del citado superhéroe de DC, tan solo aspiro a que al menos me entretenga, asumiendo que puede haber unas historias anteriores la cuales quizás conozco a retazos y unas posteriores que no sé si leeré en algún momento (es lo que tiene ser un personaje así, que lo hace casi inabarcable)
Para situarnos en lo más básico digamos que aqui Bruce Wayne vuelve a ser Batman (ya que le sustituyó Dick Grayson durante un tiempo) y tiene como Robin a su hijo Damian, concebido en una noche de pasión con Talia Al Ghul, hija de uno de sus enemigos. Sin el apoyo de una figura paterna el joven chaval (de 10 años) anda un poco descarriado, y en este comic se supone que empieza la loable labor por parte de Bruce de ser el padre que no pudo ser (ya que le ocultaron su existencia hasta hace poco) y encarrilar la vida de un hijo que no ha gozado de los mejores ejemplos hasta el momento (lo que se hace evidente en el respeto por la vida que tiene Batman frente al menosprecio que muestra su irascible hijo, que ante la batalla con un malhechor no le importa llegar a la solución más drástica, lo cual su padre espera poder controlar)
Volviendo al inicio de esta reseña, en este comic padre e hijo tendrán que hacer frente a Morgan Ducard, el hijo de uno de los entrenadores que tuvo Batman para convertirse en lo que es. Nada suyo sabia previamente pero digamos que resulta correcto, siendo en conjunto un comic entretenido.
Igual peco de morboso (hecho que no negaré) pero siempre me han llamado la atención las historias apocalípticas porque soy de la opinión que la acción del ser humano está acabando con el planeta, y tan solo es cuestión de tiempo que la
Tierra responda a tal agresión (lo del
cambio climático creo que es tan solo el inicio de lo que está por llegar)
Aún así también es cierto que en ese subgénero se han usado hasta la saciedad un montón de diferentes posibilidades que acababan con nuestra civilización tal y como ahora la conocemos, siendo la más exitosa (de un tiempo a esta parte) las de zombis. Pero en cuestión de fines del mundo ha habido de todo tipo: meteoritos que chocan con el planeta, virus que diezman a la población o incluso el del clásico El planeta de los simios, con Charlton Heston descubriendo una derruida Estatua de la Libertad, lo que le hace comprender todo lo previo.
Esa icónica imagen fue la que me hizo decantarme por este comic titulado
Doomsday, aparte de que siendo de
John Byrne siempre ofrece cierta garantia que más o menos no decepcionará (aunque este es el número 1 de una serie que continuará) La premisa de este
Armageddon es una ráfaga solar que achicharra la práctica totalidad del planeta, dejando un mundo devastado a los siete astronautas que se salvan por estar en ese momento en órbita (si bien esa forma de acabar con la
Tierra era ya un elemento de
Señales del futuro, película con
Nicolas Cage) A partir de ahi se establece un esquema parecido al de
The walking dead con la salvedad que mientras que el comic de
Kirkman avanza a ritmo caracolense, en los cuatro números iniciales de este comic aqui incluidos los hechos narrados abarcan casi un año, siendo el objetivo final el mismo: las problemáticas de cara a intentar formar una nueva sociedad. Lo que pasa es que en el citado comic de zombis se recrea hasta el más mínimo detalle (de ahi su ralentización) así como en ocasiones en el gore sangriento, mientras que esta
Doomsday de momento huye de ambas cosas ya que aparte de su gran ritmo, no se recrea en las situaciones más escabrosas.
Acabo este bloque de reseñas con la del ensayo
David Fincher: El viajero de las sombras de
Pau Gómez, donde su autor realiza un somero repaso a los títulos del citado director (como siempre hasta la fecha, en este caso hasta
Perdida de 2014), diseccionando a fondo todos sus elementos de tal manera que resulta un certero análisis para los que vimos las películas (como es mi caso) así como una notable hoja de ruta para aquellos que se interesan por este director y quieren descubrir su universo cinematográfico.
Uno de los detalles que más me ha llamado la atención de esta obra, y que no conocía, es que lo que motivó las ganas de hacer cine de este director fue tras la grata impresión con la que se quedó tras ver en cines
El Imperio contraataca si bien luego consiguió trabajo en
ILM (famosa empresa de efectos visuales) siendo uno de los primeros en el film posterior (
El Retorno del Jedi) cuyo resultado ya no le convenció tanto. Tras un amplio periplo en los videoclips dió el salto a la gran pantalla con
Alien 3, la cual tuvo muchos problemas ante unos productores que querían manejarlo a su antojo, lo cual le sirvió de experiencia para en el futuro elegir sus proyectos con más cuidado. Tras el éxito de su segunda película, y la primera que reconoce como propia (
Seven)
David Fincher consiguió paulatinamente labrarse la carrera que le conocemos con films como
La habitación del pánico, El curioso caso de Benjamin Button, las excelentes
La red social y
Zodiac o la antes citada
Perdida, su última obra hasta la fecha.
Como curiosidad del presente libro hay que señalar que la filmografía de este director está analizada en siete capítulos que representan ser los siete pecados capitales, estando las películas ordenadas según el rasgo de los antagonistas principales (aunque el hecho de que no esté en orden cronológico no influye en lo ameno de su lectura)